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Patricia Rodríguez
Miércoles, 26 de junio 2024, 10:43
Por fin en casa. El vizcaíno Álex García llegó por la tarde a su domicilio, en Lasarte-Oria, después de abandonar el Hospital de Cruces, donde permanecía ingresado desde el pasado abril. Con casi 30 kilos menos, camina despacio y afirma que está «baldado» –ha ... pasado exactamente «cuatro meses y cuatro días» en el hospital desde que ingresó en Tailandia y después en Cruces– y el tiempo de hospitalización, con dos ingresos en la UCI de por medio, han hecho mella de forma visible en su estado físico, aunque habla sin esfuerzo.
Deberá seguir su recuperación en casa controlado por el servicio de hospitalización domiciliaria de Osakidetza para recuperarse «al 100%», pero estar ya fuera del centro hospitalario y dormir bajo el mismo techo junto a su familia le resulta de lo más reconfortante. Lo decía la expresión de su cara nada más cruzar el umbral de casa. «Cuando he entrado casi lloro de la emoción, después de cuatro meses... He pasado más tiempo en el hospital que viviendo en esta casa, que la compramos el año pasado», comentaba a este periódico horas después de su llegada. Ahí se ha juntado con su pareja, Usoa, y sus dos hijos pequeños, Elaia y Liam, además de su sobrino Hugo. «Mis hijos no sabían que estaba ya en casa, les hemos dado una sorpresa y cuando me han visto no se lo creían. Han venido como locos a abrazarme, estoy muy contento de poder estar aquí con ellos», afirmaba emocionado.
Los médicos se despidieron de Álex entre abrazos «y me dijeron que esperaban no volver a verme por ahí», aunque sabe que la recuperación será «lenta». «Me han dicho que igual me tienen que volver a operar, pero que ya se verá. La cosa va para largo hasta recuperarme del todo; pueden ser seis meses, ocho, nueve... No tengo fuerzas, como mucho puedo coger 5 kilos de peso. Pero bueno, poquito a poco, con revisiones diarias del médico», explica este hombre de 36 años, que ha pasado «de vestir una XL a entrar en una M». Ya trastea con el portátil, quiere ir reincorporándose lo antes posible al trabajo y volver a su vida anterior...
El comienzo de todo «Bajé un día a desayunar y noté un dolor tan fuerte que caí al suelo. Me desperté en el hospital»
Frustración «Lo más frustrante ha sido cuando crees que te vas a casa y no es así. Dos veces intenté subir al avión»
Recuperación «Los médicos me han dicho que la recuperación será lenta, no tengo fuerza y peso 30 kilos menos»
Álex y Usoa emprendieron el que podría haber sido el viaje de sus vidas el pasado 19 de febrero con destino a Tailandia, pero aquella aventura se convirtió pronto en una auténtica «pesadilla». «Ha sido muy duro, he sufrido mucho. Pero fíjate lo que es la cabeza, que la parte de los hospitales de Tailandia es como que la cabeza me ha hecho un 'clic' y se me ha olvidado. Yo ahí era consciente de lo que estaba pasando pero se me ha olvidado, hay muchas cosas que no recuerdo. Sí que me acuerdo los días que hemos estado disfrutando las vacaciones, pero lo de los hospitales lo tengo muy nublado», cuenta Álex, que pese a haber nacido en Basauri reside en el municipio guipuzcoano de Lasarte.
A los pocos días de llegar a Tailandia se sintió indispuesto con unos dolores muy fuertes. Su estado empeoró y tuvo que ser trasladado de urgencia a la capital, Bangkok, tras ser diagnosticado de pancreatitis aguda. Según rescata este joven de aquellos primeros días, «bajé a desayunar, íbamos a hacer una excursión, y le dije a Usoa: 'no me encuentro muy bien'. Tenía como un dolor... Pero se me pasó sin más. Fui a comer, y el dolor seguía hasta que me tuve que tirar al suelo. Desperté en el hospital y ahí empezó la historia». Una odisea que puso en vilo a un país entero. Los días pasaban y el estado de salud de Álex empeoraba. Mientras, los gastos sanitarios corrían a semejante velocidad que esta pareja lanzó un SOS. Necesitaban traerle de vuelta. Necesitaban regresar y estar cerca de los suyos.
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La pareja había contratado un seguro de viaje que en un principio cubría los gastos médicos hasta 100.000 euros y la repatriación ilimitada. Casi un mes después de ingresar pusieron a su disposición un vuelo comercial con el acompañamiento de un médico, un viaje que intentaron a finales de marzo, aunque al ver su estado de salud el piloto se negó a llevarle. «A parte de no ver a los niños y a la familia, eso fue lo más duro. Cuando crees que te vas y no. Dos veces intenté subir en un avión y no pude. Es una frustración tremenda. La primera sí que me llevé palo, pero la segunda fue un golpe duro». Álex nos pone en situación. «Te traslada la ambulancia al aeropuerto y te dice el capitán: 'ahora, en diez minutos, venimos a por ti'. Que al final fueron casi cuatro horas. Y me explican después que no me pueden llevar porque mi vida corre riesgo», recuerda.
Su estado de salud seguía siendo grave, por lo que sus allegados intentaron reunir dinero a través de un crowdfunding. La ciudadanía se volcó y consiguieron más de 100.000 euros. Su pareja, Usoa, también movió cielo, tierra y mar para traerle de vuelta. Se lo prometió. «Cuando volví de Tailandia, Álex me mandó un mensaje de que me había ido y le había dejado ahí pero le contesté: 'Tengo que cumplir una misión. Voy a mover todo para traerte». Así, este joven tocaba tierra firme el pasado 21 de abril tras un complejo operativo en el avión militar de la Umaer. «No pensaba que iba a alcanzar esa magnitud. Y cuando llegué a Cruces y vi a toda la gente aplaudiéndome... No sabía que me querían tanto, estoy muy agradecido», dice Álex. Su pareja se sincera y explica que lo que ha vivido en Tailandia ha sido «horrible. Todos los días me iba con la incertidumbre de no saber qué me iba a encontrar mañana».
Comunicarse con los médicos fue una complicación añadida. «Usábamos el traductor del móvil pero un día le preguntamos algo a la enfermera y lo que leímos al traducir fue que 'en un rato viene el médico a acuchillarte. Ahora te ríes pero con 40 de fiebre imagínate...», concluye.
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