«Tiran toallitas al inodoro y se atascan»
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Las obstrucciones de váteres son las urgencias que más atiende Vatafu, que ve a los clientes «felices» cuando lo solucionaA nadie le viene bien, nunca, que se le atasque algo tan esencial como el inodoro. Así que imaginen que eso les sucede en pleno estado de alarma, encerrados en casa, sin poder acercarse al domicilio de un amigo, o a un bar, a hacer ... sus necesidades más básicas. Ese pequeño margen del que disponíamos antes ha desaparecido, hace falta que venga alguien ya. Los hay que no tendrán tanta prisa, cuentan con dos baños, pero en el 67% de las viviendas vizcaínas solo hay uno. ¿Cómo no van a ser los profesionales de la fontanería un servicio esencial?
Una de esas personas que atiende urgencias, y que lo hacía cuando el Gobierno decretó el cierre de buena parte de la actividad económica, es Mihai Vatafu. Trabaja en Morga, un empresa de Lemoa, y sabe que, en estas circunstancias, su labor es si cabe más importante que antes. Tan pronto está en Lekeitio como en Bilbao, con su furgoneta, sus guantes, su mascarilla y su sonrisa. «Puede parecer un poco sucio algunas veces, pero me gusta mi trabajo, me gusta ver a la gente cuando se lo has solucionado, que se quedan tranquilos, felices», reconoce. Lleva seis años, desde los 19, haciendo frente a este tipo de problemas. «Fue mi primer trabajo y aquí sigo», celebra.
Desde que arrancara el confinamiento, asegura que «andamos a tope». «Como hay que limpiarse las manos periódicamente, la gente compra toallitas con alcohol, las tira por el inodoro y se forma el atasco», explica. El de las toallitas con la taza del váter es, desde hace años, un mal hábito que obliga a muchos ayuntamientos a eliminar grandes tapones en las redes de saneamiento, aunque en las últimas semanas ha ido a más.
Las fugas, y los pequeños arreglos en calefacciones -«para calderas hay empresas especializadas», precisa-, son otras de las urgencias que atiende Vatafu. «Estuve en una casa que goteaba el inodoro porque estaba la goma deteriorada, y eso hay que solucionarlo cuanto antes, no puede esperar, porque puede haber filtraciones en el suelo y estropear el techo del vecino», señala.
Donde ha notado algo de bajón ha sido en el mantenimiento de arquetas de comunidades de vecinos. «Si están en la calle no pasa nada, porque no nos tenemos que juntar con ningún cliente, pero cuando hay que abrir una lonja o entrar en una casa ya no quieren», lamenta. Entiende que «muchas veces son personas mayores, y por su bien es mejor que no estén con nadie», pero alerta de que «si no hacemos ese mantenimiento, las tuberías se podrían atascar».
Él no teme pasar el coronavirus, pero se cuida «muchísimo». Tiene una hija pequeña, y su mujer padece problemas respiratorios, así que hace todo lo posible por llegar a casa, en Amorebieta, solo, sin el 'bicho' como compañía.
Y para eso tiene que hacer algo hace unas semanas impensable: marcar distancias. Ya no hay conversaciones cercanas, ni se deja la puerta abierta a la curiosidad del cliente. Sabe que «les gusta ver, y cuando vas a sus casas se quedan contigo para saber lo que estás haciendo». Pero ahora no, porque, «amablemente, les pido que se vayan, que tengo que trabajar».
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