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Iñaki Juez
Jueves, 12 de marzo 2015, 17:40
Apple lo volvió a lograr. Presentado con la pompa y el boato que la compañía fundada por Steve Jobs imprime a sus nuevos juguetes tecnológicos, el lanzamiento del Apple Watch fue todo un éxito, hasta tal punto de que parecía que nadie hubiera puesto a la venta antes un reloj inteligente. Nada más alejado de la realidad. De hecho, muchos analistas consideran que la multinacional norteamericana ha llegado demasiado tarde, nótese aquí la fina ironía tratándose de un reloj, al mercado de los wearables, los dispositivos electrónicos que más se llevan. En todos los sentidos de la palabra. Pero las apariencias engañan. Es verdad que el Apple Watch, que se pondrá a la venta en EE UU el próximo 24 de abril, no hace nada que no puedan hacer ya la mayoría de los productos de la competencia. En ese sentido, la desilusión ha sido total. Pero sí es verdad que el peruco de la manzana mordida posee características que lo hacen único.
Además de contar con su propia tienda de aplicaciones, el Apple Watch llama la atención por su capacidad de personalización respecto a otros dispositivos de la misma compañía. Está claro que el reloj de la gran manzana se va a poner de moda, por lo que pronto lo veremos en la muñeca de la gente guapa de alcance mundial. En ese sentido, existen tres modelos diferentes, de distintos tamaños y a los que les puede poner correas de más o menos diseño. Como es lógico, los precios de cada una de estas unidades pueden dispararse hasta los 17.000 euros que costará el modelo más exclusivo del Apple Watch Edition, con su caja en oro de 18 quilates y pantalla de cristal de zafiro pulido, hasta los, en comparación, módicos 349 dólares del Apple Watch Sport, la gama más económica con su caja de aluminio anodizado en gris o plata y su pantalla de vidrio reforzado. Relojes para todos los gustos y para casi todos los bolsillos.
Además de la importancia al diseño y personalización, la principal diferencia respecto a otros relojes inteligentes radica en la utilización de una corona digital que facilitará el manejo del Apple Watch, ya que con ella podremos hacer distintas funciones como acercar la imagen que veamos en la pantalla o acceder a las distintas aplicaciones sin necesidad de tocar su pantalla táctil. También se ha cuidado la integración de Siri, el asistente virtual de los dispositivos de la manzana mordida, en el reloj para que podamos manejarlo a viva a voz, además de la posibilidad de dictar mensajes y enviarlos a la persona que queramos sin necesidad de utilizar diminutos teclados en su pantalla. También el dispositivo emitirá una vibración diferente cada vez que nos llamen al teléfono o cuando nos envíen un mensaje, con lo que sabremos el tipo de notificación que recibimos sin necesidad de mirar la pantalla del reloj.
Pero no todo son luces en el nuevo producto de Apple. También hay sombras. Además de su elevado precio incluso de su gama más básica, que echará para atrás a más de uno, parece que su autonomía será más bien escasa llegando a duras penas a la jornada de uso, 18 horas como máximo. Todo un handicap tratándose de un dispositivo que vamos a llevar siempre puesto en la muñeca y que cuenta con acelerómetros y pulsómetro, entre otros medidores. Eso sí, el no incorporar GPS y no ser sumergible le restará muchos puntos a los amantes de los deportes. Por todo ello, podemos encontrar en el mercado diferentes smartwatches que colmarán con creces las principales aspiraciones de muchos potenciales clientes. Aquí van cuatro ejemplos de unos dispositivos creados por fabricantes de la talla de Samsung, LG o Sony que no tienen mucho que envidiar al de Apple. Y encima cuestan menos.
1. Moto 360
Hay que reconocer a Motorola su valentía al realizar un reloj de esfera circular mientras el resto de sus competidores sacaban al mercado productos con acabados rectangulares imitando las pantallas de un teléfono. El resultado es un smartwatch de tan solo 49 gramos con un diseño realmente atractivo que enamora con solo mirarlo. Además del aspecto visual, el reloj sirvió de tarjeta de presentación para Android Wear, la adaptación del exitoso sistema operativo de Google a los nuevos dispositivos wearables al que todavía le falta un hervor para ser realmente útil, teniendo como mejora pendiente la utilización de la voz en todas las aplicaciones y no solo en las de la famosa compañía del buscador. En todo caso, el famoso mancianito verde es ya más portátil y llevadero que nunca, posibilitando sacar el máximo provecho posible al hardware integrado en su interior, donde no falta el podómetro para contar nuestros pasos y el sensor cardíaco que va monitorizando nuestras pulsaciones, una característica indispensable para los más deportistas. En ese sentido, también cuenta con la certificación IP67, que lo hace resistente al polvo y al agua siempre que no esté sumergido más de 30 minutos a más 1 metro.
Asimismo, cuenta con un plus que no se suele ver en este tipo de productos como es un sensor de luz capaz de adaptar el brillo de pantalla al entorno ambiental en el que se encuentra en esos momentos, como poseen la mayoría de los móviles. Pese a todo, el dispositivo, adornado con un marco fino de acero inoxidable, no logra que se comporte demasiado bien en exteriores. Además, el sensor está integrado en la esfera con lo que aparece en la parte inferior una antiestética banda negra si elegimos un diseño con un color que no sea negro. Por lo menos, esta característica permite ahorrar un poco de energía y hacer posible que su batería, el gran handicap de los relojes inteligentes, dure un poco más. Precisamente, pensando en que dure sin cargar al menos un día de uso moderado, Motorola sacrifica algo de resolución en su pantalla de 1,56 pulgadas. Eso sí, se queda con una densidad de 205 píxeles. Más que suficiente aunque los haya mejores en este aspecto. También incorpora la carga inhalámbrica a través de un soporte que lo convierte en un reloj de sobremesa. Algo por una parte cómodo pero por otra engorroso si tenemos que ir de viaje con él a cuestas. En todo caso, se trata de un gran smartwatch con sus virtudes y defectos que son comunes a todos los productos de esta categoría.
2. LG Watch R
Tras el éxito del Moto 360, LG quiso dejar claro que también sabe hacer smartwatches con un diseño circular. Además de bonito, resulta muy cómodo de llevar pese a sus 62 gramos de peso. Da igual. Lo que más sorprende es su apariencia de reloj normal con sus correas intercambiables, viene de serie con una de piel de gran calidad, y el anillo metálico que rodea al marco, con numeración incluido, para que las notificaciones no nos impidan ver la hora que es, lo básico en un reloj con una pantalla de 1.3 pulgadas, resolución de 320x320 píxeles y densidad de 245 puntos por pulgada. Mejor que el de Motorola en este aspecto y en la visibilidad de exteriores gracias a su pantalla tipo OLED. Eso sí, a costa de sacrificar el sensor de luz, aunque gana en vistosidad respecto al Moto 360 ya que no hay manchas negras en su pantalla.
Como es lógico, al carecer del sensor, también se desperdician horas de autonomía a no ser que cambiemos el brillo manualmente para adaptarlo al entorno. Un engorro. Por fortuna, su batería es de 410 mA, una de las de mayor capacidad que existen en el mercado y que hará posible que estemos un día y medio sin necesidad de cargarlo en su base especialmente diseñada para la ocasión. Respecto a su hardware, incorpora las mismas conexiones que el reloj de Motorola y alguna más como un barómetro y una brújula para no perdernos. Increíble que todo ello pueda meterse en un lugar tan pequeño que gestiona aplicaciones y notificaciones con gran soltura gracias a su procesador Snapdragon 400 a 1.3 Ghz y 512 MB de memoria RAM. Asimismo, cuenta con certificación IP67, suficiente para la mayoría de los usuarios. En definitiva, un smartwatch redondo, en todos los aspectos, y a un precio de lo más atractivo, ya que no supera los 210 euros.
3. Sony Smartwatch
Apple ha revolucionado el mercado de los smartwatches con su nuevo modelo pero hay otras marcas que llevan lanzando este tipo de dispositivos desde hace bastante tiempo. Una de ellas es Sony que desde hace tres años creyó que debía introducirse a tiempo, y nunca mejor dicho, en este nuevo niño de mercado. Su último producto es el Sony Smartwatch 3 que está claramente orientado a usuarios que practican todo tipo de deportes, incluida la natación gracias a su certificación IP68, la más alta del mercado en cuanto a resistencia al agua permitiendo incluso bucear con él sin miedo a cargarse el reloj. Una característica que, tratándose de la multinacional nipona, no podía faltar ya que en sus móviles también da mucha importancia a este tipo de protección. Como buen pionero, ha ido aprendiendo de sus errores y en este reloj deja de lado su plataforma más 'llevable' para abrazar el Android Wear y así permitir que sus clientes se beneficien de la multitud de aplicaciones compatibles con el sistema operativo de Google. La definición de su pantalla es similar al de los relojes de Motorola y LG aunque con un arma secreta, la tecnología transflectiva que permite que sea perfectamente visible a la luz del día. Toda una ventaja.
Respecto a la conectividad, incorpora acelerómetro, brújula, giroscopio y, algo raro en estos dispositivos, Wifi, NFC y GPS, con lo que no necesitaríamos depender del móvil para desplazarnos. Eso sí, se echa de menos un sensor que mida nuestros pulsaciones, un lapsus algo extraño teniendo en cuenta al público al que va dirigido este producto amante del deporte. Está claro que nada es perfecto. Y eso se nota incluso en el diseño del mismo, muy alejado del de Motorola y LG. No solo por incorporar una pantalla cuadrada, lo que es muy útil a la hora de recibir las notificaciones ya que se adaptan mejor a ella que los modelos circulares. El estilo del teléfono es muy similar al de los relojes todoterreno, con su correa de goma, que le impide ser lo suficientemente elegante para llevarlo a una fiesta de cierto copete. Una pena. Lo compensa la posibilidad de cargar su batería de 420 mAh directamente mediante un cable miniUSB como si fuera un móvil, con lo que nos evitamos llevar de viaje un dispositivo extra. En todo caso, se trata de un producto con la calidad que solo Sony sabe imprimir a sus productos por 200 euros.
4. Samsung Gear S
No podía ser de otra forma. Teniendo en cuenta el pique, en ocasiones nada sano, que Samsung tiene con Apple, era de esperar que la multinacional coreana hiciera todo lo posible por querer ser la reina del nuevo nicho del mercado en el que estaba a punto de aterrizar la empresa de la manzana mordida. Tras unos dispositivos más que aceptables, Samsung lanzaba a finales de año su particular joya de la corona, el Gear S. Desde luego, el reloj no deja indiferente a nadie por su diseño futurista en el que destaca su pantalla AMOLED curva de dos pulgadas, una de las más grandes del mercado con una más que notable resolución de 480 x 360 píxeles. Eso sí, su gran tamaño puede intimidar a los que tengan una muñeca pequeña y, al ser curva, es demasiado sensible a los reflejos, sobre todo cuando estamos en la calle. Pese a todo, hay quien opina que así debería haber sido el Apple Watch. Y no solo en cuestión de estilo. La gran novedad de este producto es que se le puede meter una tarjeta nanoSim las que se utilizan en otros dispositivos móviles con lo que podemos recibir llamadas, notificaciones y navegar por Internet con velocidad 3G, entre otras muchas funciones sin llevar el teléfono a cuestas gracias a su podómetro, sensor cardíaco, barómetro y GPS. Una auténtica pasada.
Eso sí, también tiene sus puntos débiles. Al contrario que muchos fabricantes, Samsung no apuesta para su buque insignia por Android Wear si no por Tizen, su propio sistema operativo en un intento más por seguir los pasos de Apple y que cuenta con su propia tienda de aplicaciones, de momento más bien escasa. En ese sentido, faltará por saber si los desarrolladores se sienten con ganas de hacer programas para esta nueva plataforma teniendo en cuenta que la de Google va a llegar a más usuarios. Por lo menos, también obedece a los dictados de nuestra voz como los de la competencia. Asimismo, sus 300 mAh de batería, que precisa de un cargador especialmente diseñado para ella, nos permiten llegar al final del día sin problemas. Está claro que Tizen parece que optimiza mejor los recursos energéticos que Android Wear, aunque en el aspecto visual y de manejo apenas hay diferencias entre ambos. Otro gran handicap, además de que solo es compatible con los últimos teléfonos de la marca coreana, es su precio: 300 euros, lo que le coloca en la órbita del modelo básico del Apple Watch. El tiempo dirá si finalmente la empresa norteamericana es capaz de liderar el mercado de los wearables respecto a una competencia que la estaba esperando con el cuchillo entre los dientes y, como se puede comprobar, muy bien pertrechada. En todo caso, la batalla no ha hecho más que empezar.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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