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El cierre de la hostelería anunciado ayer por el lehendakari, Iñigo Urkullu, cayó como una bomba en el sector, en el que se pudieron recoger ... con facilidad y abundancia reacciones que iban de la indignación a la desesperación, por no decir el llanto. Los hosteleros consultados coincidieron en señalar que afrontan un «futuro muy negro, no ya a corto plazo, sino a largo plazo» con esta medida que consideran «injusta», de eficacia cuestionable y «un castigo en el que pagan justos por pecadores».
Alberto Aparicio | Ático 14
«Indefensión» ante el cerrojazo. Con esta palabra resumía sus sentimientos Alberto Aparicio, responsable del pub Ático 14, situado en la bilbaína Alameda Mazarredo. «Urkullu dice que los hosteleros no somos el problema, que no hemos hecho nada mal, que el problema es la gente, que al juntarse propicia el contagio. ¡Pero va y nos cierra solo a nosotros!», señalaba con enfado. «Si el problema es la aglomeración de personas y no nuestra actividad en sí, ¿por qué no cierra el transporte público?», cuestionaba. «Nos prometieron ayudas. Qué ayudas, si no hemos visto ninguna», apuntaba en una dirección hacia la que señalaron muchos hosteleros. «Eso sí, los impuestos y tasas los tendremos que pagar. Que la basura nos la van a cobrar», añadía.
Eduardo Almándoz | Hot Dog's House
«Nos parece absurdísimo que no permitan trabajar con la comida a domicilio con un horario normal y haya que cerrar a las nueve», protestaba Eduardo Almándoz, dueño del Hot Dog's House, restaurante especializado en perritos calientes y hamburguesas, situado en la Alameda de San Mamés. «No tiene ningún sentido. A nosotros nos obliga a trabajar todos los pedidos en solo una hora, desde las ocho, que es cuando abrimos, a nueve». La alternativa para salir del paso sería el adelanto de la apertura. «Habrá que hacer cuentas sobre si puede funcionar», añadía. «¿Va a merecer la pena trabajar así? Cambiar el horario te garantiza gastos, eso seguro, pero no necesariamente ingresos. Que te pongas a servir antes no significa que la gente vaya a hacer pedidos antes. Hasta ahora, con las restricciones, hemos aguantado sirviendo en el local y por pedido. Pero tenemos que pensar qué hacer a partir de este momento y si nos compensa seguir trabajando solo a domicilio».
Ainhoa Vázquez | Ibáñez de Bilbao
«¿Quién me va a pagar la luz, el agua, los seguros sociales..?», se preguntaba Ainhoa Vázquez, responsable del asador Ibáñez de Bilbao, situado en la bilbaína calle del mismo nombre. «Hasta ahora hemos ido trabajando como hemos podido, con todas las limitaciones y medidas de seguridad, para intentar salir adelante. Pero esto, el cierre total, ya es horrible. Con este cierre ya no levantamos cabeza», lamentaba esta hostelera que ve perder «todo el mes de noviembre, que solía ser muy bueno», y teme por lo que pueda pasar en diciembre. «¿Cómo voy a llegar y qué voy a poder hacer en enero?», añadía.
Susana Martínez | Lasa
«¿Que cómo he reaccionado ante el anuncio de que tenemos que cerrar? Me he puesto a llorar», decía Susana Martínez, dueña del restaurante Lasa, situado en la calle Diputación de Bilbao, en un tono de voz que reflejaba bien a las claras que no estaba exagerando. «Es que no me parece justo. Teníamos algo de esperanza al poder trabajar con todas las restricciones, pero ya no hay nada que hacer», añadía, evidentemente afectada. «¡Si es que no puedes cerrar todo un puñetero sector así como así!», protestaba con indignación. «¡Nos vamos a ir a la mierda!». Como otros hosteleros, Martínez dudaba de los apoyos destinados al sector. «Se hinchan a hablar de ayudas. Pues yo no he visto ayuda ninguna. Dicen que las van a multiplicar. En mi caso será multiplicar por cero. ¡Si ni siquiera me han dejado ampliar la terraza!».
Patxi Rentería | Bowie y Bahía
Patxi Rentería, dueño del pub Bowie y de la cafetería Bahía, se mostraba también visiblemente indignado y animaba a todos quienes comparten su enfado a manifestarse con los hosteleros en la concentración convocada mañana sábado en Bilbao. «Espero que la Gran Vía se llene de gente, que reaccionemos, porque si no, nos merecemos lo que nos pase», afirmaba. «Qué quieres que te diga... Me dicen que me quede en casa, pero ¿alguien va a pagarme por quedarme en casa? Porque alguien tiene que pagar a mis trabajadores, a mis proveedores...». Las asociaciones vascas de hostelería «han pedido 187 millones de euros» para compensar las pérdidas causadas por la pandemia. «Y nos dan 15 millones para la hostelería. Una mierda. Las perspectivas no es que sean negras a corto plazo, son negrísimas a largo plazo», señaló el propietario de dos locales. «¿Cómo no vamos a estar de mala hostia? ¡Nos vamos a la puta ruina! Así de claro».
Encarni Sánchez | Sollube
La incertidumbre planea en el futuro de las cinco camareras del Bar Sollube, en el centro de Barakaldo. Encarni Sánchez es una de ellas y aunque asegura que sus jefes están volcándose con su plantilla, ayer estaban a lágrima viva tras el anuncio del cierre de la hostelería. «Estamos llorando todas. Tengo tres hijos y estoy separada, me voy al ERTE. Esto es un jarro de agua fría», aseguraba con la voz entrecortada. Fue una «sorpresa», ya que esperaban alguna limitación horaria más. Entiende que los dueños del local, ubicado en la Avenida de la Libertad, no puedan mantener a la plantilla. No sabe si podrán volver a abrir. «Si no hay ganancias, no nos pueden pagar. Estábamos resistiendo porque es un bar que da mucho pintxo, pero esto nos lleva a la ruina» .
Gustavo Corman | Kala Kantarepe
«O se cierra todo o no se cierra nada». Gustavo Corman regenta el bar Kala Kantarepe, ubicado en el centro de Algorta, y ayer su malestar era patente. «Es nuestro medio de vida», afirmaba tras conocer el anuncio del lehendakari. Desde que reabrió sus puertas en junio, en el local se ha cumplido a «rajatabla» con las medidas de higiene y seguridad. «Es injusto que solo tengamos que cerrar la hostelería. Esperaba alguna limitación horaria más, pero no esto», apuntaba el hostelero getxotarra, asegurando que aunque les dejasen mantener sus negocios abiertos, no se aventura a decir si podrían resistir. «El horario de cierre del fin de semana nos ha hecho mucho daño, peleando por cobrar algo del sueldo».
Juan Carlos Lozano | Bar Boxes
El Bar Boxes es un clásico de Basauri. Al otro lado del mostrador está Juan Carlos Lozano, que cree que podrá aguantar el chaparrón porque la terraza de la que dispone su negocio ha sido en esta dura época su tabla de salvación. «El que tiene un local pequeño y sin mesas en la calle está muerto. Muchos no podrán volver a levantar la persiana», opinaba ayer el veterano hostelero vizcaíno. No esperaba un cerrojazo inmediato, sino más limitaciones horarias. «Y si eso no funcionaba, sí pensaba que iban a cerrar, pero no ahora». El problema, a su juicio, volverán a ser las ayudas. «Dicen que van a ayudar, pero a mí cuando la pedí me llegó una notificación diciendo que me la denegaban por falta de fondos», reveló.
Eduardo | Bar Mendi
En el Bar Mendi de Barakaldo la noticia del cierre de la hostelería cayó como una losa. «Nos van a hundir. Si con tres mesas en la terraza ya no daba ni para pagar la luz, no sé ahora cómo vamos a terminar...», lamentaba Eduardo, su responsable. Es un local pequeño situado en la calle Zaballa, la popular zona de poteo de la localidad. Entre semana han ido tirando, pero con la limitación nocturna, obligándole a bajar la persiana a las once de la noche, «nos han matado». «El fin de semana ha habido un bajón muy grande», sostiene este hostelero fabril, que se hizo cargo del local en el año 94, aunque éste tiene más de cuatro décadas de historia. Eduardo clama que los hosteleros no tienen la culpa y que han cumplido de manera escrupulosa con las medidas. «No paramos de limpiar, hemos puesto geles, las mesas distanciadas... Ni en mi local, ni en ninguno de esta calle, ha habido ningún contagio en los profesionales. El problema es la gente que se junta en la calle», defiende.
Fernando | Kaixo
Las tortillas del Kaixo, en el barrio getxotarra de Algorta, son muy afamadas. Ahora serán la vía de escape para su dueño Fernando. «Siempre hacemos tortillas por encargo y ahora las llevaremos nosotros mismos a las casas. No nos queda otra», comentaba ayer este profesional del gremio, que confesó que tenía cierta esperanza por que no se decretara el cerrojazo total a la hostelería. «Nos están señalando como culpables y no lo comparto».
187,8 millones es el 'rescate' reclamado por la hostelería para salvar 16.000 empleos.
65% de los trabajadores del sector han estado o están en ERTE.
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