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Daniel Martínez y Gonzalo Sellers
Viernes, 5 de enero 2024, 08:10
Hay proyectos que se presentan a bombo y platillo y después se quedan abandonados en un cajón. Uno de esos planes históricos e inmaterializados es el del tercer carril de la A-8 entre la muga de Bizkaia y Solares. El Ministerio de Transportes ha ... desvelado ahora que está trabajando en resucitar un proyecto que acumula 15 años de retrasos y promesas incumplidas.
Ha sido tras una pregunta del diputado del PP Félix de las Cuevas en el Congreso cuando el departamento dirigido por Óscar Puente ha informado de que el anteproyecto del estudio está «avanzado», y también que la previsión de inversión alcanzaría los 500 millones de euros. El triple de lo que está costando el nuevo ramal de Torrelavega. La cifra, sin embargo, no suena a novedad porque es la misma que ya se dio en otros anteriores intentos de ampliar los 60 kilómetros de un tramo especialmente conflictivo, con una densidad media de 50.000 vehículos diarios, el 10% de ellos pesados, y que se dispara los fines de semana y festivos, provocando saturación en las horas punta.
El plan para ampliar este tercer carril no solo ha estado paralizado durante años, incluso ha retrocedido y perdido algunos de los pasos dados. Si se echa un vistazo a la hemeroteca, se encuentra que el Boletín Oficial del Estado publicó en 2009 la adjudicación del proyecto a la empresa Ingeconsult Ingeniería por un precio de 877.705 euros. Esto fue hace 14 años y ahora Transportes no habla de proyecto, como entonces, sino de anteproyecto.
En 2011, tras dos años sin volver a oír hablar del anuncio de Fomento, los gobiernos vasco y cántabro pusieron a prueba un carril reversible en la A-8 para evitar las habituales caravanas kilométricas. El experimento acabó mal tras las protestas de Cantabria al considerar que suprimir temporalmente un carril de salida de Bizkaia multiplicaba las retenciones.
El problema, por tanto, todavía seguía sin solución. Hubo que esperar hasta 2018 para que el proyecto volviese a la lista de buenas intenciones del Estado. El entonces ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, no dio fechas ni para el inicio de las obras ni para su puesta en funcionamiento, pero sí recuperó «el compromiso del Gobierno de España» para que los trabajos se llevasen a cabo lo antes posible y con una fórmula que acelerase los plazos. Cinco años después sigue sin haber nada
Desde entonces han cambiado hasta los detalles de una infraestructura técnicamente muy compleja, con opiniones enfrentadas sobre las mejores soluciones para salvar la difícil orografía de la zona. El PSOE, por ejemplo, quiere recuperar la idea inicial de crear un túnel para ejecutar la ampliación en Saltacaballo, uno de los puntos más conflictivos del trazado. Esta propuesta la descartó De la Serna en 2018, ya que prefería construir un viaducto.
En cualquier caso, para poner en funcionamiento el tercer carril será necesario levantar 90 nuevas estructuras. En concreto, 13 nuevos viaductos, 27 pasos superiores y 48 inferiores, una pasarela peatonal (en Castro Urdiales, a petición del municipio) y un túnel. A ello hay que sumar 97 muros de contención sobre una orografía muy escarpada y repleta de taludes y desmontes de hasta 70 metros de altura y la modificación de 21 entradas y salidas de la autovía.
El primer tramo (Solares-Colindres), de 24,1 kilómetros, es el que menos quebraderos de cabeza ha dado a los técnicos y, por tanto, también el que requiere una menor inversión, algo más de 129 millones de euros. Para conseguir los 10,5 metros de calzada por sentido que requieren los tres carriles -esta será la medida estándar en todo el trazado-, no habrá que hacer grandes intervenciones. Sobre todo, porque el que en su momento ideó los viaductos hoy existentes ya pensó en que podría haber una obra de ampliación como la que se presenta en el horizonte.
No ocurre lo mismo en los dos siguientes viaductos que aparecen según se avanza hacia Bizkaia. En los casos más extremos, habrá que tirarlos abajo y construirlos de cero. En otros se puede aplicar la solución intermedia de aumentar su tablero adosando una estructura metálica sobre la actual. Sin llegar todavía a Colindres, está proyectada una nueva área de servicio a la altura de Jesús del Monte (Hazas de Cesto) que requerirá una rectificación del trazado.
A partir de ahí, a cada kilómetro aparece una dificultad. Sean cuales sean las soluciones planteadas, habrá que esperar mínimo tres años desde el comienzo de las obras hasta verlas concluidas. Y con la experiencia del calendario sufrido en el nuevo ramal de Torrelavega, también dependiente del Ministerio de Transportes, el horizonte de tiempo no parece muy cercano.
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