"No hay ningún personaje en Mario Vaquerizo"

El cantante, líder de Nancys Rubias, showman petardo, icono de lo kitch y rutilante consorte de Alaska, es uno de los personajes más influyentes en Instagram, donde vive una fiesta constante, bañada en purpurina y hedonismo

Jorge Barbó

Martes, 23 de junio 2015, 17:44

Un crío mira fijamente a la cámara. Está repantigado en una de esas sillitas, en la playa, con el chupete en la boca, con sus piernas rechonchas al sol, luciendo esos pliegues sonrosados que, en los bebés se consideran adorables y, años después, pasan a ... ser dramáticos. Todo inocencia. Un par de pulgadas de pantalla más allá y un agujero negro vital por delante, otra foto. Un tipo enjuto, de piel blanquecina, con morritos exagerados y unos delgadísimos y tatuados brazos, como unos palillos chinos infinitos, le planta un beso en los morros a una mujer que en realidad no acaba de serlo, voluptuosa, de pechos desbordantes y unos labios incompatibles con la naturaleza.

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El perfil de Instagram de Mario Vaquerizo es como una farra desfasada que nunca acaba, en la que todo está albardado de una capa de purpurina y confeti y en la que flota un hedonismo desbocado, donde todo es tan superficial, tan petardo, tan kitch que la resaca será de bilis de arcoiris. Así, con su orondo sentido del espectáculo embutido en un cuerpo delgado al extremo, su brilli-brilli cegador, su adicción catódica y su vanidad bañada en espuma de cerveza el consorte de Alaska se ha convertido en icono pop. También en la fotored social del 'like' y el filtro Amaro, donde es el rey entre las reinonas. Aunque él le quite importancia a su éxito instagramero de una forma más o menos convincente. "Todo esto desaparecerá en un par de años, porque vamos a un ritmo frenético. Vamos 'follaos'. Hace 15 años te decían que si no tenías un MySpace no eras nadie: y yo ya tenía mi grupo, las Nancys Rubias, y entonces no teníamos ninguna de estas cosas y mira dónde estamos ahora...". Sí, en la cima del star system patrio.

Tiene casi medio millón de seguidores en Instagram y es uno de los personajes más influyentes de la red social.

Me ganan mi amigo Íker Casillas y Pau Echevarría, pero sí, estoy muy contento porque es la única que utilizo. Mi vida social, la virtual, la de las redes o como coño se diga esto, es por y para Instagram. Y la defiendo a muerte porque creo que es mucho más atractiva que las otras, por las que no paso.

Porque no tiene ni Twitter, ni Facebook, pero hay perfiles en los que hay quien se hace pasar por usted.

Por eso les he declarado la guerra, porque me han suplantado la identidad. Llevo más de dos años siendo agredido por alguien que se hace pasar por mí, que escribe comentarios deleznables y asquerosos y lo que más indignación me causa es que no pueda acceder a la empresa ni de 'Face' ni de Twitter alegando que soy yo y que cierre esos perfiles para alguien que se está haciendo pasar por mí.

¿Se siente impotente?

Sobre todo es muy frustrante. Para empezar, lo es que existan personas así. Que alguien tenga el tiempo de hacerse pasar por otra, de inventarse cosas, de insultar, de difamar... eso a mí como ser humano me frustra.

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Parece cabreado...

No, cabreado, no. Pero me fastidia que la gente se crea las cosas. Hace unos días, alguien me dijo: 'Oye he leído en tu Twitter cómo pusiste a parir a tal', y yo siempre digo que no tengo Twitter. Me da rabia porque, aunque lo diga mil veces, la gente sigue pensando que esos perfiles falsos soy yo en realidad. Pero es que creo que la gente ya no me escucha. Como hablo tanto, como un loro, ya desconectan de mí y piensan 'a ver qué dice el maricón éste'. Pero no es agradable porque se puede hacer mucho daño. A mí no, porque sé como soy pero, a lo mejor, que a mi madre le llegue algún comentario que, supuestamente he hecho yo sobre algo, me jode.

De usted, que se ha dicho que si es gay, que si es un farsante, un jeta... A estas alturas, ¿todavía le preocupan los comentarios que le llegan a su madre?

Síiiiiiii. ¿Sabes qué pasa?, que ella lo puede llegar a pasar mal. A mí no, a mí me pueden decir lo que quieran. De hecho, te metes en la mierda esta de la Wikipedia (y no estoy cabreado cabreado) donde, por el formato y la naturaleza que tiene, te puedes inventar lo que quieras y puedes incorporar datos. Igual no es culpa de la empresa pero es que está lleno de mentiras. Para empezar, yo no he nacido en Sevilla, he nacido en Madrid. Mi madre es de Sevilla. A mí me encanta la Feria de Abril y el pueblo de mi madre. Pero es que yo soy madrileño. Lo que más me jode es que todo esto se basa en el anonimato. Si tienes dos cojones, dime lo que piensas de mí en la cara, pero no te escondas en el anonimato.

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Pero esos son los peajes de la fama.

Obviamente sé que soy famoso. Tan tonto no soy. Pero es que, al final, todo esto sirve para autoafirmarme, porque toda esta gente que dice barbaridades de mí, me están dando importancia. Que tú, muerta de hambre, pierdas el tiempo hablando de mí, que soy...

El ego, bien, gracias...

Pues sí, cariño. Pero no tengo esa cosa megalómana de que sólo me digan lo bonito. Por ejemplo, no contesto a mis seguidores, porque no, porque en el momento en el que contestara a uno, lo tendría que hacer a todos. Es que esto lo veo como una forma de compartir mi vida con la gente a la que le gusto.

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También a la que no.

Claro que sí. Y también con mis amigos reales, no virtuales. Como pueden ser Bibiana Fernández, Nacho Canut, las Nancys, Alaska, Leonor Watling, los que son mis amigos, amigos... o mi primo Pepe o mi primo Juan María o la mujer de un primo mío que se llama Ursi.

"La reina de Instagram"

De todas esas celebrities, ¿quién brilla más en Instagram?

Bibiana Fernández. Es una auténtica profesional. Ojalá tuviera yo su control del mundillo éste. Ella me introdujo. Es una de las mejores fotógrafas que conozco ahora mismo: sabe encuadrar e iluminar como nadie. Y eso lo ha aprendido no sólo por su experiencia previa como actriz y modelo, sino desde que está inmersa en Instagram y donde vive su realidad. Además es una de las personas más generosas que conozco, se dedica a contestar uno a uno a todas las personas y todos los días dedica a alguien una foto. Ella es la reina de Instagram.

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Hay una foto suya con un bañador 'tipo Borat', otra cortando el césped en plan homoerótico, otra acariciándole los pechos a Topacio Fresh... ¿Usted conoce el pudor?

No. Para nada. Yo ahí pongo todo. Es verdad que, cuando me hago una foto así, sí que me preocupo de ir al gimnasio ese día para ir un poco marcadito porque no es cuestión de dar un disgusto a tus seguidores. Estoy muy a gusto de cómo soy y tengo muy claro de quién y cómo soy.

Ahora dirá que Mario Vaquerizo no es un personaje...

Para nada, cariño. No hay ningún personaje. Cuando a mí me pasó todo esto, que viene a raíz del reality Alaska y Mario, todo el mundo decía, ¿pero Mario es así? Aunque mis amigos y mi gente más cercana no se sorprendieron para nada porque saben que soy así, para lo bueno y para lo malo. La gente me conocía de cámaras para atrás, como agente, repre de grupos...

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...Y como marido de Alaska

Sí. Que me encanta serlo. Es lo mejor que me ha podido pasar en la vida.

Pero usted, ¿es todo el día así?

Yo entiendo que la gente piense, ¿pero este tío de qué va? Pero es que soy así 'pá' lo bueno y 'pá' lo malo, muy extrovertido, muy simpático pero, a la vez, muy germánico para el trabajo. Yo ahora mismo llevo tres horas haciendo entrevistas. Soy profesional y combino la cordura con la locura de una forma muy fácil y muy natural. Me gusta cumplir años, porque cada vez tengo las cosas más claras: también a nivel estético y físico.

Uno tiene la sensación de que su cuenta de Instagram es una especie de reality show bizarro...

Bueno, es mi vida. Es como un diario fotográfico. Te haces una fotito, le pones el filtro Amaro o el filtro Valencia, ¿sabes lo que te quiero decir?, y pones en ese momento eso. No hay ficción.

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¿Y censura?

Hay que ser listo hasta para eso. Yo he hecho un reality de verdad y las cámaras no se te olvidan. Te acostumbras a ellas, sí, pero tienes que tener un dominio del medio y una claridad mental para saber que si algo no quieres que se vea, no lo tienes que mostrar. A mí jamás me verás duchándome. O haciendo caca, que es una ordinariez. O acostándome con mi mujer: para eso me hago una película porno y me pagan un pastizal por ella, como hicieron Pamela y Tommy Lee.

¿También le pagan un pastizal por aparecer bebiendo cervezas de tal marca o comiendo en tal burger en Instagram?

No voy de eso. No hago una foto para conseguir más seguidores. Ni dinero. Esto no es mi medio de promoción. Tampoco lo tengo para que se convierta en una rutina, con la pretensión de voy a hacer esto o aquello para ganar lo que sea. No. Lo hago porque me apetece, no me va mi vida en ello.

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