
«Este es el viaje de los viajes»
Aventura y homenaje ·
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Aventura y homenaje ·
Los bilbaínos Ignacio Corcuera y Begoña Ugarte dan la vuelta al mundo con un libro del periodista Manu Leguineche como guíaEn 1965, nadie sabe muy bien con qué argumentos irrebatibles, el joven Manu Leguineche consiguió sumarse a la vuelta al mundo que habían emprendido tres ... estadounidenses y un suizo a bordo de un Toyota Land Cruiser. ¡Y eso que ni siquiera sabía conducir! Aquel chaval de Arratzu de 23 años se acabaría convirtiendo en uno de los gigantes del periodismo en España, tan premiado en lo profesional como apreciado en lo personal, y supo condensar la accidentada expedición de sus años mozos en 'El camino más corto', un clásico de la literatura de viajes en el que caben batidas para cazar tigres, partidos de fútbol con el rey de Camboya, «plagas medievales», monos que devoran pasaportes y, ya que pasaba por allí, entrevistas a personajes como el Dalái Lama o Teresa de Calcuta.
Cuando se cumplen sesenta años de la aventura de aquellos cinco locos, bautizada como Trans World Record Expedition, el bilbaíno Ignacio Corcuera se ha propuesto reproducirla en una versión adaptada a nuestros tiempos: «Yo siempre he tenido tres referentes: Félix Rodríguez de la Fuente, Miguel de la Quadra-Salcedo y Manu Leguineche. En realidad, son referentes de toda una generación. Y la vuelta al mundo es el viaje de los viajes, el mito de Julio Verne y de cualquiera a quien le gusten la geografía, la historia y la naturaleza. No se trata de emular a Leguineche, vasco universal, sino de homenajearlo y recordarlo», aclara Corcuera, un apasionado de la exploración (todo el mundo le conoce por el apodo de Livingstone) y de los vehículos a motor (ha participado en seis 'dakares') que atiende a EL CORREO desde Ciudad Ho Chi Minh (Vietnam), el punto donde se encuentra en ese momento su Trans World Expedition 2. En la empresa le acompaña su pareja, Begoña Ugarte, con quien comparte entusiasmo y volante: «En realidad -se ríe-, ella es aún más viajera que yo».
Su partida estuvo precedida de un año de meticulosa planificación, rematado por un último mes de caos en el que muchas cosas se fueron desbaratando, pero Livingstone se toma esos reveses con flemática filosofía de explorador. Para empezar, de momento han tenido que prescindir de su vehículo, un precioso Mercedes Benz clase G de 1983 («el rey de los 4x4») al que han llamado Grifo, en referencia a la bestia mitológica con partes de león y partes de águila. «Nuestra intención era hacer todo el recorrido con él, pero nos ha resultado imposible. Estados Unidos ha puesto muchas trabas a la importación temporal de vehículos europeos y en Australia, donde se circula por la izquierda, exigen una especie de ITV, así que estamos haciendo esta primera parte del viaje en coches de alquiler. Recuperaremos el nuestro en el puerto indio de Mundra», explica. Además, están rodeando el mundo hacia el oeste, en el sentido inverso al de Leguineche y compañía, con la esperanza de que mientras van dando la vuelta «se enfríe un poco la situación en Oriente Medio».
- Le darán mucha rabia tantos cambios, ¿no?
- Bueno, el 'leitmotiv' de este viaje es comparar el mundo que vio Manu Leguineche y el de hoy a través de una especie de 'road movie', ver cómo hizo él las cosas y cómo las hacemos nosotros. No vamos a poder pasar por Libia, ni cruzar la frontera de Argelia a Marruecos. Esos impedimentos no los tuvo él: se topó con otras muchas complicaciones y, desde luego, no contaba con la tecnología actual, pero a veces le bastaba regalar una cajetilla de tabaco para que le dejasen pasar las fronteras.
El recorrido de Ignacio y Begoña arrancó el 3 de marzo, tras una fiesta de despedida en Arratzu, y durará en torno a cuatro meses para concluir también en la cuna vizcaína de Leguineche. «Nos hace falta una logística muy fina, quirúrgica, porque he pedido una excedencia de cinco meses», detalla Corcuera, que trabaja como técnico de emergencias sanitarias, «de los que van pegando sirenazos en una ambulancia». La primera fase consistió en atravesar EE UU, con sus rectas eternas y sus paisajes de solemne austeridad. «El peor momento -comenta- lo vivimos en Arizona, con una tormenta de nieve de esas que solo se dan en la Biblia y en las películas. El mejor fue terminar la Ruta 66 y llegar al muelle de Santa Mónica después de atravesar el corazón de EE UU, más rural, más hospitalario, más normal y a la vez mucho más interesante que las grandes ciudades».
A continuación vino otra maravillosa inmensidad, Australia, un «paraíso de los todoterrenos» pese a la plaga de moscas que los atormentó en el sagrado Uluru, y después el «fantástico y fabuloso» Bali, donde les cayó encima un diluvio de los que hacen época. «Pero siempre con una sonrisa. Viajar es una droga y, como todas las drogas, requiere un aumento constante de las dosis. De momento hemos hecho lo que Manu Leguineche no hizo. Él se incorporó en Madrid y después se volvió desde Bali: en el libro habla de Australia, pero es lo que le contaron los amigos. Así que en Bali hemos tocado ya 'territorio Leguineche'», se ilusiona Livingstone, que también tiene previsto escribir un libro sobre la experiencia. Los tramos que le inspiran más respeto son los de Pakistán y Afganistán: «¡Siempre las guerras y los conflictos! Luego la gente es hospitalaria y agradecida en todas partes».
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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