Martes, 27 de febrero 2018, 00:32
Será una cita histórica. Cinco de las principales asociaciones vecinales de la capital vizcaína –Afectados Rodríguez Arias, Uribitarte Anaitasuna, Foro Cívico de Bilbao, Calle Príncipe-Gran Manzana y Bihotzean del Casco Viejo– se reunirán este miércoles por primera vez con la inmensa mayoría ... de grupos políticos con representación municipal en el Ayuntamiento para trasladarles sus inquietudes. Tanto el PSE como el PNV, su socio de Gobierno y fuerza mayoritaria, han confirmado que asistirán a la reunión.
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Los ciudadanos quieren conocer de primera mano «qué opinan y qué medidas barajan» los dirigentes del equipo de Gobierno y de la oposición para acabar, entre otros problemas, con el ruido, la inseguridad ciudadana, el botellón, «la suciedad reinante en las calles» o la creciente privatización del espacio público por parte de terrazas de bares y restaurantes. Todas las asociaciones coinciden en denunciar la «tolerancia municipal» con los actos vandálicos que sacuden cada vez con mayor asiduidad la noche bilbaína. El encuentro tendrá lugar en el centro de distrito de Abando, en el número 5 de Barrainkua.
Los inquilinos de los bloques residenciales del tramo de Rodríguez Arias más cercano al Sagrado Corazón aseguran vivir «un infierno» desde enero del pasado año, cuando Moma, la discoteca de moda de la ciudad, que ya acumula once sanciones y dos cierres, abrió sus puertas. Desde entonces, no han cambiado su discurso. Siguen sin pegar ojo por culpa de los ruidos y las «peleas» que se suceden todos los fines de semana sin que el «Ayuntamiento tome cartas en el asunto».
Tampoco ahorran críticas a la Policía Municipal, a la que censuran su «pusilanimidad. Verles sí que se les ve por aquí, pero hacer, ¿hacen algo? Pues, sinceramente, no sé qué decir. De vez en cuando practican alguna que otra detención, pero acabamos volviendo siempre a las mismas», explica un portavoz, el único de las cinco asociaciones que actúan en bloque que prefiere mantener el anonimato.
Los vecinos advierten que ya no saben «qué hacer». Dicen que han dejado incluso de grabar vídeos en los que muestran los «actos vandálicos» que se producen casi todas las noches de los jueves y viernes a la salida de la sala de fiestas. «Nos hemos cansado. Es inconcebible que los agentes sorprendan a numerosos jóvenes orinando en la calle o haciendo botellón y no les multen. Es lo que toca. Estamos hasta las narices, porque no es de recibo vivir con unos sanfermines permanentes. En absoluto estamos en contra del ocio nocturno. Pero es intolerable que mientras otros se divierten, que nos parece muy bien, el Consistorio haga la vista gorda y acepte la práctica del botellón».
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A los vecinos de Uribitarte Anaitasuna no les salen las cuentas. O, mejor dicho, las tienen muy claras, aunque las consideran «injustas». Denuncian que el Distrito 6, con una población «de poco más de 50.000 vecinos», disponga de más de 700 locales de hostelería, entre bares, cafeterías, restaurantes, pubs y salas de fiestas, con un aforo «autorizado» para casi 48.000 clientes. «Sin contar los que se acomodan en las terrazas y bajo toldos instalados en las vías públicas», protesta Marisa Fernández. «El ratio ‘aforo-residentes’ supera ampliamente los niveles aceptados como óptimos en Europa», censuran.
«Chillidos, orines, violencia, broncas en las inmediaciones de dos de las discotecas más frecuentadas de la ciudad... Abando es un distrito para el ocio, diurno y nocturno. Los vecinos tenemos la impresión de que el Ayuntamiento ni se preocupa ni se ocupa de nuestros problemas y que los intereses exógenos (empresariales, turismo y diversión) prevalecen sobre los que atañen a la calidad de vida.
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Aparentemente, el objetivo municipal es transformar nuestra zona en el ‘parque temático de la diversión’ bilbaína», auguran. Ante este panorama, los residentes tienen cada vez más claro que la Corporación perjudica «el derecho al descanso» y juzgan «necesaria» una acción «inmediata» para recuperar la «tranquilidad» en las calles.
A veces, los protagonistas de demandas vecinales tienen que luchar contra toda clase de prejuicios. Es lo que le sucede a la asociación Foro Cívico de Bilbao, liderada por Verónica López. La organización agrupa a residentes de El Ensanche, una de las zonas con mayor renta per cápita de Bilbao. «Y, claro, mucha gente piensa que por vivir donde vivimos somos ricos. Y no. Hay mucha gente, sobre todo de avanzada edad, que a duras penas les llega para costear los gastos de calefacción». Aunque han alcanzado gran notoriedad pública por su oposición al plan de peatonalización de Iparraguirre, insisten en que no surgieron «únicamente» contra este proyecto.
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Temen, «por supuesto», que esta arteria acabe convirtiéndose en «una segunda Ledesma o García Rivero», pero subrayan que tienen la vista puesta «en muchas más cosas». Recuerdan, por ejemplo, que gracias a sus protestas han conseguido que el Ayuntamiento reduzca la velocidad en ejes como Alameda Recalde, «aunque todavía esté pendiente la instalación de los radares», después de alertar sobre la «excesiva» velocidad a la que circulaban los autobuses municipales.
Pero no se conforman con lo logrado hasta la fecha. A finales del año pasado exigieron al Ayuntamiento que pintara los bolardos de otro color (actualmente en gris oscuro) para que las personas mayores «los vean por las noches y no se golpeen con ellos, ya que han ocasionado varias caídas y golpes», según López. También han solicitado la revisión de las cuotas para las personas con una discapacidad superior al 60% en los polideportivos municipales. «En el resto del Estado son cuotas simbólicas y prácticamente sin coste», detalla.
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Los vecinos de la entidad Príncipe- Gran Manzana empezaron sus movilizaciones en la calle Príncipe, pero han acabado extendiéndolas al resto de la zona:Amistad, Muelle de Ripa, Villarías... Dicen estar hartos de que la «hostelería haga lo que quiera, con el beneplácito del Ayuntamiento. Les permite todo. Ciertos locales tienen impunidad», protesta su portavoz, Aitziber Ugarte.
Explica que algunos tramos, especialmente los jueves con la llegada de universitarios extranjeros a los bares de la zona, recuerdan a Pozas en días de partidos del Athletic. «Con los erasmus sufrimos mucho, ya que siempre acaban de la misma manera: con botellones descomunales. Los bares sirven cañas muy económicas, a un euro, pero mucha gente se trae sus botellas».
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Ugarte cree que las «aglomeraciones» dificultan el acceso de los vecinos a sus viviendas y exigen al Consistorio que «controle» la peatonalización de Villarías. «Circulan muchos coches por aquí y siguen sin instalarse las cámaras de grabación que nos prometieron», señalan.
Javier Rodríguez, responsable de Bihotzean, no se anda por las ramas:«Nos preocupa que no se cumplan las ordenanzas de Espacio Público ni del Plan Especial y que se respete tan poco el conjunto monumental del Casco Viejo. No puede ser que la Plaza Nueva esté atestada de terrazas que parecen casi casetas y se cubran con plásticos. Es una estética cutre e indecente que refleja el poder que ha adquirido la hostelería», denuncia.
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Rodríguez opina que el sector, avivado por un «turismo masivo», está «devorando» el tejido comercial y responsabiliza de este «desequilibrio» a los responsables municipales. «El Ayuntamiento se limita a conceder todo tipo de permisos, pero luego no realiza ninguna clase de inspecciones».
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