Atentado en Afganistan: una bilbaína herida
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Atentado en Afganistan: una bilbaína herida
Así eran los viajes de la bilbaína Araceli Tamayo: «En Hebrón vigilaban todos mis movimientos»Araceli Tamayo es una viajera apasionada que disfruta viviendo experiencias fascinantes en «lugares mágicos» y destinos poco habituales para luego desgranarlos en el blog de la Asociación de Jubilados y Pensionistas de BBK. Tamayo, que fue secretaria de José Ignacio Barroeta, expresidente de la entidad ... bancaria fallecido el año pasado, se adentró en la primavera de 2020 para conocer el otro 'Camino de Santiago', el del Kumano Kodo de Japón. Los únicos del mundo, dice, que ostentan el título de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
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Araceli hizo este recorrido de senderismo en cuatro etapas y cinco días. «No recuerdo cómo tuve conocimiento de este Camino», escribió. Sí sabe que encontró compañeras dispuestas en cuanto se lo comentó a sus amigas Isa Blanco, Marije Expósito y Mariasun Landeta, con las que le une «la afición a andar por el monte». Degustaron buenas sopas de ramen. Algunas jornadas apenas se toparon con gente «de lo tranquilos» que eran los pueblos por donde «deambulaban». Atravesaron espesos bosques de coníferas altísimas, «de manera que en algunos momentos era tal la espesura que apenas podíamos divisar el cielo».
En las primeras etapas paraban en áreas de descanso, donde compraban bebidas frescas para acompañar «los sobres con jamón al vacío que siempre llevamos para casos de emergencia». Descubrieron pequeñas casitas típicas y hubo días que acabaron agotadas. porque algunos recorridos eran auténticos «rompepiernas».
El grupo tuvo que desviarse en una ocasión «del camino original debido a los grandes desprendimientos de tierra que arrastraban enormes cantidades de pinos. Llegamos a Yunomine cuando estaba casi anocheciendo. Calculamos que habíamos caminado unos 30 kilómetros. Al día siguiente lo tomamos con calma, simplemente fuimos caminando para visitar el gran templo de Hongu Taisha. La entrada está enmarcada por un inmenso torii (una especie de marco de madera de color rojo ). El torii –subrayaba– más grande del mundo, que mide casi 34 metros de alto y 42 de ancho. El templo está rodeado de campos de arroz que junto con el azul de un día radiante formaba una preciosa postal».
El último templo que visitaron fue el Kumano Nachi Taisha. «Es el santuario más bonito, especialmente por la cascada Nachi-no-Ota, el salto de agua más alto de Japón. Nos sentimos un poco contrariadas por la gran borrasca y niebla que incluso no nos dejó ver el fantástico entorno. Terminamos en Katsuura, otro pueblito pesquero, donde degustamos sushi con una gran variedad de pescado crudo fresquísimo».
La expedición les reportó anécdotas que, por fortuna, no pasaron a mayores. «A lo largo del camino hay unos postes con una campana, con objeto de tocarla para ahuyentar a los osos. Por cierto, no percibimos ningún movimiento raro», bromeaba. El viaje tuvo momentos deslumbrantes, como cuando llegaron a Tsumago. «Nos encontramos, de repente, paseando por un desértico pueblo del periodo Edo y sentimos como si nos trasladásemos al pasado».
Un año antes, en junio de 2019, apuntó en su blog la fascinación vivida en el Camino de Abraham, en Israel. Recorrió Tel Aviv y pasó el histórico puerto de Jaff, donde acumuló experiencias inquietantes. «Me sorprendió en especial el lugar donde reservé mi hotel. Se trataba de una zona que se intuía fuese a ser derribada por el avance rápido de grandes hoteles y avenidas; pero mientras tanto era una especie de gueto con una colonia amplia de chinos y africanos».
Durante su estancia sintió las alarmas antiaéreas «y, al cabo de un rato, una gran explosión. Al día siguiente averigüé que se trataba del lanzamiento de un cohete desde la Franja de Gaza. A continuación, los israelíes bombardearon toda la zona donde estaban instaladas las oficinas de Hamas con las consabidas muertes civiles».
En Belén se topó con el Muro construido en 2001, «después de la Segunda Intifada, cuando Israel empezó a construir una barrera de 8 metros de alto, que acabaría separando Cisjordania de Israel. Está decorado con pinturas progresistas y propalestinas, incluyendo una pintura real del famoso grafitero Banksy», anotaba.
Araceli Tamayo conoció también Aida, campo de refugiados palestino. «Me llamó la atención un grafiti en donde relacionaban Palestina con Gernika (aunque no es correcto el año)», matiza.
Pero de aquel viaje se queda, sin duda, con Hebrón. «Nunca un lugar me ha provocado un desasosiego como el que he sentido en la ciudad fantasma de Hebrón. He paseado por sus calles desiertas, en la zona H2, sin poder quitarme de encima la sensación de que alguien vigilaba cada uno de mis movimientos. Y es así: en Hebrón siempre hay alguien observando. Generalmente, con un arma en la mano, lo que no proporciona mayor tranquilidad, aunque sepas que tú no eres el objetivo. Pocos lugares hay más críticos y sensibles al conflicto palestino-israelí que Hebrón».
Por aquella fechas el centro de la ciudad se le mostró «como realmente es, con la algarabía y bullicio propios de una ciudad árabe. Pero todo cambia cuando te adentras en la Ciudad Vieja y aparece la primera red metálica sobre tu cabeza, puesta ahí para proteger de la basura e incluso muebles que los colonos arrojan desde sus ventanas para obligar a los palestinos a abandonar sus tiendas. Cuentan que hasta no hace mucho tiraban orines y heces, y aún hoy hay quien arroja agua hirviendo, lejía o pintura, contra lo cual las redes no pueden hacer nada. Es una lástima esta situación tan lamentable porque las callejuelas del casco antiguo no pueden ser más bonitas, y sería una maravilla poder verlas en su esplendor, con las tiendas abiertas, vendedores pregonando sus mercancías y niños jugando. Pero a cada paso el panorama empeora, hasta llegar a un punto en el que, mires donde mires, solo ves galerías absolutamente desiertas y puertas selladas desde hace años».
Junto a la Tumba de los Patriarcas. le sorprendió la simpatía de los soldados israelíes «y, muy particularmente, el que me preguntó de dónde soy. Al mencionar Bilbao se rio y exclamó: 'Oh…. Athletic…'. Así es como me dio paso sin ponerme ninguna pega».
El Camino le llevó algunos días por valles bellísimos «y con infinidad de pastores que se me acercaban para charlar e incluso ordeñaban ovejas y cabras para que pudiéramos degustar la leche (claro que una vez hervida). También pasamos una noche en una tienda de beduinos y contemplamos un amanecer espectacular con el Mar Muerto y el Valle del Jordán al fondo», escribía, entusiasmada, en el blog donde cuenta sus aventuras esta apasionada viajera, que evoluciona favorablemente de las lesiones sufridas en el atentado terrorista de Afganistán.
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