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El funicular de Artxanda sufrió el 11 de diciembre un desprendimiento cuando se realizaban unos trabajos de desbroce que obligaron a suspender el servicio. Primero ... por unos días, pero después, cuando se vio que la reparación iba para largo, se decretó por tiempo indefinido. Al final, se ha tardado cuatro y el funicular ha vuelto a abrir sus puertas este jueves. La interrupción supuso una faena para vecinos, trabajadores de restaurantes o residencias y para los usuarios de los recintos deportivos. El área de Movilidad del Ayuntamiento de Bilbao fletó una lanzadera con las mismas frecuencias que el 'funi', pero después de las navidades las redujo. Hoy, la normalidad ha vuelto el icónico transporte que trepa por la ladera del monte bilbaíno. Su regreso, con las habituales frecuencias cada 15 minutos, ha sido una buena noticia para todos.
Poco después de las nueve de la mañana padres que llevaban a sus hijos al colegio Trueba, usuarios que subían a desayunar al Txakoli, paseantes o vecinos que querían ir a hacer deporte al polideportivo de Artxanda, hacían cola para subir al 'funi'. El presidente de la plataforma vecinal Artxanda, José Mari Larrañaga, explica que este parón «ha sido un desastre» para los vecinos y que ha «trastornado» a los usuarios de los recintos deportivos. Él no ha tenido más remedio que tirar de coche estos meses.
Y es que son muchos los que, asegura, usan el vagón para todo, desde realizar compras básicas hasta acudir al médico. Es la columna vertebral de la vida en el barrio. «Esperemos que ahora no vuelvan a cortar el servicio en muchos años», desea. Lo mismo opinan otros usuarios. «Siempre voy a nadar a Artxanda porque me pilla más cerca de casa y hay menos gente, pero estos meses no he podido ir porque había muy pocas frecuencias. Cambiaron un 'funi' que pasa cada 15 minutos y tarda 3 en subir, por un bus cada 45 y que tardaba 20 en subir. He tenido que ir a nadar San Ignacio», explica la joven Natalia Gutiérrez, que ha podido volver a nadar en Artxanda.
«Por fin. Los que llevamos los niños al cole y quienes suben a trabajar nos quejábamos. Estoy muy contenta, porque hasta ahora teníamos que ir en bus. Teníamos que madrugar más todos. Y para recogerles igual... Teníamos que esperar allí una hora para poder volver», relata la joven amatxu, Marta Da Cámara, que lleva a los pequeños al Trueba. El regreso del 'funi' también ha sentado bien a quienes suelen ir a Artxanda a pasear. «En autobús lanzadera hemos ido alguna vez, se tardaba más porque era más recorrido, pero al menos podías ir, no tenía paradas», explican Lorea Suárez, de San Adrián, su marido Joseba, de Basurto, y su amigo Miguel Ángel, que ahora reside en Santutxu. Como están jubilados, suelen quedar al menos una vez a la semana. Por la mañana se dirigían a desayunar al Txakoli y después a dar un paseo hasta Begoña o hasta Deusto. Recuerdan que antes era muy típico pasar el día en Artxanda de cervecera. «Había bares, un casino, pista de hielo... De 20 años ha decaído bastante, aunque también la gente joven ha cambiado de costumbres, tienen otras alternativas de ocio».
Los trabajadores también lo agradecen. Eunate Garai descubrió el 'funi' durante una de las huelgas de Bizkaibus. Desde entonces se acostumbró a dejar el coche en Artxanda y acercarse a Bilbao en el recuperado transporte. Estos cuatro meses no ha tenido más remedio que volver a coger el autobús desde Mungia. «En bus te mueres del asco. Vamos como sardinas, y además nunca te garantizas coger el de vuelta. Vamos de pie, de mala manera, la mitad de las veces falla, porque hay accidentes. La vuelta es un infierno, es un horror. Pero este medio es puntual, tarda 3 minutos exactos, cruzo el Zubi-Zuri y ya estoy en el puesto. Y en coche, con la ZBE, no se puede y aunque se pudiera, la OTA o una parcela es carísima».
Los turistas también han aprovechado la apertura. «Vine en taxi y volveré en funicular», cuenta Vanessa Durán, de escapada exprés en la villa a la que ha llegado desde Oviedo. «Lo vi en Tik Tok y me pareció venir, además hay poca gente», relata desde el mirador. Wen, procedente de los Países Bajos, está haciendo el Camino de Santiago. Serán solo 7 días porque tiene que volver a trabajar. Esta misma tarde vuelve a casa. «No sabía que estaba cerrado por obras hasta hoy, así que soy afortunada. He subido y las vistas son preciosas».
Todos celebran una vuelta a la normalidad que solo romperán aún durante un tiempo las obras de modernización de la estación superior. Fueron adjudicadas por 1,48 millones y siguen ejecutándose.
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