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Todo indica que 2024 será un año histórico para el turismo en Euskadi, que no para de batir récords. Entre enero y septiembre, el número de visitantes ha crecido un 4% respecto al pasado ejercicio con un incremento del 7% en el turismo internacional, ... según datos oficiales. El sector se ha convertido en uno de los grandes motores de la economía vasca. Tanto, que nueve de cada diez vecinos lo consideran un pilar fundamental para el desarrollo del País Vasco. El dato se desprende del último informe sobre 'Hábitos turísticos y percepción sobre el turismo receptor' publicado ayer por el Gobierno vasco.
Uno de los puntos más relevantes del estudio del Observatorio Turístico es el análisis que realiza sobre la preocupación que sienten los vascos respecto a la llegada de visitantes, algo que ya se ha convertido en un problema en ciudades como Barcelona o Madrid. La principal conclusión es que aunque la presencia de los mismos ya forma parte de la fisonomía de la mayoría de ciudades vascas, no en todos los territorios ni capitales se percibe igual.
En Bilbao, donde en 2023 el turismo marcó su mayor récord superando el millón de forasteros, más de la mitad de la población (53%) cree que su impacto es positivo. La 'turismofobia' no cala. Ni mucho menos. Sólo el 13% de la ciudadanía considera que la llegada de visitantes es perjudicial, una cifra que casi se triplica en la capital guipuzcoana (36,3%). Aunque la presencia de turistas nacionales e internacionales en Euskadi es similar, el Gobierno vasco ha hecho una clara apuesta por el extranjero por su mayor gasto medio durante la estancia. El mercado francés es el que más visita Euskadi y en especial, San Sebastián.
La capital guipuzcoana recoge los peores datos respecto a la sentimiento que suscita la llegada de visitantes entre sus vecinos. El porcentaje sobre aquellos que lo ven positivo es del 39,8%, diez puntos por debajo de lo registrado en Bilbao. De hecho, un estudio reciente de la UPV reveló que seis de cada diez vecinos se sienten «molestos» o «estresados» por una actividad que consideran que afecta de forma negativa en la vivienda y la hostelería. La masificación en algunos puntos de la localidad ha provocado incluso que cientos de personas se manifestaran hace apenas unas semanas para exigir un «decrecimiento» en la llegada de foráneos.
En el caso de Vitoria, donde la presión turística es menor que en el resto de capitales, la valoración que hace la ciudadanía es incluso mejor que la de los bilbaínos. El 60% de la población cree que su impacto es bueno. Apenas un 4,6% lo ve como un impedimento. Pese a las grandes diferencias observadas, el Departamento de Turismo, Comercio y Consumo liderado por Javier Hurtado reconoció ayer en el pleno de control al Gobierno haber detectado una «tendencia creciente» del malestar que suscitaría una masificación del sector en Euskadi. La parlamentaria socialista Aroa Jilete apuntó que la consejería es consciente de la existencia de «tensiones de convivencia» a consecuencia de una mayor llegada de turistas.
Precisamente el informe, que se nutre de una encuesta realizada a 1.593 vascos mayores de edad, no sólo analiza la percepción diaria, sino también lo que sentirían si se produjesen masificaciones turísticas en sus localidades. El dato global evidencia ese alza en la preocupación. Porque si en 2023 el 15% de los vascos confesaba estar en contra de la abundancia de turistas en las calles, el porcentaje se ha elevado al 27%.
Pero al igual que ocurría anteriormente, aquí también se observan claras diferencias entre municipios. En Bilbao, sólo al 24% de la ciudadanía le disgustaría que se produjera este hipotético escenario, en Gipuzkoa al 58% y en Álava al 15%. «Somos conscientes del cambio de paradigma que ha supuesto el turismo y de que hay una preocupación creciente», apuntó el consejero Javier Hurtado en el Parlamento en respuesta a una pregunta lanzada por su propio partido. El máximo responsable del área recordó que para «combatir las externalidades negativas» del sector es imprescindible poner en marcha «la nueva ley de turismo». El objetivo de la misma es reforzar el control de los pisos turísticos para detectar aquellos que están operando de manera ilegal e implementar la tasa a las pernoctaciones turísticas.
¿Pero estas medidas llegarán a frenar la llegada de nuevos visitantes? Más bien no. Primero porque según el Gobierno vasco las acciones «no buscan retraer la entrada de turistas», y segundo porque en opinión del Ejecutivo, en ocasiones, la «sensación de masificación se da por excursionistas de otras partes de Euskadi o del sur de Francia».
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