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Reiny E.P. durante el juicio.

¿De qué se reía el homicida del taxista?

Reiny E.P. sólo fue condenado a 10 años y medio de prisión por matar a un profesional del taxi en Bilbao. Todos le recordamos por las imágenes en las que, protegido por la Policía para que no le lincharan, en cuclillas y con la ropa ensangrentada, sacaba la lengua y se mofaba

Ainhoa De las Heras

Lunes, 29 de junio 2015, 00:03

Hay imágenes que permanecen grabadas en el imaginario colectivo durante años. Es el caso del vídeo grabado por el fotoperiodista Luis Calabor, que recorrió los informativos de televisión y los digitales de todo el país, de Reiny Enmanuel Pichardo, un joven dominicano de 21 años, ... protegido por agentes de la Policía Municipal de Bilbao y Ertzaintza en un portal del barrio de San Adrián, para evitar que un grupo de taxistas le lincharan. Acababa de matar a uno de sus compañeros, Eduardo Robredo, de 45 años, casado y padre de dos hijas, que murió desangrado en el taxi 'Renault Laguna' con licencia 168 en la bilbaína calle Goiko Torre, en el barrio de San Adrián. En cuclillas, esposado y con los pantalones llenos de sangre, sacaba la lengua y se mofaba desafiante. ¿De qué? Sólo él lo sabe.

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Ocurrió sobre la una y media de la madrugada del 12 de diciembre de 2005, va a hacer ya diez años. Según la versión de Reiny, la única que conocemos ya que el taxista no sobrevivió para contarlo, le faltaban unos euros para pagar el trayecto, lo que desencadenó una discusión que acabó con Robredo muerto de un tajo en el cuello que le seccionó la yugular. Antes de morir, el taxista balbuceó por la emisora que había sido agredido y muchos de sus compañeros, que trabajaban también de noche, acudieron en su auxilio.

Los agentes de la Ertzaintza que detuvieron al sospechoso en las inmediaciones declararon en el juicio que tuvieron que pedirle que dejara de mofarse y que no parecía importarle que acababa de matar a una persona. Esta actitud envalentonó a los compañeros de Robredo que pusieron en serias dificultades a los policías encargados de custodiar al detenido. Le metieron en un portal de la Avenida San Adrián y cuando los ánimos se habían enfriado, le introdujeron en el coche patrulla y le llevaron a la comisaría.

Juicio decepcionante

El juicio por el caso resultó decepcionante para la familia de la víctima y para el sector del taxi, que consideraban que el nombre de Eduardo había quedado manchado. El fiscal defendió que fue Robredo el primero en sacar el arma blanca, un cuchillo de mala calidad comprado en un bazar chino, algo contrario al carácter "pacífico" de la víctima, según su círculo. El acusado, que lucía la estética de Latin King, alegó legítima defensa y pidió el atenuante de embriaguez. Finalmente, fue condenado a diez años y medio de prisión, la pena mínima, por un delito de homicidio con un atenuante de arrepentimiento espontáneo al entender la jueza que dada su juventud, aún era posible su "resocialización". La acusación particular, representada por el penalista José Ricardo Palacio, impugnó el veredicto argumentando que había habido una primera decisión del jurado que consideraba al acusado culpable de asesinato, pero que fue corregida por la magistrada-presidenta del tribunal popular. La pena quedaba muy lejos de los 17 años de prisión que solicitaba esta parte. Finalmente, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) desestimó el recurso.

Reiny cumplió parte de la condena en España y después fue trasladado a su país, República Dominicana, para terminar de completar la pena, por lo que probablemente habrá salido ya en libertad o estará a punto de hacerlo. En la vista oral, al final de su declaración, el joven reveló que escuchaba "la voz del diablo" desde los 16 años. "Tengo demonios dentro", afirmó, aunque los psiquiatras-forenses negaron que sufriera un trastorno mental.

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