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Luis Alfonso Gámez
Lunes, 29 de agosto 2016, 19:07
Lucy, la Australopithecus afarensis que ya paseaba erguida por África hace 3,2 millones de años, se mató a los 20 años al caerse de un árbol. Es la conclusión a la que han llegado científicos estadounidenses tras examinar sus restos con un equipo de ... tomografía de rayos X de alta resolución. «Resulta irónico que el fósil que está en el centro del debate sobre el papel de los hábitos arborícolas en la evolución humana probablemente muriera de las heridas sufridas al caer de un árbol», dice John Kappelman, antropólogo de la Universidad de Texas y director de la investigación que publica la revista Nature.
Los restos de Lucy fueron descubiertos por Donald Johanson en Etiopía en 1974. De un metro de altura, 30 kilos de peso y parecida a un chimpancé bípedo, debe su nombre a Lucy in the Sky with Diamonds, canción de los Beatles que sonaba repetidamente en la excavación. Durante décadas fue el homínido más antiguo, el que se creía que marcaba el momento en que nuestros antepasados bajaron de los árboles. Ahora, forma parte de nuestro árbol de familia, aunque los científicos no tienen claro si es un antepasado directo o no.
El fósil, normalmente depositado en una cámara especial del Museo Nacional de Etiopía, donde se exhibe al público una réplica, estuvo entre 2007 y 2013 de gira por EE UU. Fue entonces cuando Kappelman y sus colaboradores analizaron los restos, que corresponden al 40% del esqueleto, y descubrieron que el extremo del húmero derecho está fracturado de una manera que no suele verse en los fósiles, con una serie de cortes afilados y limpios con pequeños fragmentos de hueso y astillas todavía en su sitio.
«Esta clase de fractura se da cuando una mano toca el suelo durante una caída y eso hace que los elementos del hombre choquen entre sí hasta crear una marca única en el húmero», explica el investigador. Stephen Pearce, un cirujano ortopeda con el que consultó, le confirmó que las lesiones eran compatibles con una fractura consecuencia de una caída desde una altura considerable. Kappelman halló además otras fracturas en el tobillo derecho, el hombro y la rodilla izquierdos, la pelvis y la primera costilla, todas compatibles con una caída y sin rastros de curación, lo que significaba que ocurrieron poco antes de la muerte. ¿Cómo sucedió?
El investigador cree que Lucy probablemente subía a los árboles de noche para comer y refugiarse. Al comparar las lesiones con otras de chimpancés, calcula que se precipitó al vació desde unos 12 metros, aterrizó de pie a unos 56 kilómetros por hora, cayó hacia adelante e intentó minimizar el impacto con las manos, como haría cualquiera de nosotros. Murió poco después. «Lucy ya no será más una simple caja de huesos. En su muerte se ha convertido en un individuo real: un pequeño cuerpo roto e indefenso a los pies de un árbol», dice el antropólogo.
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