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l. lópez
Domingo, 12 de diciembre 2021, 00:45
La peor pesadilla de una ciudad en términos medioambientales y de movilidad se está haciendo realidad en Bilbao: el coche vuelve a ganar terreno. Tras décadas de esfuerzos ímprobos por concienciar a la gente de que lo bueno es dejarlo en el garaje, y de ... inversiones millonarias en un transporte público muy eficiente, llega la pandemia y lo echa todo por tierra.
Se ha hablado mucho de esto. Tras el gran confinamiento, con el regreso de la movilidad, el temor a contagios en el transporte público hizo que los desplazamientos en vehículo privado se recuperasen con más vigor. El temor era a que ese cambio se consolidase. Y eso es lo que está ocurriendo. «Es un drama», admite el concejal de Movilidad y Sostenibilidad, Alfonso Gil.
Se refiere a los últimos datos que maneja su departamento, correspondientes al pasado noviembre, un mes razonablemente tranquilo en términos pandémicos y en el que vivimos con bastante normalidad. Pues bien, en ese periodo (se comparan cuatro semanas, del primer lunes al último domingo del mes para que el cálculo sea homogéneo) entraron en la ciudad 2,34 millones de vehículos, lo que supone el 97,3% de los que accedieron en el mismo periodo de 2019. Es decir, prácticamente se han recuperado aquellos niveles, y la proporción aumenta a un ritmo alto porque solo dos meses antes, en septiembre, estábamos a un 94% de las cifras prepandémicas.
Mientras, el transporte público no logra remontar. En noviembre, Bilbobus tuvo un 79,9% de los viajeros previos a la llegada del covid. En septiembre era un 78%, por lo que, como se ve, apenas está habiendo recuperación. En el metro, parecido.
«Tenemos que insistir en que el transporte público es seguro, tenemos que recuperar viajeros» dice Gil. El reto es grande porque las cosas van en la dirección contraria. Se ve en la afluencia de vehículos privados a la ciudad, como queda dicho, pero también en el incremento del parque móvil, que en los últimos meses bate récords históricos y ya supera los 141.000 turismos censados en Bilbao, según los registros de la Dirección General de Tráfico (DGT).
En la estrategia para contener esta situación está lo de ir por las buenas fomentando el transporte público, pero también mostrar mano dura. ¿Cómo? Penalizando el uso del coche. Ahí entran en juego varias medidas recogidas también en la futura ordenanza de aparcamientos: desde extender la OTA a otras zonas de la ciudad (San Ignacio, Ibarrekolanda y La Peña) hasta mantenerla desde las 13.30 hasta las 15.00 (ahora no se cobra a esas horas) en los barrios de Abando e Indautxu, dándole así un horario continuo. Hay que recordar, además, que en esta misma zona céntrica está proyectada un área de bajas emisiones en la que, antes de 2023, se limitará el acceso a los coches más contaminantes.
2.340.991 vehículos entraron en noviembre en Bilbao, lo que supone el 97,3% de los que accedían en 2019.
1.722.495 viajeros tuvo Bilbobus el pasado mes, lo que supone un 79,9% de los que tuvo en el mismo periodo de 2019.
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