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Entró en la Policía Municipal de Bilbao el 6 de junio de 1990 y en seis meses ascendió a jefe. En casi tres décadas nunca ha podido despojarse del uniforme, pese a haber ejercido como concejal los últimos ocho años. Tomás del Hierro ... será el político vasco con mejores contactos en las fuerzas y cuerpos de seguridad y en la Judicatura, que le han servicio para facilitar la siempre complicada colaboración policial. Mantiene también una relación cordial con sus supuestos enemigos, que le reconocen gestos de gran humanidad en los momentos personales más duros. Está estudiando teología desde el escepticismo y es licenciado en química. Anhela «un agosto tranquilo», porque la Aste Nagusia no le ha dejado ninguno libre en 30 años, «salvo en 1995, cuando me dio el infarto».
-¿Deja una ciudad más segura de la que cogió?
-Sí, sí. Me acuerdo de cómo era Bilbao en los 90, no tenía nada que ver por mucho que ahora haya una pelea y parezca que se cae el mundo, que llega la Tercera Guerra Mundial. Entonces, había grupos de chavales en los barrios que quedaban para pegarse en discotecas, en la Moby-Dick, y la Policía Municipal tenía que poner una patrulla en la puerta. Antes no se contabilizaban los datos como ahora, no había nada, ni teléfonos móviles. Los tres primeros los tuvieron el alcalde, el jefe de la Policía y el rector. Costaban 500.000 pesetas y había que llevarlos en el coche de lo que pesaban. Los archivos eran físicos y las únicas nubes eran las que traían lluvia (risas).
-¿Qué está pasando en San Francisco? Ha habido un repunte de delincuencia tras unos años de paz.
-Ha venido un grupo de chavales, y no a integrarse, sino que cada vez utilizan más violencia en los robos, sobre todo de móviles. Detrás tiene que haber una organización porque a un familiar le robaron el móvil y al de tres días lo localizaron en Singapur. Tanto Ertzaintza como nosotros hemos cambiado la táctica y adoptado una serie de medidas que están funcionando, sobre todo para rebajar la sensación de inseguridad.
-Los vecinos se quejan de la «dejadez» de las instituciones.
-Dejación desde el punto de vista de la seguridad, jamás. Me pagan por dar el mejor servicio y llevo desde el año 90. El repunte se debe a una serie de circunstancias, hay más chavales que nos vienen de fuera y eso no se puede ocultar.
-¿Por qué el alcalde no cuenta con usted para las municipales?, ¿han tenido mala relación?
-No. No creo que la decisión sea del alcalde sino del partido. Por lo que me han dicho, han decidido renovar un poco la imagen. Me gustaría agradecer que hayan contado conmigo ocho años como concejal y director de Espacio Público. Es bueno cambiar de vez en cuando.
-¿Se siente parte de una depuración del pasado? Era de los pocos supervivientes de la era Azkuna.
-No, las cosas pasan. Sigo estando a disposición del PNV y del alcalde, como no podía ser de otra manera.
-¿Cómo recibió la noticia de que no estará en la plancha de las próximas elecciones después de tantos años en el Ayuntamiento?
-Fue en una entrevista que te hace el partido, donde te preguntan si quieres seguir. Quince días después me anunciaron que no contaban conmigo. La reunión duró cinco minutos y había dos miembros del BBB y dos lehendakaris de juntas municipales.
-¿Le sorprendió la decisión?
-(Silencio) Sí, me sorprendió.
-¿Le queda alguna espinita?
-No. He dado todo lo que tenía, y seguiré dándolo hasta que me jubile. Es un cargo muy expuesto y de seguridad todo el mundo opina. Quiero dejar claro que siempre he buscado lo mejor para Bilbao, habré adoptado decisiones equivocadas porque se toman de manera rápida. Los medios de comunicación queréis saber las cosas casi antes de que ocurran, y cuando yo ni me he enterado.
-¿A qué se va a dedicar a partir de mayo?
-A ser funcionario TAE con un nivel 30 consolidado en la Policía Municipal, que es donde está mi plaza, ahora estoy en excedencia. Si alguien me viene con una oferta... pero en principio, vuelvo a mi puesto.
-¿Dónde le gustaría ir?
-No me lo he planteado. A día de hoy, me quedo aquí. Dejaremos la política y encantados de no estar todo el día en la palestra. Aferrarse al puesto no va conmigo.
-¿Se arrepiente de algo?, ¿en qué se ha equivocado?
-En muchas cosas, meter la pata es normal cuando tomas decisiones todos los días. Me hubiera gustado ir más rápido en la puesta en marcha de la Policía de cercanía. Había que cambiar todas las estructuras, darle una nueva visión a los agentes, una labor titánica.
-Se ha aprobado por fin el adelanto de la jubilación de los policías locales a los 60 años.
-Eso exige una renovación entera de la Policía Municipal. Nos adelantamos a eso y vamos a sacar 150 puestos de agente. Como eran muchos, Arkaute los dividió. 110 de ellos van a empezar ahora la formación en la academia y los otros 40 lo harán en marzo, la selección comienza ya. Saldrán a la calle a comienzos de 2020. ¿Por qué tanta gente ahora? Porque la Ley nos permite sacar una convocatoria antes de que las plazas queden vacantes, que serán unas 150. En cinco años queremos llegar a los 900 de plantilla, más que nunca, por lo que tendremos que sacar 20 plazas al año.
-¿Cuál ha sido el peor momento?
-La pasada Navidad fue especialmente dura por la muerte de tres personas. Una de ellas ('Urren') por verdadera mala suerte, y dos personas mayores asesinadas con saña por parte de unos chavales en Otxarkoaga. No es normal que un crío se comporte así matando a golpes a dos seres indefensos, llama la atención la violencia desplegada. Cada vez que ha habido un homicidio, como el de Santutxu, donde un joven fue apuñalando a los peatones y mató a uno de ellos, o el shaolín, han sido momentos complicados, pero aquellos generaron sensación de inseguridad sólo en ciertos ámbitos, no en la generalidad.
-Su plan estrella, la Policía de proximidad, que iba a poner a patrullar a pie a los agentes para que se relacionaran con vecinos y comerciantes, ¿ha cuajado?
-Estamos trabajando en un programa piloto con los vecinos en los talleres de Otxarkoaga, hemos tenido ya tres reuniones y lo vamos a repetir en Rekalde. Para eso necesitamos disponer de agentes, a poder ser siempre los mismos, que sean una referencia para el barrio, y así se empiezan a hacer las relaciones con el vecindario. Luego se extenderá a todos los distritos. Eso es Policía de proximidad, no sólo patrullar a pie, que tiene que ser consecuencia del trato con los vecinos.
-¿Le ha faltado mano izquierda para tratar con los sindicatos?
-Pues no lo sé, depende, a veces sí y otras les habrá faltado a ellos. No se puede estar permanentemente pidiendo, hay que saber ver hacia dónde va la seguridad. No se puede tener 30 años una estructura rígida y anquilosada. Ellos buscan lo mejor para su gente y yo, para el ciudadano. Les pido disculpas si lo han percibido así.
-También ha sido gestor de la plaza de toros. Por cierto, ¿está ya redactado el pliego de condiciones para el concurso, que lleva dos meses de retraso y preocupa a los clubes taurinos?
-No lleva retraso, se dijo una fecha, pero los funcionarios tienen otras cosas que hacer, no es el único expediente que tienen y no pasa nada. El contrato es prorrogable año a año e incluye una cláusula por la que el que venga nuevo tiene que respetar la feria de 2019.
-¿Cree que Vista Alegre terminará cerrando como otras plazas?
-No lo creo. En los últimos años está manteniendo la tónica, la plaza conlleva unos gastos de mantenimiento, de personal... Con el pliego queremos que sea rentable para el Ayuntamiento y la casa de la Misericordia y no sólo con los toros, sino con una serie de eventos musicales, deportivos, recreativos, culturales, ecuestres y otros de ocio, esparcimiento y restauración, como restaurantes, que le van a dar vida a esa zona. A 17.000 metros cuadrados en el centro de Bilbao hay que sacarles chispas, no sólo dedicarlo a una semana al año.
-Dígame algo de los seis alcaldes con los que ha trabajado.
-Gorordo tenía una idea, que era construir un símbolo para Bilbao, y se inventó el cubo de la alhóndiga. No iba desencaminado porque años después el Guggenheim se convirtió en ese factor de atracción. Fue un visionario, no le dieron el 'ok' al cubo y dimitió. Beti Duñabeitia era una gran persona, mantuve la amistad con él después. Ortuondo estuvo ocho años, venía a intentar ahorrar lo que gastó Gorordo. El último que entré en la Policía Municipal durante una década fui yo. Puso las bases para que se conociera a Bilbao a nivel internacional, construyó el Guggenheim y el metro. Azkuna recogió la siembra de esas semillas y plantó durante 15 años muchas cosas. Fue mi mentor político, como no le voy a recordar, el mejor alcalde del mundo. Ibon Areso ha sido el hilo conductor de todo el urbanismo de Bilbao. Habría que hacerle un homenaje. Y Juan Mari es un gran alcalde que hereda muchas cosas y que está sembrando para el futuro, digno sucesor de un grupo de alcaldes que ha puesto a Bilbao donde está. Incluso ha empezado a ganar el Athletic (risas).
-Un consejo para su sucesor.
-Que confíe en la gente que tiene al lado, son estupendos y excelentes profesionales. Yo no sería nadie sin Izaskun, Aurora..., que me han soportado durante 30 años, más en un servicio de 24 horas. Me gustaría desde aquí darles un pequeño homenaje.
-¿Deja muchos amigos en la Policía Municipal?
-Yo creo que sí. No tengo enemigos sino una opinión contraria. De la gente que ha pasado por mi vida, algunos se quedan y otros pasan.
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