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La apertura del nuevo centro para menores extranjeros tutelados por la Diputación en Ondarroa ha despertado la lógica expectación entre los vecinos. Por una parte, están los que temen que la presencia de adolescentes procedentes de Amorebieta se convierta en un foco de altercados que ... altere su vida cotidiana. Al otro lado, se encuentran los que defienden el derecho de los chavales a encontrar un nuevo hogar en el municipio costero.
Al conversar con residentes del populoso barrio de Ondarroa donde se localizan las instalaciones, la opinión general es que «de momento, está todo muy tranquilo, sin ningún problema, aunque se agradece que salgan acompañados por los educadores», señalaron desde un grupo de mujeres que paseaban por el parque de Kamiñazpi. «El centro de Amorebieta de donde vienen, no tiene muy buena fama, aunque los que están aquí no deben ser tan conflictivos, salvo un par de ellos, que al parecer son algo más complicados», añadieron.
«El pueblo está bastante tranquilo, aunque con cierta desconfianza», recalcaron varios mayores que se acercaron al ambulatorio, situado en el mismo edificio que el centro de menores, aunque con accesos diferentes tras las obras ejecutadas esta pasada semana y que aún continúan. «Menos mal que las fechorías que se han producido con el robo de sillines y bicicletas que ha habido en el pueblo se registraron antes de la llegada de estos chavales, si no, seguro que ya los estabamos acusando», matizaron.
«La noticia no nos hizo ninguna gracia, la verdad», confiesa otra vecina que tiene su domicilio a escasos metros de la antigua sede de la Casa del Mar. «Y no es tanto por la procedencia, porque si hay algún pueblo que haya acogido a personas de otros países como Senegal, ese es Ondarroa, un municipio muy diverso con familias migrantes que están perfectamente integradas», matizó. «Es más por el temor a la inseguridad, a robos y peleas de los menores que ya vienen con las 'mochilas' cargadas», añadió esta vecina.
Para instituciones y educadores, la alarma ha calado mucho antes de que exista alguna razón que justifique un rechazo, en este caso, a los doce menores «que buscan mejorar su formación y alfabetización de cara a su integración», según fuentes del Departamento de Acción Social de la Diputación.
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