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El aumento de visitantes que experimenta la capital vizcaína ha llegado de la mano de la proliferación de los pisos turísticos. Alojarse en la vivienda de un particular, publicitada en plataformas como Airbnb, es una opción que convive con la oferta hotelera. Este incremento de ... viajeros ocasionales que pernoctan en edificios residenciales ha irritado más de una vez a los vecinos de Bilbao. Sin embargo, este enfado hasta ayer no se había traducido en un gesto visible. El primero se pudo ver ayer cuando en el barrio de Uribarri aparecieron vandalizadas una decena de las placas que identifican en los portales la existencia de estos alojamientos.
Los carteles que avisan de estas viviendas en el entorno de las calles Trauko y Esnagarritzaga amanecieron cubiertos de spray negro. El Ayuntamiento califica estos hechos como «casos puntuales», a la vez que muestra su rechazo «contra cualquier acto incívico» y ponen en valor la importancia de señalizar estos pisos para el alquiler de turistas.
«Es de entender que la gente esté harta. Cada vez llegan más visitantes, nos quitan los pisos a los locales que buscan un alquiler y después se marchan a consumir al Casco Viejo», comentaba ayer Laura Iturbe, residente en esta zona desde hace 30 años. La realidad es que Uribarri es el tercer distrito de Bilbao, tras el Casco Viejo y Abando, donde más viviendas turísticas hay instaladas. Según datos del Gobierno vasco, son un total de 145 las dadas de alta en el registro, aunque se calcula que alrededor de un 40% de la oferta en la capital vizcaína es ilegal.
La ubicación del barrio explica el por qué de esta proliferación: está cerca del Casco Viejo, pero no debe cumplir la regulación especial que se le impone a las Siete Calles, donde solo se permite un único piso por edificio. En el resto de la ciudad, en cambio, la única obligación es que las viviendas para turistas se ubiquen en la primera planta o en los bajos. Da igual si hay más de una por bloque. En el caso de las habitaciones pueden estar ubicadas en cualquier planta. «Uribarri tiene casas sin muchas plantas que al ofertarlas para visitantes, obligan a marchar a los locales», cuenta Iker Onaindia, que comparte portal con uno de estos pisos, con el que «nunca» ha tenido problemas.
En los mismos términos se expresa Iria Peleteiro, portavoz de la asociación vecinal SOS Alde Zaharra, que protesta por el «encarecimiento del precio de la vivienda que provocan estos pisos» para turistas. «Empezaron en el Casco Viejo y se acabaron expandiendo a barrios colintantes como Uribarri. Causan molestias a los residentes, crean inseguridad y nos expulsan a los vecinos», añade.
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