

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
luis gómez, leire pérez, txema Izagirre, Maika Salguero, Iratxe Astui, Sergio llamas y manuela díaz
Domingo, 29 de marzo 2020, 01:46
José Antonio Ramos - Restaurante Bilbao Berria
«Las deudas se acaban pagando, pero la pérdida de vidas humanas es irreparable». A José Antonio Ramos, director de sala de Bilbao Berria, no le cabe duda de que el año en curso va a ser «económicamente muy difícil», pero en el fondo prefiere ver el lado más optimista. Asegura que el turismo se resentirá de «forma notoria», aunque está convencido de que Euskadi se encuentra «en mejor disposición» que otras comunidades para hacer frente a esta parálisis. «Cuando empecemos a funcionar, tendremos que ofrecer nuestra mejor versión», esgrime. No se atreve a poner fecha de reapertura, pero considera que deberá llevarse a cabo «con plenas garantías sanitarias». A partir de ese momento, opina, volverá la normalidad «en el día a día». Una rutina que este establecimiento pretende enfilar con una plantilla fija de 26 trabajadores. «Se van a mantener todos los empleos», garantiza.
Boni García
Boni García es el rey de los caldos y las rabas de Bilbao. Lleva desde 1976 en un local de la calle Correo que su padre compró a la duquesa de Alba y emplea a 10 personas. Prefiere ser realista:«Este año lo doy ya por perdido. No lo vamos a recuperar de ninguna manera y 2021 será muy complicado». Asegura que antes del coronavirus corría un informe que hablaba de que entre el 20 % y el 30% «del pequeño comercio y hostelería» bajará la persiana en Bilbao en los próximos 20 años. «Esto lo va a acelerar», sentencia. Recuerda que a los dos meses de las inundaciones del 83 la ciudadanía se volcó con el Casco Viejo. «Hubo una eclosión, pero ahora no hay la alegría económica de entonces. No hay mucho dinero en las casas». García, que reabrirá con los mismos trabajadores, reprocha las «trabas institucionales» para el acceso de los autónomos a las prestaciones. «¡Es la leche!».
Esther Orio
Esther Orio es la titular de Auzoa, negocio en el que emplea a dos de sus cuatro hijos y a su marido. Esta cafetería restaurante de Txurdinaga había remontado el vuelo gracias a sus menús «caseros», pero con el coronavirus «nos hemos quedado sin ingresos. Es un drama el que vivimos tres familias que somos familia», subraya. Por de pronto, Esther asume que no podrá contar a la vuelta con el empleado que tenía en periodo de pruebas. «Imposible», advierte. «Estos días estamos comiendo toda la familia gracias a productos que pudimos congelar y guardar. El estado de alarma se decretó de forma tan radical e inesperada que no los pudimos vender». Esther se siente «asustada» y reconoce que la situación es «angustiosa. Sin ingresos, ¿cómo vas a salir adelante?», explica escéptica sobre las ayudas prometidas por los gobiernos. «Nos doran la píldora para que estemos tranquilos».
Manu Iturregi
No hay camarero más famoso en Bilbao. Es Manu Iturregi, el del Residence, uno de los garitos de copas por excelencia. El coronavirus ya le pasa factura. Hasta ahora trabajaban cuatro personas, pero a la vuelta serán uno menos. «El chico italiano que tuvimos hasta febrero se ha ido a Nápoles y no vamos a cubrir su puesto», explica. Iturregi no se anda por las ramas:«Visto lo visto, tardaremos en ampliar la plantilla». Han llegado a estar cinco en la barra. «No nos quedará más remedio a todos que arrimar el hombro y hacer el trabajo entre tres». Se avecinan tiempos duros: «Nos venden líneas de ayudas con las que te endeudas, pero no te perdonan nada. Como decía mi aitite, 'ofrecer y no dar'», explica el barman, que duda sobre los que auguran una invasión de bares en cuanto concluya el confinamiento:«Solo hay que ver lo que está pasando en China. ¡A ver cómo nos van a dejar salir!», expresa.
Félix Parte
Parte es uno de los empresarios de restauración más fuertes de Bilbao. Cuenta con 8 locales, entre ellos Víctor Montes, Amaren y Markina, y casi 150 trabajadores. Solo en pagos a laSeguridad Social se le van más de 90.000 euros al mes. «Vivo el momento con mucha angustia», admite. «Este año está perdido. Y vamos a ver si las pérdidas no son demasiado graves», alerta. «Todo dependerá de cuándo se levante el confinamiento y entremos en la normalidad», aventura. «Igual algún eventual o contrato que se acababa ya no sigue. Una cosa es lo que pretendes y otra lo que marca el mercado. Si podemos mantener todos los empleos, aunque no ganemos dinero, los mantendremos, pero si no podemos, tendremos que despedir». El miércoles firmó unos créditos para pagar a los proveedores porque la rueda sigue. En medio de esta incertidumbre plantea la posible reapertura de sus locales el 1 de junio.
Susana Martínez y Juan Carlos Lasa
Es uno de los restaurantes donde mejor preparan el rabo de toro. A Susana Martínez y Juan Carlos Lasa les «angustia» pensar en la «cantidad de personas que dependen» de su negocio y en el rumbo que está tomando el sector hostelero. «Con nosotros somos 17 personas. Son muchas nóminas, aunque la gente no se da cuenta. Se te pone muy mal cuerpo y te agobias cuando empiezas a pensar en el dinero. Son ya 15 días sin ingresos», reconoce Susana. Antes del estado de alarma, la semana anterior ya fue «bastante floja, pero aguantamos», recuerda. Todos los trabajadores se hallan en procesos de ERTEs. «Es lo que estamos haciendo todos». Pero Martínez teme por la vuelta. «En China vuelven a salir, pero muy poco a poco. Y aquí los tiempos no son excesivamente buenos. Ha caído mucho el trabajo, cambia la forma de consumir, aumenta la competencia... Todo se nota», dice.
Rallye Bilbao
José Antonio Aspiazu
En Rallye Bilbao se habla estos días más de ERTEs e ICOs que de pollos, codillos y costillas asadas. José Antonio Aspiazu, segunda generación de un negocio que echó a andar en 1974, tiene las cosas claras. Los 19 empleados que trabajan con él seguirán cuando se levante el confinamiento. «Vamos sobreviviendo y no habrá despidos», garantiza. «Continuaremos tal y como estamos. No sé cuándo será, aunque parece que va para largo, pero juntos hemos llegado hasta aquí y juntos seguiremos caminando». Confía en que «lleguen las ayudas» y, sobre todo, en la «fidelidad» de su clientela. Más le preocupa el «cambio de hábitos» y que la gente, pese a levantarse las restricciones sanitarias, «siga teniendo miedo a salir a la calle y pensando que el virus continúa pululando por ahí. Por activa y pasiva, caen las ventas y, aunque la comida asiática se lleva mucho, voy a intentarlo con todo el equipo».
Café-Bar Presley
Mari Jose Santisteban
«Llevamos el negocio cuatro hermanos:yo, Mikel, Unai y Joseba. Los cuatro estamos en casa, sin cobrar y sin trabajar. Entran 0 ingresos y los gastos siguen corriendo», advierte. Los hermanos Santisteban heredaron hace tres años el local del número 179 de Lehendakai Agirre, que su padre dirigió con éxito durante tres décadas. A ellos también les iba bien hasta las tres de la tarde del sábado 14. Desean que «esto no se alargue más» y puedan empezar a trabajar «dentro de un mes», aunque tampoco tienen muy claro si se cumplirán esos plazos. «Todos rozamos los 40 años y empezábamos a ver un poco de beneficios». A la familia le puede ahora la «ansiedad».Con la incertidumbre de «qué pasará» y mientras preparan «los papeles de la prestación», dudan si podrían aguantar «un mes más cerrados. Vemos el peligro y quizás tengamos que tirar de ama y aita», aventura.
Etxanobe
Fernando Canales
Fernando Canales luce estrella Michelin y es una de las voces más calmadas del sector. Con 27 empleados a su cargo en el Atelier y la Despensa de Etxanobe, dice que ha vivido «todas las crisis», aunque esta es la «más desconcertante. Me preocupa más lo que pueda pasar que lo que realmente está pasando. Ha sido un imprevisto absoluto para lo que nadie estaba preparado». Sin embargo, admite que la «incertidumbre» está llevando a muchos profesionales a «ponerse en lo peor».Él se siente optimista. «Parece ser que puede ir para largo, pero ¿y si de repente se encuentra rápido un antídoto o los test de detección nos permiten controlar la enfermedad?», reflexiona. Canales cree que un restaurante «saneado» y con la plantilla «estabilizada» no debería tener problemas para superar «estas dos semanas de cierre». Otra cosa es que el cese se prolongue más en el tiempo «y lleguen grandes pérdidas», razona.
Bar Ledesma Nº 5
Iván Fernández
«Todo el mundo cree que los dueños de los bares nos hacemos millonarios, pero trabajamos con unos márgenes muy justos y, a poco que tengas un descuido, se te va el beneficio. Parece que ganamos mucho, pero los gastos de personal, los alquileres, la presión fiscal y suministro son bárbaros. Si paras, al final mueres». Así define el 'Viernes 13' acaecido este mes. Iván Fernández lleva casi 20 años en el mundo de la hostelería. Su primer pelotazo fue el Soho de Rodríguez Arias y ahora triunfa con el Ledesma Nº5, pero reconoce que el Covid-19 ha supuesto un «golpe brutal. Nos ha parado en seco y sin un gran colchón detrás. Nosotros aún no tenemos todo pagado y seguimos debiendo dinero a proveedores». Por eso agradece «las ayudas que van a aportar» los Gobiernos vasco y central y la mediación de Elkargi, sociedad de garantía que avala de forma solidaria a miles de empresas vascas.
Bar Katakumba. Barakaldo
Iñaki Ortega
Iñaki Ortega se acercó al Katakumba el miércoles por primera vez desde que empezó el confinamiento. Es el bar que regenta con dos socios en Lutxana (Barakaldo). «Estamos viviendo esto con mucha incertidumbre. Intentamos hacer gestiones para ver qué tipo de ayudas podemos conseguir», explica. El local, muy concurrido, levanta la persiana a las 6.30 horas, para que los trabajadores de la zona puedan tomarse su café. Los fines de semana el cierre se alarga hasta las 23.30. «Ahora venía una época buena con las fiestas de Lutxana y la final del Athletic», lamenta. El negocio, que lleva abierto tres años y medio, había cubierto con vitrinas la zona de pintxos. «Usábamos guantes, aunque los últimos días ya estábamos esperando el aviso de cierre. Nos lo olíamos», afirma. «La gente tenía miedo de estar en sitios cerrados, y nosotros también andábamos preocupados».
Bar Magic. Basauri
David Peña
David Peña, propietario del Magic, es consciente de que aún queda tiempo por delante para superar esta situación. «Puede ser más de un mes». Su negocio da de comer a «cinco» familias. Todavía desconoce cómo costeará los gastos. «Hasta finales no sabemos nada, hay falta de información, pero entendemos que nosotros pagaremos parte y que se aplicará un ERTE», apunta.
Considera, en cualquier caso, que es un «coste muy alto» para los autónomos. «Hay que pagar impuestos, sueldos, seguridad social...». A esto se añade la comida que tuvo que tirar y la que repartió entre los empleados. Le preocupa el regreso a la normalidad cuando el virus quede doblegado, porque «esto no va a arrancar de un tirón, va a ir poco a poco». «Son momentos muy duros, mi establecimiento está en el centro de Basauri, pero vivo en El Kalero y la gente tiene miedo», alerta.
Restaurante Ibai-Gane. Amoroto
Aitor Maguregi
En el Ibai-Gane, muy cerca de Lekeitio, esperaban la la Semana Santa «como agua de mayo». «Estamos en una comarca en la que dependemos de un turismo muy estacional donde los meses de invierno son muy complicados», asegura Aitor Maguregi. «Aquí, el negocio comienza a moverse tras el puente de San José».
La pandemia ha tirado por la borda todas sus previsiones. «Las reservas a corto plazo han quedado todas anuladas y aún mantenemos las que quedan mucho más lejos, hacia octubre», reconoce el empresario, que habitualmente atiende en sus tres salas a 140 comensales. «El 90% de los hosteleros de la comarca está en una situación delicada», afirma. Además del restaurante, cuentan con una línea de producción centrada en la distribución de comida preparada, que tampoco se ha librado del golpe económico. «Habíamos acumulado un stock importante, pero...».
Cafetería Zuazua. Plentzia-Gorliz
Isolda Cruz
A la brasileña Isolda Cruz se le pasa el día «volando», pese al confinamiento, porque su rutina incluye mejorar la gestión para cuando abra su bar. El confinamiento le ha llegado en el peor momento. «Llevo 2 años y pico pasándolo mal. Desde la separación, ha sido empezar de cero y pelear. Y ahora esto…».
Pero no se amilana. «Sólo entiendo la pelea, así que voy a abrir y seguir peleando para mejorar», asegura contundente. Su plan de encierro en casa es una rutina plagada de actividad. «Me levanto a las 6.30 y hago mi rutina. Primero, deporte, luego la casa, y después los papeles del bar. Lo hago porque quiero aprender, porque el papeleo era lo que se me daba mal». Y a las noches cultiva un hobby aparcado: el dibujo. Madre de dos hijos de 24 y 22 años, calcula que los gastos le supondrán unos 5.000 euros por la hipoteca del piso y el coste del establecimiento con la persiana cerrada.
Dos bares y una discoteca. Durango
Christian Barreira
Son las ocho de la tarde. Los aplausos por los sanitarios han cesado y desde el balcón del durangués Christian Barreira suena el 'Bohemian Rhapsody' de Queen. Es la forma en la que este hostelero, con tres negocios en la zona de Tabira, anima la cuarentena. «No recuerdo haber tenido un día libre en el último año. Y ahora estoy confinado», admite. Se levanta a las siete, días alternos, para dar el biberón a su hijo de cinco meses y vuelve a la cama hasta las 9.10. Esos diez minutos de remoloneo que se niega a desechar. Luego llega la limpieza de la casa y sesiones deportivas en 'streaming'. «Es importante mantener la cabeza en otro sitio, hacer deporte y seguir unas rutinas para no pensar en los problemas». Agradece las ayudas al sector pero cree que son «insuficientes». Ha aplicado cinco ERTEs a sus empleados y ha llegado a un acuerdo con el propietario de los locales para no pagar el alquiler de abril.
Restaurante Maisu. Santurtzi
Maite Tejerina
«El fin de semana que se decretó el estado de alarma teníamos 162 reservas y habíamos hecho pedidos de pescadería, carnicería, vino, marisco…», explica Maite Tejerina. Los días previos las anulaciones de mesas habían sido constantes, a medida que los ayuntamientos iban cerrando servicios y crecía la preocupación. El restaurante Maisu cuenta con siete trabajadores. «Estamos todos en un ERTE y los que somos autónomos, en el paro», afirma Tejerina, que tilda de «una vergüenza» que ni siquiera se les vaya a descontar el pago de la seguridad social. «Con el local cerrado, sólo de luz abonamos 700 euros al mes por la potencia contratada para cámaras frigoríficas y aparatos». A estas cifras se suman los productos adquiridos, que en muchos casos no aguantarán hasta la reapertura. «Tenemos 4.000 euros de facturas en las baldas». Ha repartido entre vecinos 14 cajas de lechugas y 20 kilos de tomates.
Restaurante Akebaso. Atxondo
Izorne Luengo
El ajetreo de la primavera en el restaurante Akebaso, a las faldas del Anboto, se ha convertido en silencio. Las cinco bodas programadas para marzo y abril se han pospuesto a los viernes veraniegos o al próximo año, y el comedor que entre semana da de comer a industriales ya no cierra negocios. Sin embargo, la actividad no ha acabado. Si la semana pasada 'regaló' en su cuenta de Instagram @akebasojatetxea una suculenta merluza en salsa verde, arranca estos días una serie de publicaciones con recetas sencillas. «Entretenernos entre pucheros es una buena idea para pasar el rato estos días y disfrutar en familia», asegura Izorne Luengo. El cierre «forzado» les ha obligado a aplicar un ERTE a sus cinco empleados. Sólo la boda aplazada el pasado 14 de marzo, día y medio antes de su celebración, le ha supuesto un gran coste en materia prima. Estaba programada para 140 comensales.
Bar Txoko. Zaratamo
Lucía Díaz
Lucía Díaz y su madre, Eve Norte, son uruguayas de nacimiento, pero vascas de adopción. Residen en Euskadi desde «hace catorce años». Y desde hace tres años y medio regentan el bar Txoko del barrio de Arkotxa, en Zaratamo. La incertidumbre no les deja descansar. «Tenemos suerte porque mi casero este mes me cobrará medio mes y el siguiente, si seguimos así, me lo perdona. Pero el resto son todo gastos que tenemos que costear», asegura Lucía. «Nosotras vivimos de este negocio. Nos hemos quedado sin ingresos, si tienes dinero ahorrado pues bueno, pero en caso contrario es un desastre», apunta la joven. Las pérdidas también se acumulan. «Teníamos comida, pizzas, hamburguesas, pintxos... No sabemos si va a servir, seguramente haya que tirarlo a la basura», lamenta. «Esperamos que haya ayudas para los autónomos, aunque hasta que no me lo diga mi asesora no me lo creo», apunta.
Taberna Unai. Getxo
Unai Paredes
«Salí en el Jantour de EL CORREO unos días antes y no paraban de llamarme cuando tuve que cerrar. Se me han caído un montón de reservas. La obligación de cerrar me ha llegado en el mejor momento. Estaba trabajando muy bien». Unai Paredes sigue ahora trabajando en la Hamburguesería Ekin, de Algorta, que también regenta. «Estábamos muy contentos. Cada vez había un poquito más de trabajo, pero todo se ha venido abajo cuando llegaban el puente, el despertar del verano y de las fiestas».
Todos los gastos de la hipoteca y de la Taberna Unai le supondrán unos 6.000 euros mensuales. El miedo es que todo esto se prolongue más allá del tiempo del parón pandémico decretado por el Gobierno. «Lo peor es la incertidumbre sobre la apertura porque nadie sabe cuándo terminará todo. Quisiera saber si vamos a coger las fiestas del pueblo cuando abramos».
Negocios en Bermeo y Busturia
Guillermo Romero
Guillermo Romero es uno de los mayores hosteleros de la comarca de Busturialdea. Cuenta con una taberna irlandesa y una cafetería en Bermeo, además de gestionar el bar de la Torre Madariaga de Busturia y otro en el barrio Altamira. La plantilla suma un total de 18 trabajadores a los que ha tenido que aplicar un ERTE. Hacer frente a los gastos de sus cuatro negocios le va a resultar «imposible», por lo que ya ha solicitado préstamos ICO para dos de sus empresas. «Tengo que pagar un alquiler, la paga extra correspondiente a abril y otros muchos gastos... y tirando del bolsillo». «Lo que más desasosiego e incertidumbre me provoca es no saber lo que va a venir y cómo será el proceso de recuperación», dice. «¿Y qué pasará con el turismo que nos llegaba? Desde luego se va a resentir mucho», augura. De momento 'disfruta' de su primer mes de vacaciones «en 27 años».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.