La trama vasca de cocaína en la que estaba implicado el hermano de Villacís

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La causa había sido instruida por Santiago Pedraz, titular del juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. La investigación realizada por ambos cuerpos permitió descubrir un taller mecánico en Bizkaia donde se preparaban vehículos con dobles fondos y caletas. Estos coches se desplazaban desde el País Vasco hasta el municipio madrileño de Las Rozas, para cargar la cocaína y después regresar a Euskadi, uno de los puntos donde se distribuía. Villacís estuvo siete meses fugado y el juez Pedraz dictó contra él un auto internacional de busca y captura. En el escrito se le sitúa como el «guardés», encargado de la vigilancia de la droga durante las 24 horas del día. La red utilizaba a Villacís, que tenía un «papel fundamental», «para poder alquilar un inmueble sin levantar sospechas, así como dar apariencia de total normalidad en el vecindario».

El joven esperaba en el garaje hasta la llegada de otro miembro de la banda y entre los dos introducían la sustancia en maletas en el vehículo. En el complejo entramado estaban conectadas hasta cuatro organizaciones distintas, entre ellas la conocida como 'Unai'. Se le imputaban delitos contra la salud pública, pertenencia a organización criminal y blanqueo de capitales, por los que podía enfrentarse a una pena máxima de doce años de prisión.