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La Dirección General de Tráfico concentrará los exámenes teóricos de conducir y todos los trámites relativos a la gestión y matriculación de vehículos en el histórico edificio de la Aduana de Bilbao. El inmueble está prácticamente listo para que el año próximo acoja ... todos los servicios del Gobierno central que ahora están diseminados en diferentes oficinas y locales, salvo la Gerencia Territorial de Justicia. El Ejecutivo pretende así simplificar la atención al ciudadano, unificar sus departamentos y mantener en buen estado un bloque de indudable valor histórico en la capital vizcaína.
De hecho, este singular edificio levantado en 1890 por los arquitectos Julio Saracíbar y Eladio Iturria, y que en sus días de gloria encarnó el auge económico de la villa, languideció hasta hace tres años a causa del desuso y el paso del tiempo. Enclavado en el muelle de Uribitarte, en la plaza Pío Baroja, tiene el acceso por la calle Barroeta Aldamar. Quedaba así a escasos metros de la ría, epicentro de la actividad comercial a finales del siglo XIX. Y es aquí donde la Administración central, aprovechando su situación, prevé atender a las 750 personas que, por término medio, acuden a diario a hacer gestiones a alguno de sus servicios. «Se garantiza, además, la correcta conservación de un edificio que forma parte del patrimonio histórico», destaca el subdelegado del Gobierno, Vicente Reyes.
13 millones de euros ha costado la rehabilitación integral de la antigua aduana. Las obras no eran sencillas, ya que había que respetar el carácter histórico del edificio.
Inclinación. El inmueble original no era completamente horizontal. Se hizo pensando en su función, con una ligera pendiente hacia la ría para facilitar la recepción y salida de mercancías. Con el paso de los años, se fue asentando sobre el lecho.
1890 es el año de construcción de la aduana. A medida que Bilbao se cerró al tráfico de barcos, comenzó su declive.
Dos arquitectos Su construcción se atribuyó al arquitecto Eladio Iturria, aunque varias fuentes señalan que los planos fueron dibujados por el entonces jefe de Obras Públicas del Ayuntamiento, Julio Saracíbar.
Uno de los trámites principales que ahora tendrán a mano los bilbaínos serán los vinculados a Tráfico. Terminarán las peregrinaciones a Artxanda para los exámenes teóricos de conducir, algo que beneficiará a las 16.000 personas que hacen esta prueba todos los años en la capital vizcaína. Tampoco las matriculaciones de automóviles continuarán realizándose en el edificio del Sagrado Corazón, donde las oficinas están diseminadas en tres pisos diferentes. En el nuevo inmueble de Barroeta Aldamar será una gran sala en la planta baja donde se celebrarán las pruebas teóricas de conducción y seguridad vial.
La atención al público estará a pie de calle. En la segunda planta habrá oficinas -el Fogasa y las dependencias de Trabajo, entre otras- y en la última se ubicarán los archivos. Son 3.030 metros cuadrados de superficie útil los que esperan a los dos centenares de funcionarios que trabajarán aquí. Reyes subraya que «en pocos metros en línea recta estarán reunidos el Ayuntamiento, el Palacio de Justicia, la Audiencia Provincial y los servicios del Estado».
«Este es un edificio emblemático para Bizkaia, que se terminó en 1893 y que cumple ahora 125 años. Al igual que sucede con otro de época similar, el palacio Chávarri (sede de la subdelegación del Gobierno), se conserva gracias al uso público. No es una mala opción para el mantenimiento de nuestro patrimonio. Es importante que las administraciones los usen, respetando siempre su historia, para que podamos conservarlos», agrega el subdelegado.
El deterioro de la aduana hasta el comienzo de las obras era notable. En algunos de los atrios hoy acristalados con techos a siete metros de altura había hasta hace poco vehículos aparcados y sepultados bajo una gruesa capa de polvo. También las inundaciones de 1983 dejaron sus huellas entre estos muros. Hoy, el bloque remozado goza de adelantos modernos como la calefacción por bombas de calor.
La rehabilitación completa del edificio, mobiliario incluido, ha costado unos 13 millones de euros. Hasta ahora, el Gobierno central venía desembolsando medio millón anual en alquileres. El traslado dejará libres cinco de las seis sedes que la Administración utiliza actualmente para atender a los ciudadanos en Bilbao. Sólo quedará fuera de Barroeta Aldamar la Gerencia Territorial de Justicia, por donde pasan unas 200 personas diarias. Está por decidir qué sucederá con los dos inmuebles que maneja en propiedad, el de Tráfico y la Mutualidad General de Funcionarios del Estado (Muface). El subdelegado del Gobierno está empeñado en «visibilizar lo que hacemos desde la Administración General en Bizkaia, donde trabajan a diario 1.770 funcionarios sin contar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad».
Entre los servicios que se alojarán en la antigua aduana figuran la Oficina de Extranjería, el área de Política Social y Sanidad Exterior -donde se proporcionan las vacunas antes de viajar a determinados países-, el Parque Móvil del Estado, la Jefatura Provincial de Telecomunicaciones, la Demarcación de Costas, la Dirección Territorial de Comercio y el fondo de Garantía Social (Fogasa).
¿Cuándo abrirá sus puertas al público? «En el segundo semestre de 2019», precisa Reyes. Aunque la obra ha concluido, falta la señalización, la adecuación de algunos espacios y el mobiliario. La estimación oficial que se maneja es otoño de 2019.
La balaustrada central del antiguo edificio de la aduana es simplemente impresionante. Durante los complicados trabajos de restauración tuvo que ser desmontada por piezas y trasladada hasta los talleres. Allí se limpió y pulió el mármol blanco de Macael, un material valioso y único que se extrae en las minas almerienses y que también puede encontrarse en los leones de la plaza Jado. La directora de cine Ana Mugarren grabó aquí una escena para su película 'Tres Mentiras'. Pero no desentonaría en un filme histórico. Subir estos escalones es como penetrar en un palacio imperial romano.
Al llegar al descansillo central, la vista no decae. Una vidriera de colores, realizada en Bélgica, con los atributos de la industria y del comercio preside el lugar. En los cuatro extremos encontramos barcos tallados de impactante factura. Son las falúas, aquellas elegantes embarcaciones de madera que utilizaba el Consulado de Bilbao en sus inspecciones por la ría. El friso lateral contiene ocho escudos de la villa, también tallados, y completan el conjunto bustos de estilo clásico y leones. Cabe destacar también que los atrios tienen dos impresionantes lucernarios que la restauración permite disfrutar en todo su esplendor.
Lo cierto es que las cuatro fachadas del edificio ya anticipan bien lo que el visitante encontrará en el interior. Piedra francesa de Angulema y Mutriku dan cuenta de que no había intención de reparar en gastos. Sólo entre pisos se recurrió al ladrillo al descubierto. El palacete se remata con el escudo de armas del Estado. Incluso sus muros guardan el secreto de una de las tareas más complicadas de la obra. Las macizas columnas de acero fundido de siete metros que ahora pueden contemplarse perfectamente rectas tenían graves problemas de pandeo. Los restauradores les han inyectado «mortero autocompactante». Eran de la histórica siderurgia Santa Ana de Bolueta y no podían perderse.
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