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Medio siglo después de su inauguración en el número 1 de la Gran Vía, la antigua torre del BBVA, el emblema del Bilbao industrial y ... el primer icono arquitectónico de la villa, recuperará su brillo original. Con nueva actividad, dejando atrás su pasado financiero para convertirse en sede de la Diputación, del futuro centro internacional de emprendimiento y de la segunda tienda del gigante irlandés Primark en suelo vizcaíno, y con algo mucho más visual, una fachada reluciente. El mes de marzo marcará el inicio de un proyecto de rehabilitación que un equipo de la ingeniería Idom ha diseñado durante el último año. Un plan que supondrá la sustitución de todos y cada uno de los 1.116 vidrios ligeramente anaranjados que ahora recubren las cuatro caras del emblemático inmueble por otros de color rosa, «el tono original», apunta Gonzalo Carro, uno de los arquitectos al frente de esta actuación.
Cuando la futura Torre Bizkaia, como se llamará en adelante el rascacielos, mude de piel, lucirá «más plateada, más brillante». Pero para que eso ocurra aún habrá que esperar, porque las obras, que cuentan con un plazo de ejecución de doce meses y ya tienen licencia, se prolongarán hasta el primer trimestre de 2020.
400 toneladas pesarán los más de 9.000 metros lineales de perfil de aluminio que se emplearán en el exterior del rascacielos.
De abajo a arriba La sustitución de los 1.161 vidrios que componen las cuatro caras del inmueble se realizará de tres en tres plantas.
50.000 litros de producto se emplearán en la limpieza de los paneles decorativos del rascacielos.
75 operarios trabajarán en la obra, cuyo proyecto se ha tardado un año en madurar.
El proyecto, admite Carro, supone todo un reto. No en vano, los técnicos que han participado en él -una quincena- trabajarán en un inmueble protegido «que se debe respetar». La torre, de 21 plantas y 88 metros de altura, ganará en materia de seguridad e incorporará, entre otras mejoras, elementos que favorecerán el ahorro energético, pero por fuera deberá lucir como el primer día. Como la diseñaron los arquitectos Enrique Casanueva, Jaime Torres y José María Chapa y como se presentó al mundo el 22 de abril de 1969. Por eso, «para no meter la pata», los técnicos de Idom han hablado «con los sabios de la ciudad», entre ellos un nieto y un hijo de los 'padres' del edificio, a fin de lograr un resultado «lo más fidedigno posible».
Para lograrlo, habrá que empezar por desmontar una fachada que suma con sus cuatro caras 9.964 metros cuadrados de superficie. Una operación compleja que implicará a 75 operarios y «que no se podrá hacer de golpe». La idea es trabajar «de tres en tres plantas. Quitar y poner, siempre de abajo hacia arriba», explica el experto. El primer paso de la reforma afectará a los 2.001 paneles decorativos de aluminio -los más grandes de 230 centímetros de ancho por 195 de alto- en los que van engarzados los vidrios, que serán sometidos a un proceso en el que se emplearán 50.000 litros de productos de limpieza. Una vez restaurados se volverán a instalar a la espera de los característicos cristales que recubren la torre.
Conseguir unos vidrios como los originales no ha sido tarea fácil. De hecho, sólo la fachada que da a la Gran Vía conserva algunos de ellos, después de que una reforma acometida en la década de los ochenta acabara con la mayoría. Por eso, no ha quedado más remedio que mandarlos hacer de encargo. Una empresa belga que tiene en Alemania la tecnología de última generación necesaria para fabricar vidrios a la carta se encargará de reproducir los mismos con los que la torre se erigía en todo su esplendor cuando llevaba el peso financiero de Bilbao. La firma ya ha atendido encomiendas similares en otras cuatro ocasiones, la última para un edificio de Estados Unidos. Las ventanas son poderosas, de 234 centímetros de ancho por 213de alto las de mayores dimensiones.
Cuando, terminada la reforma, vuelva a convertirse» en un edificio de referencia», la futura Torre Bizkaia tendrá dos accesos. El principal se abrirá en la Gran Vía, «pegado a El Corte Inglés», para dar paso a la zona de oficinas. Allí desembarcará la Diputación, con un millar de sus 3.000 funcionarios, así como el futuro centro internacional de emprendimiento, un espacio que reunirá a empresas referentes de Bizkaia, inversores y jóvenes con ideas innovadoras. Una representación de actores globales del ámbito de las 'startups', entre ellos Techstars, la aceleradora más importante del mundo, con sede en Boulder (Colorado), o Masschallenge y Cambridge Innovation Center (CIC), ambas de Boston, les ayudarán a sacar adelabte sus iniviativas. Para la actividad comercial, que se asentará de la mano de Primark con 5.000 metros cuadrados ocupados en el cubo anexo al edificio, se habilitará un paso en la zona donde se encuentran la fuente y las escaleras.
El edificio llamado a convertirse «en un faro para Bizkaia» a partir de 2021 no sólo ha vivido momentos de luces. También de sombras. Y no sólo por el plan de racionalización de inmuebles que en el año 2009 llevó al BBVA a trasladar a sus trabajadores a la antigua sede del Banco de Comercio, en el número 12 de la Gran Vía bilbaína. De la misma época son dos informes emitidos por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social de Bizkaia, en los que se daba por comprobada la existencia de amianto azul (crocidolita) en buena parte de la estructura metálica del edificio. Al parecer, este material, declarado cancerígeno y prohibido desde 2002, recubría vigas, falsos techos y huecos de ascensores, y estaba al descubierto en sótanos y garajes del inmueble. Por eso, cuando hace dos años se planteó su reforma, Comisiones Obreras reclamó a la propia Inspección «un especial control de las condiciones de trabajo en la obra» para prevenir posibles riesgos.
Libre ya, al parecer, de una amenaza que se cobró al menos dos vidas por la exposición prolongada al amianto -las de un fontanero y un electricista que realizaron durante años labores de mantenimiento en la antigua sede del BBVA-, la ingeniería Idom, la misma que afrontará la rehabilitación de la fachada de la Torre Bizkaia, se ha encargado de proyectar las obras interiores. Después de dos años de trabajos, el inmueble es hoy un edificio vacío que se adapta a los nuevos usos, empezando por el previsto por el gigante irlandés de la ropa y los complementos Primark.
Un portal en la Gran Vía
Un bloque que en su día fue diseñado para oficinas, con una sobrecarga de uso de 300 kilos por metro cuadrado, deberá preparse ahora para soportar 200 más en su faceta comercial. Los huecos para los ascensores y las escaleras mecánicas ya están hechos y las obras, según ha confirmado Gonzalo Carro, «van a buen ritmo». «Aún se están redactando los proyectos de habilitación del interior de la torre, puesto que la obra se va solapando por fases», apuntó el arquitecto.
Sólo el antiguo vestíbulo que daba entrada al banco por la Gran Vía ha sido objeto de reforma para convertirse en portal. «Es lo único que ya está hecho», admite el técnico, quien no descarta que antes de su puesta en marcha reconvertida en sede de la Diputación y el futuro centro internacional de emprendimiento la torre experimente nuevos cambios.
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