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Justo una semana después de la reapertura de la discoteca Moma, que se desarrolló el pasado jueves en medio de un despliegue de seguridad sin precedentes, los vecinos de Rodríguez Arias han vuelto a poner el grito en el cielo. Aseguran que la «tranquilidad» ha durado «solamente 24 horas» y denuncian que debido a la «falta de policías municipales en horas clave» la zona ha vuelto a ser pasto otra vez de ruidos «insoportables» y «colonizada» de nuevo por grupos de jóvenes que «practican botellón y dejan la calle repleta de vómitos y orines». «Viene a ser más de lo mismo de lo que padecemos desde enero. Esto no hay quien lo cambie», lamentó el director del Hotel Ilunion, contiguo a la sala. Álvaro Díaz-Munío señaló que Moma ha vuelto a superar los niveles superiores a los permitidos tras comprobar los resultados de la sonimetría realizada por técnicos municipales en distintas habitaciones del centro. Varios clientes fueron trasladados a otras dependencias ante la imposibilidad de poder dormir. «¿De qué sirve, de todas formas, que los policías merodeen por aquí si luego no hacen nada?», se pregunta el hotelero.
Frente a las críticas ciudadanas, el Ayuntamiento se ha reafirmado en que mantendrá hasta el próximo mes de febrero la presencia de patrullas que refuerzan a los vigilantes privados para evitar las trifulcas en esta céntrica arteria, especialmente en los horarios de apertura y cierre de la discoteca de moda de la capital vizcaína. Responsables del área de Seguridad Ciudadana desmintieron a los vecinos y explicaron a este periódico que desde el pasado jueves los agentes no han dejado de «vigilar en ningún momento la zona». Recordaron que en todo este tiempo tres patrullas han controlado de «forma permanente» el lugar y que atendieron «tres requerimientos» de inquilinos de bloques residenciales. Añadieron que a lo largo del fin de semana no se produjeron «incidentes de ningún tipo».
3 patrullas de la Policía Municipal vigilarán hasta el próximo febrero las inmediaciones de Moma para evitar incidentes. El plan del Ayuntamiento contempla la intervención de dos educadores para concienciar a los jóvenes sobre la necesidad de conciliar el derecho al descanso con el ocio nocturno, según Alfonso Gil.
Medios privados Moma complementa las medidas de «prevención» con la contratación de dos porteros que controlan las entradas y salidas de la sala y de un vigilante que inspecciona los cuatro portales de la zona para evitar que los clientes vomiten u orinen.
En la misma línea se expresó el dueño de la sala, que permaneció cerrada cuatro semanas en agosto como consecuencia de uno de los diez expedientes incoados por el Consistorio por exceso de ruidos. Luis Ángel Rodríguez afirmó que «sólo hubo algo de ruido» el pasado viernes y por espacio de «no más de 15 minutos», coincidiendo, «a eso de las seis de la mañana», con la salida de los clientes. «Dos de las tres patrullas que llegaron ese día se marcharon durante un rato porque no había prácticamente nada de gente. El sábado fue todavía más tranquilo, ya que la sala estaba repleta de personas de entre 30 y 50 años».
Sin embargo, los vecinos, que han realizado vídeos y fotografías para mostrar el aspecto de su calle «entre las cuatro y seis de la mañana», lamentan que la situación vuelve a ser «impresentable. Los prometidos vigilantes de seguridad se han quedado en porteros de discoteca. Un individuo herido con las manos ensangrentadas andaba buscando problemas en mitad de la vía», protestaron. «Vamos a seguir vigilando la zona», promete Alfonso Gil, titular del área de Medio Ambiente.
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