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Los hosteleros de Castro Urdiales no tienen ninguna duda de que los veraneantes vizcaínos llegarán «pronto en masa», pero no fue ayer. Es más, no descartan que entre hoy y mañana recale gran parte de la amplia colonia vasca con segunda residencia en la localidad ... cántabra. Creen que el pueblo se «puede abarrotar de aquí al lunes» y que sus negocios notarán positivamente «el gasto» de los visitantes más deseados.
Sin embargo, tendrán que esperar. Ayer, reinaba una sensación de relativa «decepción» entre los comerciantes. Muy lejos de las previsibles avalanchas con que contaban a principios de semana. «Estamos casi igual que el lunes. Ha llegado poca gente. Todos esperábamos muchísimo más», se quejaba en la mitad de la jornada Carlos Sanz, dueño de Petit Comite, una de las principales tiendas de moda. «Los vizcaínos son muy importantes para nuestros negocios y se les echa mucho de menos», reconocía.
En el parque de Amestoy, con espectaculares vistas al puerto, algunas terrazas emblemáticas -Bristol y Texas- seguían cerradas, aunque a última hora de la tarde el Paseo Marítimo recobró el pulso que mostró en los días de mayo cuando se dispararon las temperaturas. «No hay tanto jaleo aún, pero en los próximos días esto puede ser un caos», reconocía Sagrario Rodríguez, una vecina de Barakaldo.
Ayer la cosa estuvo calmada en las primeras horas. Los vigilantes de Brazomar, la principal playa, también vivieron un día plácido. El servicio de Salvamento registró a lo largo de toda la jornada «un aforo bajo», lo que agradecieron Gorka Alcalde y Laura Gómez, de Trapagaran. «Es nuestro primer baño de la temporada», se felicitaron.
Las calles del Casco Viejo recobraron brío, mientras Domingo Urquijo, responsable del histórico restaurante El Marinero, agradeció la respuesta del público: «Ha habido buen ambiente desde primera hora de la mañana y se ha visto a mucha gente paseando. Tiene que llegar más gente de pueblos como Santurtzi y Barakaldo, porque, para nosotros, son media vida. Seguramente los empezaremos a ver» a partir de hoy, deseó.
En eso confía también Valentín Arroyo, dueño del Milenio, un bar de Cotolino. «Abrí hace 15 días y esto estaba muy parado, pero gracias a los vizcaínos empieza el movimiento». Por gente como Eva Robredo y José Luis Rojo, un matrimonio de Alonsotegi alegre por salir del «agujero» de estos tres últimos meses mientras daba cuenta de una ración de pulpo, o por los 12 integrantes de la familia Mira Zas, que celebró su reencuentro en el Alfredo tras estar sin verse desde final de febrero.
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