José Urrutia es un peluquero que se gana la vida desde la calle Santa Lucía de Santutxu, pero sus trabajos tienen alcance global. Está acostumbrado a competir en los certámenes mundiales de mayor prestigio y ganarlos. El año pasado se impuso en los Fígaro, ... que vienen a ser el equivalente a los Goya de la peluquería española. 2019 fue un ejercicio extraordinario, ya que también se llevó los America's Beauty Show de Chicago, como mejor profesional del mundo. 2020 sigue en la misma línea. El próximo domingo se sabrá si engorda su palmarés y hace un hueco más en sus estanterías con los International Visionary Award, que se fallan en Londres.
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Urrutia compite en la categoría Mens. Está esperanzado e ilusionado porque estos galardones distinguen a los profesionales visionarios, «aquellos que se adelantan a las tendencias y son capaces de plasmar algo que no existe». Pese a sus éxitos, José tiene la vista puesta en las cabezas cuando atiende a sus clientes, lo mismo a hombres que a mujeres. Solo piensa en hacer bien las cosas. «Y en innovar», reconoce este artista nuevamente nominado a los Figaro.
Son ya casi 30 años en el oficio. Su trabajo rara vez pasa desapercibido. Lo mismo imparte cursos sobre la forma de idear colecciones que instruye sobre formas, recogidos, colores y texturas. Lleva el oficio en sus manos y tijeras. Durante el año pasado y lo que llevamos de éste sus colecciones han sido elegidas como portada en algunas de las revistas de peluquería más importantes del ámbito nacional e internacional.
Su impacto mediático se debe en parte a su participación en eventos como el BBK Live de la mano de la firma Yves Saint Laurent. ¿Qué tiene de especial este estilista bilbaíno? Más allá de modas y tendencias, Urrutia opina que debemos «investigar sobre lo que es esencial para cada persona en la vida, aquellas cosas que conforman su ADN, qué le hace diferente como individuo. En lo esencial, lo auténtico, está la verdadera diferencia. La globalización parecía haber llegado para unificarlo todo. Sin embargo, más allá de dictados o sugerencias, la libertad pasa por desarrollar al máximo nuestra personalidad y preferencias y disfrutar de ellas. Es decir, en marcar nuestra diferencia».
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¿La clave del éxito? «Empecé barriendo, lavando cabezas y fijándome mucho para aprender», suele repetir. Pese al inicial rechazo familiar, Urrutia decidió dar el salto. Ve en su trabajo una forma de aportar seguridad a las mujeres. Apasionado de la música de David Bowie y de la moda japonesa a la hora de crear nuevos estilismos, forma a peluqueros y se ha especializado en novias. Encargarse de las mujeres en uno de los días más cruciales de sus vidas se ha convertido en algo habitual, pero en absoluto desdeña las cabezas masculinas. «A ellos les gusta un corte mucho más estructurado», sostiene.
En tiempos de crisis lamenta que muchos clientes llegan llorando a su peluquería para que le arreglen los «estropicios» que les hacen. El éxito no se le ha subido a la cabeza. «Me considero un peluquero de los que se llaman de barrio, de trabajo y tesón; muy perfeccionista y muy autocrítico. Buscar siempre la mejor sonrisa de mi cliente es un premio», interpreta.
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En 1998 inauguró su salón de Santutxu. Desde entonces le han perseguido los mismos miedos: «Para mí, lo más difícil y el peor enemigo eres tú mismo, tus inseguridades, tu ego... Es una carrera de fondo, día tras día. La constancia te ayuda a superarlo todo». Urrutia trabaja por llevar a la peluquería al lugar que le corresponde, aunque asume que se trata de un oficio muy poco reconocido: «Forma parte importante de nuestras vidas y nuestra sociedad. Pero es una profesión muy denostada por nosotros mismos y me parece muy injusto. Conozco a muchísimos profesionales, entre los que me incluyo, que estamos luchando para que la peluquería tenga el lugar que se merece. La clave está en un servicio de mucha calidad, personal, cercano y atento. Los clientes acuden a nosotros cuando se encuentran en momentos hermosos de celebración, o cuando desean cuidar o cambiar su imagen y su cabello para sentirse bien. Debemos estar preparados y dispuestos para ofrecer lo mejor de nosotros, ayudándoles y acompañándoles para lograr su imagen personal deseada». Además de peluquero, Urrutia es un fotógrafo que retrata sus propias colecciones.
«La pasión es lo que me mueve y me motiva siempre. Si me apetece hacer algo, lo hago, con ganas y dedicación; si no, no. Por eso, fotografía y peluquería son una combinación que me motiva y las compagino muy bien en la creación de mis propias colecciones», esgrime.
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