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La Ertzaintza desalojó ayer del gaztetxe de Rekalde a las cuatro personas que se resistían a abandonar el inmueble desde el jueves. La Policía vasca ... consiguió tomar el control del edificio -donde está previsto construir varios bloques de viviendas- tras romper los muros laterales que los jóvenes habían levantado para dificultar la intervención policial. Después entraron por la puerta principal con una maza. La tensión se mascó durante toda la mañana. En torno a 500 personas se concentraron para protestar por el desalojo y se encararon con los ertzainas en determinados momentos. Pero no se produjeron incidentes violentos. Todo lo contrario de lo que sucedió en la noche del jueves, en la que al menos un centenar de encapuchados se enfrentaron a la Policía vasca cruzando y quemando contenedores.
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Las movilizaciones en protesta por el cierre de este local juvenil se repitieron por la tarde de ayer en forma de manifestación que salió de Rekalde y recorrió la Gran Vía para acabar con la lectura de un comunicado frente al Ayuntamiento. Alrededor de 1.500 personas tomaron parte en la marcha, que comenzó a las 19.30 horas.
La operación para vaciar el gaztetxe Etxarri -dictada por un juzgado a instancias de los propietarios de la parcela- había arrancado el jueves por la tarde. La Ertzaintza sabía que había jóvenes que habían introducido ladrillos y otros objetos durante las últimas semanas para fortificar el edificio. Y, en un intento por anticiparse y debilitar la resistencia al desalojo, varias furgonetas de la Brigada Móvil acordonaron la entrada al recinto sobre las cinco y media de la tarde. Lo hicieron para evitar que pudiesen entrar más personas al local.
La presencia policial no pudo impedir que jóvenes radicales se enfrentaran a la Policía autonómica. Cruzaron contenedores en la calle, les prendieron fuego y arrojaron objetos contra los agentes. Hubo cinco alborotadores detenidos -ayer quedaron en libertad bajo la acusación de atentado contra agente de la autoridad- y quince ertzainas heridos por contusiones.
Las imágenes del jueves, que retrotraían a épocas pasadas, no se repitieron ayer. La Ertzaintza movilizó numerosos recursos desde las cinco de la mañana para garantizar el desalojo. Se reforzaron los turnos y se llamó a agentes que tenían el día libre. Quince furgonetas de la Brigada Móvil y otras cinco de la comisaría de Bilbao se colocaron estratégicamente tanto en la entrada del gaztetxe como en las calles próximas. Utilizaron también dos drones para las tareas de vigilancia y un helicóptero estuvo sobrevolando el barrio bilbaíno. Coches de la Policía Local de Bilbao se encargaron de extender un perímetro de seguridad en la zona. El despliegue llegó hasta la estación y el ba-tzoki de Amezola, donde también había furgonetas y patrullas de apoyo.
Poco a poco empezaron a congregarse simpatizantes del gaztetxe. Durante toda la mañana, los ocupantes, que habían tapiado las ventanas traseras del edificio, salían de vez en cuando a una terraza -en medio de aplausos y gritos por parte de quienes habían acudido a apoyarles- mientras lanzaban bengalas, petardos y fuegos artificiales.
La comitiva judicial llegó a la zona sobre las 9.30 horas mientras los obreros seguían derribando muros hasta que lograron acceder a un lateral del inmueble. Eran las 10 de la mañana. Fue entonces cuando los ertzainas consiguieron llegar a su posición. Los cuatro chicos que estaban dentro del inmueble salieron por su propia voluntad. Los agentes les introdujeron en un coche patrulla. Los cuatro fueron denunciados por la Ley de Seguridad Ciudadana por obstrucción a la justicia y se marcharon andando de allí, según confirmaron fuentes oficiales de la Ertzaintza.
El desalojo coincidió con los momentos de mayor tensión. Cientos de jóvenes siguieron lanzando gritos contra la clausura y, sobre todo, cánticos e insultos contra las fuerzas policiales. Un gran número de encapuchados se encararon a los agentes desplegados hasta que una persona alzó la voz para decirles que ya no podían hacer nada allí y les emplazó a acudir a la manifestación de la tarde.
Críticas a la Ertzaintza
Alrededor de 1.500 personas, jóvenes en su mayoría, según fuentes oficiales, recorrieron el centro de Bilbao para mostrar su repulsa a la clausura del gaztetxe. Una hora después de partir desde el corazón de Rekalde, llegaron a las puertas del Ayuntamiento, donde desplegaron una pancarta y encendieron varias bengalas. Allí leyeron un texto en el que señalaron al Consistorio como culpable, calificaron de «pelotazo urbanístico» la construcción de las futuras viviendas en el terreno que ocupa el gaztetxe y denunciaron haber sufrido «abuso policial» en los incidentes del jueves por la noche. Nada dijeron de la quema de contenedores.
La marcha arrancó a las siete y media de la tarde en la estación de tren de Amezola. Desde allí partieron millar y medio de personas, en su mayoría jóvenes, junto a un importante despliegue policial. Tras pasar por La Casilla, tomaron Doctor Areilza y, desde allí, embocaron hasta Gran Vía, plaza Circular para luego encaminarse desde Buenos Aires hasta la explanada del Ayuntamiento. «El alcalde y el concejal de Urbanismo son responsables del desalojo. No han dado ningún tipo de alternativa y han priorizado intereses capitalistas. En estos diez años, el gaztetxe ha dado servicio a la clase trabajadora de Rekalde», reclamaba el portavoz del colectivo, Iker Villanueva.
La movilización se desarrolló de forma pacífica, con proclamas contra la gestión municipal, la actuación de la Policía vasca (mostraron imágenes de golpes recibidos, al parecer, en la noche del jueves) y el proyecto urbanístico. Los manifestantes encendieron varios botes de humo y se dieron golpes a algún contenedor. Sólo se generó cierta tensión cuando varios encapuchados se colocaron tras la pancarta a su paso por Gran Vía. Pero todo quedó ahí.
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