«Hemos visto a dos niños quemados y a su padre con la espalda herida»

Su amiga, Aixa Pérez, de 17 años, ha dormido esta noche con ella. «Ha sido un susto muy grande. Me ha despertado mi amiga. He pasado muchos nervios, no sabía ni qué hacer. Hemos visto a dos niños quemados y a un padre», ha relatado. «Era de película. Gente tirándose por la ventana y por el balcón. Había muchísimo fuego. Se ha caído todo. Era imposible estar en casa por el humo y por el fuego», ha añadido más tarde. Verónica Virgoso, natural de Bolivia, también reside en el bloque 4 de la calle Portu, que comparte patio con el inmueble incendiado. Ha relatado que a esas horas estaba despierta porque estaba hablando con su familia por internet. «He visto las llamas y he avisado a todos los vecinos para que salieran», ha relatado, todavía en pijama y con una bata azul.

Los vecinos de dos portales de la calle Pormetxeta también han sido evacuados de sus viviendas. También comparten patio y la fachada de los pisos interiores estaba a muy pocos metros de las llamas. El aire sigue oliendo a quemado. Charo Ruiz, vecina del número 7, bajó por su propio pie. «Todas las ventanas estaban reventadas y las llamas llegaban hasta mi casa», ha relatado. «Todavia no me quito el susto. Y he oído el impacto, el 'bum' de la caída de un hombre que estaba bajando por un tubo, y que se ha soltado, no se me quita de la cabeza». En su caso, permaneció hasta las cuatro de la mañana en la calle hasta que fue trasladada al colegio Larrea. Sobre las once de la mañana ha podido volver a casa. Aunque los bomberos han pedido que por el momento no abra las ventanas.

Lourdes Iglesias reside en el número 5 de esa calle con su madre, su marido y su hijo. «A las 3 de la mañana el del quinto, que ha ido avisando a todo el mundo, nos ha dicho, ¡salid, salid, que hay un incendio!. Al abrir la ventana eran todo llamaradas. Yo he despertado a mi marido y a los demás y nos hemos ido», ha relatado la mujer, ya en su casa, pero aún con el susto en el cuerpo. «No he pensado ni en el móvil. Daban miedo los gritos que se oían de la casa de enfrente. Había muchos». Su marido, José, ha recordado que «han saltado tres personas por el balcón porque no había escaleras, se han desintegrado. Podía haber sido peor, porque toda la manzana son edificios de madera. Si llega a haber viento... Me he vestido a todo correr y he bajado, aunque he cerrado las ventanas para que no entrara humo».