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La prohibición de circular a más de 30 kilómetros por hora en todas las carreteras urbanas de Bilbao, la primera ciudad del mundo con más de 300.000 habitantes que aplica una medida tan restrictiva al tráfico rodado, está generando elogios como avance sostenible y en defensa del peatón, pero también críticas. Sobre todo de los más directamente afectados, como son los automovilistas. La última la de la Asociación de Talleres de Automoción de Bizkaia BAT, que niega que su aplicación vaya a traer mejoras medioambientales. Al contrario, aseguran que conduciendo a esa velocidad se incrementa la contaminación y «los coches sufren más». Razones por las que entienden que el objetivo real de esta nueva limitación es «poner trabas a la conducción para conseguir un descenso del tráfico de vehículos en las ciudades». Los negocios de reparación de vehículos consideran, además que no es el mejor momento para ponerla en marcha porque, «en estos tiempos de pandemia mucha gente utiliza el coche para no 'caer' en las aglomeraciones que en determinados momentos se observan en algunos medios de transporte públicos».
Desde el punto de vista más técnico, el colectivo remarca que, al mantener una velocidad de 30 kilómetros por hora de forma continuada, «se utilizan marchas más cortas lo cual hace que se generen unos índices de contaminación mayores que con las marchas largas». «Esto supone un aumento de la contaminación real», remarcan en un comunicado. Situación que se agrava con los sistemas Start/Stop, «que incorporan ya casi todos los vehículos». Según remarcan desde BAT, esta apagado automático es práctico «para las retenciones prolongadas o ciudades en las que las distancias entre semáforos y los pasos de cebra son largas, pero en Bilbao o Getxo su eficacia es baja, volviéndose poco prácticos, e incluso pueden llegar a contaminar más, ya que al arrancar varias veces el motor, este necesita un aporte extra de combustible».
Para la asociación, los ayuntamientos deberían centrarse más en mejorar los hábitos de conducción «que en imponer restricciones y limitaciones de velocidad». «Es mejor convencer que imponer y por eso pensamos que se deben seguir políticas basadas en la información y educación con el objetivo de conseguir unas ciudades más amables para todos«, concluyen.
Desde el Real Automóvil Club Vasco Navarro coinciden en que el 'Bilbao a 30' no sólo no reduce las emisiones y garantiza una mayor seguridad vial, «sino que puede llegar a ser contraproducente para conseguir los supuestos pretendidos«. De hecho, sus responsables aseguran que , en la práctica, resulta »prácticamente imposible cumplir la limitación en muchas vías de la ciudad, ya que exige un tipo de conducción totalmente artificial«. Por eso consideran que, a pesar de su aplicación, el Ayuntamiento ha decidido no poner multas por el momento, porque la iniciativa ha sido muy polémica y ha generado rechazo por gran parte de la población, especialmente por los usuarios que utilizan su automóvil a diario y que no pueden prescindir del mismo«.
Sin embargo, este intento de «apaciguar» temporalmente el descontento y enfado de esa parte de la ciudadanía amenaza, a su juicio, con tener los días contados. A su juicio, solo pretende «capear el temporal de protestas» de los automovilistas y teme que una vez que amainen estas críticas «el Consistorio comience a aplicar las sanciones de forma masiva, con lo que con lo que pasaría a convertirse en otra vía recaudatoria».
La organización Ekologistak Martxan, por su parte, ha destacado las ventajas "importantes" de reducir la velocidad máxima de circulación a 30 kilómetros por hora. No en vano, ha puntualizado que la decisión del Ayuntamiento de Bilbao de establecer ese límite en toda la ciudad supone un cambio "que solo afecta al 13 % del sistema vial, especialmente a las entradas y salidas" de la villa ya que hace tiempo que la circulación en la mayoría de las calles tenía esa limitación.
La organización ha valorado la reducción de la siniestralidad vial que ha provocado la medida. Según ha afirmado, en Bilbao "los accidentes con víctimas se redujeron en un 10 % desde que se empezó a desarrollar la política de calles a 30 kilómetros por hora hace 16 meses". Según sus datos, en la segunda mitad del año pasado se produjeron 356 siniestros, frente a los 397 que ocurrieron en el mismo período de 2017.
Ha señalado que la medida implica, asimismo, una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero: "Desde la limitación, en Bilbao no se han vuelto a producir los picos de gases de efecto invernadero por encima de los valores recomendables que se dieron en 2016 y 2017", ha sostenido.
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