El turismo aguanta el diluvio en Bizkaia

Aunque no son cifras para echar cohetes, el turismo ha aguantado el chaparrón. Da fe de ello Puppy, el guardián del Museo Guggenheim, con el que todo el mundo se saca fotos aunque jarree. Por la mañana, muchos han desafiado a los elementos para visitar el florido adorno del principal icono de la capital vizcaína. Hasta allí se han acercado filipinas residentes en Barcelona, indios que están de estancia laboral en Deba... Analin Espíritu, su hermana y su cuñada, tres chicas filipinas que trabajan en las tareas del hogar de familias barcelonesas, tenían fiesta, habían escuchado que Bilbao «era guay» y se han plantado en la ciudad. «Me encanta porque se ve que está muy viva por la noche. Aunque haga malo, hay mucha gente en la calle, en los bares..., ha explicado Analin, de 37 años.

También ingenieros electrónicos y mecánicos de Chennai, la capital de Tamil Nadu, la cuarta ciudad más grande de India, han recorrido con paraguas el centro de Bilbao. Llegaron el 23 de noviembre a recepcionar una máquina especial para fabricar piezas de coches que han comprado a la empresa Berkoa de Elgoibar. Se quedan a dormir en Deba, pero mañana tienen que partir de forma precipitada a su país, aunque su intención era quedarse hasta el 18 de diciembre. «Se rumorea que van a cerrar las fronteras del país por Omicron así que tenemos que salir corriendo. Tenemos miedo de que no nos dejen volver», explicó Praveen, uno de los jóvenes del grupo, todos de entre 30 y 36 años. En su ciudad la temperatura oscila entre los 26 grados en invierno y los 38 en verano, así que el tiempo no les ha parecido muy agradable, aunque según apuntaban, en su región justo están saliendo del monzón. «Queremos comer en un restaurante indio-nepalí y ver el centro de la ciudad», explicaban.

Sara Sánchez y Joan, de Fuenlabrada, mientras, visitaban Bilbao por primera vez. El padre de ella se ha mudado a la ciudad. Se están quedando en el hotel IBIS. «Hemos venido en autobús y planeado varias cosas, pero mi padre nos está llevando donde le da la gana», relataba. La capital vizcaína también ha sido el escenario de aniversarios. Esti Egaña, de Zumaia, y Alexis González, de Artemisa, en Cuba, de 28 y 25 años, celebran un año de amor y se alojan hasta mañana en el Carlton. Dos noches especiales para huir de la rutina. Viven en Donosti y se conocieron porque él, que trabaja en los astilleros de Zumaia, es el primo de la mejor amiga de ella. «Ya hemos venido más veces pero esta es especial», han expuesto. De hecho, han dejado al pequeño con los aitites. Hasta mañana, que vuelven.

Sobre la una del mediodía, una fuerte granizada ha provocado una desbandada general. Las terrazas se han vaciado y los pórticos de la Plaza Nueva se han llenado de gente buscando refugio de la tormenta. Además, un grupo de txistularis ha amenizado a los que tomaban un pote junto a la Taberna Plaza Nueva, donde no daban abasto. «El puente está siendo regular, porque el tiempo no acompaña», explicaba Ana García, del Negresco. «La culpa la tiene la lluvia y también, si la gente oye que si restricciones, que si pasaporte, no viene. Este puente no tiene nada que ver con el anterior. Para mí esta siendo un domingo normal y ayer hubo menos gente que un sábado normal. Hay personas de fuera, pero sobretodo turismo nacional, pero no con la alegría que podía haber venido otras veces. De Zamora, Madrid, Barcelona....».

La hostelera está preocupada por lo que pueda venir después, ahora que «empezábamos a ver la luz poco a poco, aunque no está siendo fácil recuperarse de un año y medio de pandemia. Si nos vuelven a cerrar el interior en invierno, nos matan». En la tienda Campesano, que vende también bocadillos de ibérico para llevar, el dueño, Pedro Martín, de 23 años, explicaba «que ayer nos fue muy bien y hoy mal, por el mal tiempo. Aunque aún queda lunes y martes. De momento está siendo peor puente que el anterior, pero habrá que ver cómo funciona todo el lunes y el martes». El joven, natural de Béjar, estudia último curso de Farmacia en Madrid y compagina los estudios con la tienda especializada en quesos y en ibéricos, donde también tiene un empleado. «Bilbao es uno de los lugares donde aprecian y valoran el ibérico, por eso la puse aquí. El lugar también está escogido estratégicamente».