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José Antonio Cartagena sufrió antes de Navidad un infarto del que pensaban que «no iba a salir». Pero lo hizo. Con 69 años de edad ... y sobre una silla de ruedas, este vecino de Zurbaranbarri ha acudido esta mañana a la Basílica de Begoña en el día de La Asunción para «darle las gracias a la Amatxu». «Creíamos que se iba a morir. La verdad es que ha sido un año muy malo porque nuestra hija también ha estado en tratamiento de quimioterapia. ¡Por suerte ha salido!», decía emocionada su mujer, Consuelo San Martín.
Como ellos son miles los vizcaínos que no han querido faltar a uno de los «días más importantes del año». Porque visitar el día 15 de agosto a la patrona de Bilbao y Bizkaia cruza las fronteras de lo religoso. Va más allá, es un sentimiento «que no se puede explicar con palabras». «Nosotros venimos cada año aunque no entremos en misa. Es un día especial en el que siempre rogamos salud», decía Maite Pérez. Con zapatillas y ropa cómoda, esta vizcaína ha partido a las seis de la mañana desde Leioa para llegar a tiempo al templo. «Podría traer un rollo de papel entero de peticiones, pero lo más importante es que todo estemos bien», comentaba.
La peregrinación a la basílica es una costumbre que pasa de «generación en generación» y que cada año consigue reunir a más de 150.000 personas. Desde las nueve de la mañana se podían ver familias completas, amigos y solitarios disfrutando de una «jornada única». Aunque la primera misa del día se ha celebrado a las 4 horas, las marchas religiosas comenzaron mucho antes. A las cinco de la tarde de ayer ya había vecinos que partían hacia la basílica. Hay quienes piden salud, trabajo o «que todo vaya bien». Pero también están los que visitan la Virgen de Begoña por «una promesa que no pueden romper».
Es el caso de Zuriñe Calero, de Etxebarri. Su hijo, Aingeru, sufrió convulsiones al poco de nacer. «No contábamos con él. A las horas de nacer le dieron una serie de crisis y los médicos nos dijeron que muy pocos las superaban», decía la madre. Aingeru fue uno de ellos. Ahora tiene 8 años y en su silla de ruedas lleva colgado un cordón episcopal. También en su cama tiene una medalla de La Amatxu. «Cuando era más pequeño le regalaron una estampa de la Virgen bendecida y nos prometimos que si saldría adelante, vendríamos todos los años para darle las gracias», contaba emocionada Calero.
La misa mayor presidida por el obispo Joseba Segura a las doce ha sido el momento con mayor bullicio. A la eucaristía ha asistido el alcalde Juan Mari Aburto, acompañado de representantes de la corporación municipal y de la presidenta de las Juntas Generales, Ana Otadui. Y a ellos se ha sumado una marabunta de devotos que han seguido la misa incluso desde fuera. Mientras, en los exteriores se concentraba la gente que una vez hechas sus plegarias, aprovechaban para comprar unas rosquillas o comer un talo con chorizo. Porque si algo han dejado claro los peregrinos es que La Asunción es una fecha marcada en rojo. Para Amaia Atxutegi y sus amigas Zorione Santa Cruz, Seli de Prado y Esther Garay, lo es. «Venimos andando todos los años desde Zamudio. Siempre rogamos lo mismo, que estemos bien y que las personas que están enfermas de nuestro alrededor no sufran. Por ahora se ha portado bien, así que no fallaremos, ¡por si acaso!», decía entre risas.
Pero más allá de la tradición, para Bego Villammor y Any Vázquez venir a ver a la Virgen este año tiene un sentido especial. Una de sus amigas está enferma de cáncer y junto a otras cinco compañeras, han llegado a Begoña para pedirle a La Amatxu «que nos dure muchos años y que no sufra». Entre lágrimas aseguraban que «es la primera vez que venimos todas juntas». «Lo hemos hecho por ella. Porque nos pide que hagamos cosas divertidas. Así que a las seis y media hemos salido de Altamira hacia la Basílica», cuenta Bego. Con una pulsera en la que se podía leer «Juntas somos más fuertes», rogaban «salud para todos».
La tradición se remonta a 1300. Incluso antes de que Don Diego López de Haro diera la Carta Puebla a Bilbao. Aunque como aseguran los vendedores de los puestos situados junto a la basílica, «los tiempos han cambiado». «Cada vez se nota que viene menos gente por la noche», dicen. Aún así, hay quienes no fallan. Aún no había cantado el gallo y los primeros peregrinos ya estaban a las puertas de la Basílica de Begoña para honrar a la Amatxu. Entre ellos María Begoña Oseguera, Maitane Beraza y Mikel Sainz, que han hecho 20 kilómetros desde Sodupe. «Ha sido muy bonito el camino porque hemos venido en familia, hablando de cosas que igual no hemos hablado en todo el año».
Aunque en esta ocasión el grupo se haya reducido por falta de ganas, los tres han hecho el recorrido «con mucha fe. Para nosotros la Virgen de Begoña es muy importante». Maider García lleva acudiendo a esta cita 30 años, pero hoy ha llegado desde Mungia acompañada de Eneko Fernández, Lander Irusta, Itziar Torrontegui, Susana Finistrosa y Joana Belarrain. «Solo falté un año, en el que me casé, y salió mal», comentaba entre risas la primera. El grupo se ha acercado a pedirle a la santa que nada cambie en sus vidas «porque estamos muy bien». «Siempre se cumple, pero tienes que poner de tu parte», aclaran.
Las misas se repetirán cada hora hasta las ocho de la tarde, con un parón de 14 a 17 horas. Porque para algunos, solo ver a la Virgen «ya nos pone los pelos de punta».
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