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Los lamentos vecinales llevan mucho tiempo escuchándose por Garellano, tanto «por los retrasos en las obras como por las molestias que se les generan. Sobre todo, a la gente de la calle Luis Briñas». Habla Begoña Gómez Vivanco, presidenta de la asociación de vecinos de ... Basurto. Es esa gente, la que vive en los edificios más vetustos de la calle mencionada, la que está teniendo que soportar tanto el trasiego que generan los trabajos de construcción, como el que provoca la estación provisional en superficie. Y también «el tránsito de viajeros por una acera que es estrecha» y «los hurtos que se producen entre Termibus y la salida del metro». Claro, en la estación «hay seguridad, pero en la calle no». De modo que ese trayecto, asegura la líder vecinal, se convierte en un entorno codiciado por los carteristas.
Después de soportar durante tanto tiempo estas penalidades, Gómez Vivanco apunta que los vecinos se sienten «algo olvidados» por el Ayuntamiento. ¿Por qué? Pues porque esperaban que, tras semejante penitencia, se reurbanizase la zona y se mejorase su parte de calle, en especial, la acera. Pero no. «La obra de la intermodal incluye sólo la carretera, el asfalto de Luis Briñas». No la zona peatonal.
Hay otros residentes del barrio que esperan con un ansia especial la apertura de la nueva estación: «Los que viven en la primera torre, la que da a la Termibus provisional», porque no sólo soportan el ruido de los vehículos sino ciertas dosis de vandalismo. La dirigente vecinal apunta que en los bajos del rascacielos a menudo «se queda gente durmiendo». Se trata, sobre todo, de personas cuyos buses salen de madrugada y pasan las horas previas en ese lugar. El hecho de que «la cafetería cierre por la noche» contribuye a que tanto ellos como la gente que llega de viaje a horas intempestivas no encuentre baños donde aliviarse. El resultado es que rincones resguardados de esta zona se conviertan en lugares, a menudo, poco salubres.
22 millones de euros es la inversión necesaria para construir la estación. Será asumida por la Sociedad Concesionaria Intermodal Bilbao, formada por varias empresas, que podrá explotar la infraestructura durante 40 años. Luego, el equipamiento volverá al Ayuntamiento.
4 plantas subterráneas. La estación -donde confluirán el metro, trenes de cercanías, el tranvía y los autobuses- tendrá cuatro plantas subterráneas que sacarán de la superficie todo el trasiego de autocares. Además, el espacio soterrado acogerá un parking de más de 500 plazas. En superficie se liberará una plaza de 12.500 metros cuadrados, cuyo acondicionamiento ya está avanzado, y se levantará un edificio que acogerá, entre otras cosas, una residencia de estudiantes y un hotel.
1.580 metros cuadrados tiene la zona destinada a los viajeros en el sótano -2, donde se encuentran las 30 dársenas. Además, habrá una zona VIP de 135 metros. Los buses entrarán por Gurtubay y saldrán por Pérez Galdós.
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