La familia Heredia-Spinola, propietaria del inmueble que desde 1903 acoge el Café Iruña de Bilbao, ha rebajado en dos millones de euros el precio de salida del emblemático edificio. Los dueños estarían dispuestos a desprenderse ahora de él por un montante cercano a los ... 18 millones de euros tras abaratarlo un 10%. Sin embargo, ni siquiera esta sustanciosa rebaja permite augurar una pronta venta por las dificultades «colaterales» del local, pese a su privilegiado emplazamiento –en pleno corazón del Ensanche – y con espectaculares vistas a Colón de Larreátegui y Berastegui.
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¿Por qué entonces un edificio que contaba aparentemente con todas las bendiciones para arrasar en el mercado inmobiliario ha despertado tan poco interés entre los principales promotores? A menos de 200 metros, la antigua sede de Iberdrola, en Gardoki, se reconvirtió rápidamente en viviendas de alto standing, mientras que grandes compañías del sector andan a la espera de que entidades bancarias saquen a subasta sus propiedades en el corazón de la 'city' para impulsar el desarrollo residencial. «Para empezar, esos 18 millones continúan siendo una cantidad muy fuerte. Con esos precios, por supuesto que no podemos entrar. Pero ni nosotros ni nadie. Descartamos hace tiempo este proyecto, como lo está haciendo todo el mundo», explica un relevante directivo de una constructora. «Pese a la rebaja sigue siendo muy caro. Es un edificio sobrevalorado», esgrime.
Pero hay otras razones que han echado atrás a un buen número de posibles interesados. El inmueble se vende «con 'ratón' dentro», como se conoce en el argot del sector a inmuebles a los que se quiere dar un nuevo uso y están ocupados por personas o empresas con rentas bajas. De los veinte negocios radicados en el mismo actualmente, tres de los más importantes tienen contratos de alquiler con vencimiento a largo plazo. La salida de ellos obligaría a negociaciones que acarrearían elevadas indemnizaciones, lo que estrecharía todavía más los márgenes de rentabilidad de cualquier transacción. Algunas tiendas de moda situadas en los bajos han abandonado recientemente las dependencias al aumentarles las rentas.
Además de su coste y la importante reforma interior que habría que llevar a cabo, las características internas de las instalaciones juegan en contra de la enajenación de esta propiedad. «Presenta importantes dificultades internas. No dispone de patio de manzana y los espacios internos son muy oscuros, por lo que las viviendas exteriores se venderían bien, pero ¿qué haces con las interiores? ¿Te las comes?», se preguntan varios empresarios. «Si estas deficiencias tuviesen solución a corto plazo, las ofertas se dispararían».
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