«Nos hemos librado de la muerte», aseguró completamente convencida y muy afectada M. L. al relatar los terribles momentos que vivió a mediodía de ayer cuando una gigantesca piedra impactó como un ariete brutal contra la fachada de su caserío en Markina sobre el ... lugar donde habitualmente corretean sus nietos. «Si me llega a atrapar a mí que tengo 74 años…. pero sólo de pensar que podía haber aplastado a algún pequeño, me pongo a temblar. Suelen jugar en esa zona», explicaba a EL CORREO todavía conmocionada.
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Esta vecina del barrio Arretxinaga, vivió el susto de su vida. «Mi marido siempre pensaba y decía que algún día esa piedra iba a caer sobre el caserío, pero lo cierto es que llevaba allí más de 200 años y nunca piensas que puede suceder», reflexionaba. «Si lo llega a ver ahora, rompería a llorar», apuntaba con congoja mientras observaba los daños materiales y el estado en el que ha quedado parte del inmueble. «Ahora mismo, todo lo material que se ha perdido no me importa en absoluto, sólo pienso en mis nietos y lo que les podía haber sucedido», repetía.
A diferencia de otras construcciones similares, el caserío afectado cuenta con la entrada por la parte trasera, justo frente a la ladera de donde se desprendió la enorme mole de piedra cuarzosa que ni los técnicos desplazados se atrevieron a poner tonelaje y tampoco a aventurar las causas del desplome. «Al parecer ha podido ser por un cúmulo de circunstancias; desde las constantes y abundantes lluvias hasta la caída de un árbol en la zona que ha podido favorecer el derrumbe», detalló la alcaldesa de la localidad, Iratxe Lasa (EH Bildu) que puso los recursos municipales a disposición de la afectada.
Precisamente, al parar de llover, M. L.decidió dejar por un rato la cocina y salir al aire libre para limpiar y pintar la puerta del cobertizo, situada en la cara opuesta del edificio. «Eran las once en punto cuando escuché un impacto brutal, fue tan grande que pensé que había volcado algún camión de las obras», narró. «Al instante, percibí el sonido de una fuga y empecé a oler a gas», explicó. Al acercarse y comprobar lo ocurrido y los destrozos en el tejado, la fachada y el porche intentó recuperarse del susto. Luego se percató de que tenía que entrar en casa a por el teléfono móvil para pedir ayuda.
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«Creía que iba a explotar, pero ayer no era el día que me tocaba morir, porque en cuanto salí corriendo para pedir auxilio me encontré con un grupo de las colonias infantiles del pueblo», indicó. «Estaba tan nerviosa que no acertaba a marcar, menos mal que una de las monitoras me ayudó a llamar a la Ertzaintza», explicó. «Mientras llegaban, los de la brigada municipal también intentaron ayudarme». Los bomberos del parque de la misma localidad desplazados hasta la zona cortaron el suministro de gas y recuperaron el suministro de luz, también afectado por el derrumbe. Lo hicieron tras explicarles que guardaba en un gran arcón frigorífico bastantes alimentos y piezas.
«El destino o quién sea ha querido que en el momento del derrumbe, los pequeños estuviesen en las colonias. Al ser la entrada al caserío, siempre están correteando. Además tenemos un gran sofá justo ahí, donde descansan y hacen la siesta», detallaba. «No puedo ni pensarlo, ha sido un milagro», se repetía.
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Uno de los aspectos que más llamó la atención de los servicios de emergencia fue las características de la roca y su enorme similitud con los tres grandes bloques de piedra cuarzosa que se encuentran en el interior de la ermita de San Miguel de Arretxinaga, a escasos metros del caserío afectado y puerta de entrada a Bizkaia del Camino de Santiago.
Algunos expertos aseguran que la enorme formación geológica que hace de altar en el templo no es propia de la zona. En el lado opuesto están quienes defienden que Arretxinaga puede traducirse como 'lugar donde yacen las piedras'.
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