Los presos vascos sueñan con Paulo Coelho

Desde hace varios años, tanto el Ministerio de Cultura como el Departamento de Cultura del Gobierno vasco, en coordinación con la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, disponen de un programa especial en las prisiones para fomentar la lectura entre los presos. Este proyecto está dirigido a los internos que cumplen su pena, pero, por ejemplo, también está dirigido a aquellos centros en los que hay menores conviviendo con sus madres. El funcionamiento de las bibliotecas de las prisiones es exactamente igual que el de un depósito de libros en el exterior. En principio, cada módulo cuenta con su propio servicio de préstamo, que, en el caso de las cárceles vascas, se complementa con una biblioteca principal. Los reclusos deben solicitar los libros exactamente igual que en cualquier otro establecimiento de este tipo y cuentan con plazos similares para devolverlos. En las prisiones se considera que los servicios de bibliotecas no son sólo una forma de ayudar a los internos a utilizar su tiempo de una forma educativa. También adquieren la disciplina de cumplir con las devoluciones a tiempo y con el compromiso de cuidar los libros.

Atxaga y Martínez de Lezea

Los trabajadores de las prisiones siempre insisten en que la población reclusa es un reflejo de la sociedad . En cuanto a las preferencias de lectura, esta máxima se cumple sin problemas. Los listados de libros más solicitados en las bibliotecas repiten casi de forma milimétrica las definiciones de lo que es un 'best seller' o, en la mayoría de los casos, un 'long seller'. Además de los ya citados, uno de los ejemplares más pedidos es 'Los pilares de la tierra', de Ken Follet, así como obras de autores superventas como Stephen King, Jorge Bucay o Stieg Larsson. En el caso de las cárceles vascas, sin embargo, aparecen dos singularidades locales que no aparecen en las estadística del Ministerio del Interior. Dos de los escritores más solicitados entre la población reclusa vasca son Bernardo Atxaga y Toti Martínez de Lezea. Y otro de los autores que también es reclamado en las bibliotecas de las prisiones vascas y no en las del resto de España es Pablo Neruda, cuyo libros 'Veinte Poemas de amor y una canción desesperada' sigue siendo uno de los más leídos en lengua castellana.

Hay otra singularidad que diferencia a los lectores de las prisiones vascas del resto. En Euskadi, un autor que no figura en las estadísticas es Francisco Ibáñez, el dibujante y guionistas español creador de personajes ya míticos como Mortadelo y Filemón. Y hay otros dos autores en los que también los reclusos vascos son una excepción, aunque sea, a la hora de no solicitarlos. El primero de ellos es Alberto Vázquez Figueroa, el autor español de aventuras ligeras, y el segundo es 'Cincuenta sombras de Grey', de E. L. James, un 'best seller' erótico que no parece tener aceptación en las celdas del País Vasco.

Ambos colectivos comparten la afición a un escritor, desconocido para el gran público pero que, sin embargo, es uno de los más reclamados en las bibliotecas de las prisiones: Julián Carlos Ríos Martín. Este abogado y profesor de Derecho Penal de la Universidad de Comillas es autor de obras como 'Mirando el abismo', 'Arando entre piedras: Crónicas de sufrimiento y reconciliación de un abogado en la frontera' o 'Mil voces presas', en los que analiza todos los aspectos relacionados con la vida en las prisiones, el sistema penal y judicial español y, además, reúne los testimonios de los reclusos y tiene en cuenta su punto de vista. Su trabajo pretende dar voz a los internos, algo que los protagonistas quieren leer.