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A raíz del confinamiento de primavera, los servicios municipales detectaron a 336 personas sin hogar en Bilbao, la mayoría de las cuales ya eran conocidas de los servicios sociales de otros entornos (comedores sociales, ayudas diversas...). «Algunos vivían en pisos junto con otros seis o ... siete inquilinos, y con el Covid perdieron la posibilidad de permanecer en esa vivienda», revela el concejal Ibarretxe. Son los que estuvieron durante semanas acogidos en los polideportivos municipales y a quienes, tras el final del estado excepcional, se resolvió facilitarles techo hasta el 31 de diciembre (en albergues, en pensiones, en pisos...). Para ello, en el plan Bilbao Aurrera se habilitaron 375.000 euros.
Trabajar de manera continuada con esta gente «nos ha ayudado a conocerla mucho mejor». Es más, durante el tiempo que están pasando por una situación más o menos normalizada, han tenido una «enorme recuperación, tanto física como en lo referido a las relaciones con el entorno». Se han logrado controlar adicciones y contener la devastación que provoca la calle.
En el marco del Bilbao Aurrera también se ha asistido a 281 familias en estado de necesidad que no cumplían los requisitos para percibir AES y se ha asesorado a 81 mujeres que tenían a 30 menores a su cargo en relación a la violencia machista.
Por último, se ha utilizado el plan de rescate social para, en cierta medida, tratar de estrechar un poco la brecha digital entre bilbaínos. Se han habilitado 75 puntos wifi más en la ciudad -ya hay alrededor de 1.500 para dar acceso público a internet-, en los que se han invertido 100.000 euros. Se concentran en barrios desfavorecidos, con el fin de mejorar el servicio para las familias que tienen más dificultades.
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