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Eduardo Acebes, el hermano de Virginia Acebes, la joven bilbaína asesinada en Artxanda hace 20 años, ha sido uno de los participantes en la lectura colectiva organizada por el Ayuntamiento en el Teatro Arriaga. Su lectura, un texto de elaboración propia, ha conmocionado al ... público por su crítica al silencio y a la negación de la violencia machista. «16 horas y media, ese el tiempo que la sociedad ha dedicado simbólicamente a denunciar los crímenes de mujeres asesinadas por sus parejas. Es la suma de mil minutos de silencio, uno a uno. Entre todos, no suman ni un día, pero llevamos 16 años llenos de palabras y justificaciones para hacer de la violencia de género algo normal, que se convierta en accidente, homicidio. Se trata como a gente normal y corriente a los asesinos hasta que los enferman cuando matan diciendo que eran locos y alcohólicos o drogadictos. Medio día para las víctimas y 5.839 días y medio para los agresores, el tiempo que ha sumado todo este silencio», ha denunciado.
Según ha relatado, «las mujeres pueden ser víctimas de homicidios cometidos por drogas, reyertas y atentados, pero además son víctimas de la violencia que ejercen los hombres sobre ellas, al amparo de las referencias sociales y culturales que justifican su uso y minimizan su impacto y consecuencias». Acebes ha citado los informes del Observatorio de la Violencia sobre la Mujer, que recopila los datos que existen desde el año 2003. «Según este informe, las más de 1.000 asesinadas son víctimas desde la adolescencia y continúan siéndolo hasta las edades más avanzadas de la vida, aunque la franja de edad en la que más crímenes se perpetran es desde los 31 a los 40. Lo único que tienen en común es su relación con un un hombre que llegó en nombre del amor y que las mató en nombre propio».
A su juicio, «ninguno de estos crímenes se podría haber perpetrado sin esos 5.839 días de silencio y pasividad». Aun así, ha opinado, no es el silencio y la pasividad la que se vuelve cómplice de los asesinatos, si no «la normalidad activa y cercana de cada día capaz de callar las denuncias, los comentarios de que todas las violencias son iguales, de que los hombres han perdido la presunción de inocencia, o sobre denuncias falsas y así desviar la atención y dirigir la confusión hacia la conciencia». «En mi caso, no fue la violencia doméstica la que me separó de mi hermana, fue la violencia de los hombres contra las mujeres», ha aclarado.
«La violación no es un placer, es una tortura por la que nadie debería pasar. Mi hermana no disfrutó mientras le arrebataban la vida con 19 años, la cual esa persona le privó de vivir. Ni Diana Quer cuando la quitaron el aliento. Sin olvidar los numerosos casos que siguen sin resolverse. Las mujeres deben ser libres para ir solas y vivir sin miedo no para vivir aterrorizadas en cada momento». «Esta es la realidad, cuando se denuncia no se las cree de todo, y cuando se las cree, el cuestionario se dirige a las victimas por lo que han hecho o han dejado de hacer y no contra los agresores por lo que hacen, y cuando se solicitan medidas de protección, la inmensa mayoría no se conceden, y la violencia continúa hasta llegar al homicidio con o sin denuncia previa».
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