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En enero de 2016, un bosque autóctono de 3.000 avellanos, saucos y alisos fue arrasado en el barrio El Cerrillo de Abanto. Entre los árboles talados hubo varios ejemplares centenarios y los cauces de dos arroyos quedaron colapsados por la madera caída. El ... grupo independiente Indaz dio la voz de alarma. La Diputación constató que la matarrasa se había ejecutado sin ningún tipo de autorización. Tampoco había licencia para abrir 1,2 kilómetros de istas ni para actuar en 1,5 hectáreas de terreno que iba a ser repoblado. El permiso otorgado sólo contemplaba la corta de 530 pinos y 45 eucaplitos. Cuatro semanas más tarde de conocerse la noticia, la diputada de Medio Natural, Elena Unzueta, compareció ante las Juntas Generales para dar explicaciones. No ocultó su disgusto e informó de que una compañía forestal cántabra había sido multada por haber actuado al margen de la normativa. El castigo rondaba los 60.000 euros.
Ahora, casi tres años después del incidente, la tala, que fue calificada de «salvaje» por Indaz y de «intencionada» por la Diputación, ha quedado impune. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) ha anulado la multa de 52.360 euros impuesta al apreciar graves irregularidades en la instrucción del expediente administrativo. Los jueces han fallado contra la Diputación y han dado la razón a Bosques de Trasmiera S. L., anulando la multa . En la sentencia, a la que ha tenido acceso ELCORREO, los magistrados consideran que la deficiente actuación foral invalida el procedimiento e «impide enervar la presunción de inocencia» de la supuesta infractora. El fallo es firme, ya que no ha sido recurrido por el departamento dirigido por Elena Unzueta, que «respeta y acata la fundamentación esgrimida por el TSJPV».
2.191 avellanos, 198 sauces y 123 espinos, entre otros árboles, fueron arrasados por la tala ejecutada en El Cerrillo, en la localidad de Abanto.
Vista aérea La matarrasa ha dejado una calva en la masa forestal de la zona, tal y como puede apreciarse en la fotografía aérea que aparece más abajo. El paraje está cerca del polígono El Campillo y no muy lejos de Triano.
Repoblación y miedo En la actualidad, la parcela está ocupada por eucaliptos que tienen una altura cercana al metro y medio. Fueron plantados hace dos años. Algunos vecinos de la zona han mostado su temor a que el enclave tenga problemas de desprendimientos a partir de ahora o que las aguas del arroyo Topas bajen revueltas por la erosión y degradación a la que ha sido sometida la ladera.
De esta forma, la tala queda sin castigo. Las arcas forales sólo ingresarán 1.589 euros por una infracción de la Ley de Pesca Fluvial que guarda cierta relación con el caso, al haber resultado un río afectado por la caída de la madera. Este otro expediente finalizó con una sanción de 602 euros más una indemnización de daños y perjuicios por importe de 987 euros. Bosques de Trasmiera recurrió también a la Justicia, aunque, en esa ocasión, los magistrados le dieron la razón a la institución foral.
Entrando al detalle de la sanción de 52.360 euros anulada, la clave del asunto reside en la deficiente confección del expediente administrativo. Los jueces destacan que el acta levantada por el agente forestal que se personó en el lugar para certificar los daños ni siquiera fue aportado durante la fase administrativa, lo que califican de «inexplicable». Este documento, escrito a mano y con un croquis de la ubicación de los árboles talados, documentaba la matarrasa realizada y, aunque no cifraba en un número tan elevado (3.000 ejemplares) los troncos aserrados (se hablaba de varios cientos), contaba con un valor probatorio muy importante.
Así lo destacan los jueces: «Por sí solo podría tener el alcance de destruir la presunción de inocencia». Es decir, hubiera sido suficiente para cerrar el caso con una condena. Sin embargo, este informe sólo aparece en la fase judicial. La Diputación (posiblemente consciente de su error) citó a declarar al agente forestal, cuya identidad se preservó con el nombre en clave 'Gavilán 22'. Durante la vista, el funcionario se ratificó en su informe, pero ya fue demasiado tarde. Los magistrados han considerado que el expediente instruido por un ingeniero de montes que ni siquiera acudió al lugar de los hechos fue «parcial» y adoleció de falta de rigor. La resolución del TSJPV habla de que la multa estaba sustentanda en «elementos tan confusos, omitidos en la instrucción del mismo, y solo asentados en afirmaciones y ratificaciones» del citado ingeniero.
La Diputación atribuye lo sucedido a «un defecto de forma». El grupo independiente que lo denunció está sobrecogido. Indaz considera que el mensaje que se lanza a la ciudadanía es escandaloso. «Si no se castiga un hecho tan salvaje como éste se seguirán haciendo barbaridades porque sale gratis», lamentan.
La única esperanza que alberga Indaz es que la vertiente penal del caso pueda desembocar en una condena y en una restitución del daño causado. Es cierto que la Fiscalía abrió diligencias por un posible delito ecológico, pero los denunciantes no han tenido noticia en estos tres años. El caso podría haberse archivado o estar cerca de sobreseerse, según han señalado fuentes judiciales a este diario.
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