Trucíos devuelve la ilusión a la afición taurina de Bizkaia

A las cinco de la tarde, a tan solo media hora del arranque de la fiesta, en Trucíos, -una de las localidades con menor número de habitantes de Euskadi pero mayor afición taurina- se respiraba un ambiente totalmente festivo. No faltó la txaranga, las terrazas abarrotadas y apenas sitio para aparcar el coche en el pueblo. La cita se celebró con motivo del 500 aniversario de la iglesia de San Pedro de Romaña, según explicó el alcalde, José Manuel Coterón. Con un total de 900 localidades, el coso, situado junto a este templo, acogió a 750 espectadores que hicieron vibrar los tendidos. «Es un día muy emocionante después de dos años con la actividad prácticamente parada», dijo Juan Manuel Delgado, el presidente de la entidad bilbaína. «Hay cuatro plazas de toros, las otras en los barrios de San Roque, Cueto y Gordón, y es muy importante que esta fiesta sea aquí, creo que nos vamos a divertir mucho todos», aseguró. En cuanto a la recuperación de la festividad taurina a nivel de Bizkaia, Delgado se mantiene «muy optimista». «Es cierto que la pandemia ha supuesto un frenazo tremendo en el mundo del toro, pero la gente va a responder muy bien a lo que se haga de aquí en adelante porque tiene muchas ganas de fiesta», afirmó.

Llegadas las seis menos cuarto de la tarde comenzó el espectáculo. Los novillos saltaron al ruedo con brío y los asistentes disfrutaron de un mano a mano entre Víctor Barroso, de El Puerto de Santa María, y el valenciano Nek Romero, que lidiaron cuatro novillos de la ganadería Fuente Ymbro. Barroso, que levantó a los aficionados desde la primera faena, cortó tres orejas y su compañero una. El gaditano se metió al público en el bolsillo y se llevó un sombrero y el gusto de torear un quinto novillo extra.

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«Ha sido fantástico. Vas muchas veces a ver una corrida y no ves lo que ha hecho este chaval». Tino y Sandra, acudieron desde Castro Urdiales. La pareja se considera aficionada «pero no expertos, aunque lo disfrutamos mucho», reconocieron. «No íbamos a los toros desde el 2019 en Bilbao. El ambiente que se crea, el espectáculo… Nos gusta mucho y es algo que se echaba verdaderamente de menos».

Santi y Txomin, por su parte, son dos amigos de Portugalete de 60 años aficionados a los toros «desde la cuna». Recuerdan escuchar las corridas de toros por la radio y pisar la plaza por primera vez con siete años. «Un tío mío fue banderillero. Esto es algo que hay que vivirlo para saber lo que es y a quienes nos gusta de verdad, la pandemia nos ha fastidiado mucho», comentaron. «Espero que poco a poco se recupere la actividad porque, además, hay muchas familias que viven de esto».