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«Estamos supercontentos porque a partir de ahora va a estar mejor cuidado». La familia de Iñigo no cabe en sí de gozo. Este vizcaíno era hasta ahora un preso tetrapléjico que permanecía enclaustrado en la enfermería del centro penitenciario de Álava desde octubre de ... 2021. Ayer abandonó las instalaciones de Zaballa en dirección a Leioa, donde la Diputación le ha encontrado hueco en una residencia de titularidad foral. Hace más de un año que tenía concedida la libertad provisional.
Se cierra así el caso más sensible manejado por el Gobierno vasco desde que asumió la competencia de Prisiones hace año y medio. Iñigo tiene actualmente 45 años y durante su juventud encadenó una serie de condenas, principalmente por robos, aunque en su expediente no constan delitos de sangre. Desde 2015 disfrutaba regularmente de permisos. En uno de ellos sufrió, en 2018, un accidente al lanzarse al mar que cambió radicalmente su vida. Las lesiones que padece solo le permiten mover «la cabeza y una mano».
Integrado en una familia humilde sin opción económica para cuidarle en casa, al poco de sufrir el percance fue trasladado a un recurso sociosanitario público. En octubre de 2021 la dirección de este centro firmó su expulsión por «mal comportamiento». Sin ninguna plaza libre en toda la red social vasca, Iñigo tuvo que volver a una cárcel.
Se eligió Zaballa por ser el presidio más moderno. Jamás había pasado por esta instalación un preso de sus características, así que tuvieron que ingeniárselas para acomodarle en la enfermería. Durante estos dieciocho meses de espera para un hueco en algún centro especializado, aparte del personal sanitario y del penitenciario, otros internos se han hecho cargo de Iñigo. «Se ocupaban de su asistencia básica, cambiarle las sábanas, darle de comer o asearlo», enumeran desde el Departamento de Justicia.
Al poco de su llegada el equipo directivo de Zaballa encargó una grúa a Osakidetza para poder moverle. También pusieron a su disposición una silla eléctrica. La ha estado utilizando para sus escasas salidas al patio, siempre acompañado por un interno de confianza.
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