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Bilbao posee un poderoso valor que no todas las ciudades tienen: marca. Un reclamo que se ha colado en la primera línea del escaparate desde que el Guggenheim puso su nombre en el mapamundi. Para un visitante, sea en viaje de turismo o de negocios, ... el museo diseñado por Frank Gehry sigue siendo el emblema más «maravilloso», veinte años después de su inauguración.
Pero ya no es el único, como ha destacado la Academia del Urbanismo al concederle el premio a la mejor ciudad europea de 2018, en pugna con Viena y Liubliana. El galardón invita a preguntarse cómo se ve Bilbao en otros países. ¿Qué imagen de la ciudad y sus gentes les llega?
Y la respuesta ofrecida por los consulados de nueve países en Bilbao revela otros alicientes. Entre ellos, la oferta cultural, el tamaño «manejable» de una ciudad que no conoce «la masificación» del turismo, «cómodas» conexiones aéreas, hacer vida en la calle y, por supuesto, la gastronomía, con un plato que sorprende desde Alemania a Filipinas: los chipirones en su tinta.
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