Un niño da de comer a la osa ‘Lula’ en el zoo de Mosul después de la expulsión de los yihadistas de este distrito de la ciudad.

'Lula' y 'Simba', a salvo de las fieras

Una osa y un león son los únicos supervivientes de un zoo de la ciudad iraquí de Mosul atrapado entre dos fuegos. La ayuda de los vecinos les ha permitido resistir hasta el día de su rescate

javier guillenea

Miércoles, 19 de abril 2017, 02:40

Lula y Simba estaban cerca de la muerte cuando se les apareció Amir Khalil. Ellos son los dos únicos supervivientes del zoo de Mosul, la ciudad que en junio de 2014 entró en el infierno del Estado Islámico (EI) y desde entonces trata de salir ... de él. En octubre de 2016 el Ejército iraquí lanzó una gran ofensiva para liberar la localidad de un terror que ha convertido la muerte en cotidiana y ha desdibujado la delgada frontera entre lo humano y lo salvaje. En Mosul las fieras están fuera de las jaulas.

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Lula es osa. Simba, león. El veterinario Amir Khalil y cuatro compañeros, todos miembros de la ONG austriaca Four Paws International, se han jugado el tipo para rescatar a los dos animales del encierro donde se morían de hambre y llevarlos a un lugar seguro. Ellos saben que salvar estas vidas en un lugar donde morir es demasiado fácil siempre les acarreará críticas, pero insisten en que es una cuestión de humanidad. Y también de esperanza. Durante varios meses, Lula, Simba y los vecinos del zoo se han protegido mutuamente mientras han podido. Ha sido una especie de trueque. Unos daban comida. Otros, un motivo más para vivir.

Situado a orillas del Tigris, en el barrio residencial de Al Murur, el parque zoológico de Nur era en los buenos tiempos uno de los lugares favoritos de asueto de los habitantes de Mosul. En sus anticuadas instalaciones había 42 animales, entre ellos cuatro leones, dos osos, un par de monos, tigres, caballos y numerosos pájaros que sobrellevaban el cautiverio ajenos a lo que ocurría a su alrededor.

Cuando comenzó el asalto del Ejército iraquí sobre Mosul para expulsar a los yihadistas, el Estado Islámico instaló en el parque Nur una base de milicianos. El barrio y el zoo se convirtieron en escenario de fuertes combates y los animales quedaron atrapados en medio de un fuego cruzado. Fue entonces cuando algunos vecinos de Al Murur decidieron arriesgar su vida para alimentar a los cautivos del parque. Con la ayuda de otros vecinos, se escabullían reptando por el suelo entre los controles del EI con frutas, agua y lo que podían llevar a los animales. No era mucho, pero sí suficiente.

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«En mi opinión, la humanidad no puede ser dividida. El que tiene humanidad la tiene tanto para los seres humanos como para los animales», afirma Amir Khalil cuando se le reprocha que haya dedicado sus esfuerzos a rescatar a Lula y a Simba. Al tratar de salvar a los animales, los vecinos del zoo se salvaban también ellos mismos. Era una manera de recordarse que seguían siendo humanos.

Durante quince días, los combates fueron tan violentos que los vecinos no pudieron acercarse al zoo. Sin comida y atrapados, casi todos los animales murieron de hambre o alcanzados por balas y bombas. Los monos lograron huir por los boquetes abiertos por la metralla en su jaula y buscaron desesperadamente comida por las casas del barrio. Cuando dos de los leones murieron, los otros dos, un macho y una hembra, se alimentaron de sus cuerpos, pero la leona estaba demasiado débil y también falleció. Solo quedó el famélico Simba, en una jaula repleta de excrementos y a la espera de su fin. No muy lejos, Lula se enfrentaba al mismo destino.

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El barrio de Al Murur fue liberado en febrero. Para entonces, la existencia de los dos últimos supervivientes del zoo había llegado a los oídos de Four Paws International, que envió a un equipo de rescate. Así se les apareció Amir Khalil a Lula y Simba. «Estaban malnutridos, rodeados de excrementos y cadáveres, al borde de la muerte», relató más tarde el veterinario, que organizó la alimentación del león y la osa y preparó su traslado urgente a otro lugar.

Causa común

El primer intento fracasó. No es fácil transportar a una osa y un león a través de un país en guerra donde las prioridades son otras y la única ayuda que ofrecían los militares eran balas para matar a los dos animales. Tras ser retenidos en un puesto de control, la caravana de veterinarios y los dos supervivientes del zoo se vieron obligados a volver. Pero, por suerte para ellos, cuando llegaron al parque se encontraron con una sorpresa. Los vecinos les estaban esperando.

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Los niños mueren de hambre en Mosul

  • Tras la liberación del barrio de Al Murur, en el este de Mosul, los combates se han trasladado al casco antiguo de la ciudad, último bastión que conserva el Estado Islámico y donde se lucha casa por casa en un laberinto de calles estrechas. Desde que, en febrero, comenzó el asedio a esta zona, un centenar de niños ha muerto de hambre en el barrio. Según el director regional de la ONG Foro del Niño, Muataz al Raui, el sitio al casco antiguo, impuesto por los militares y la Policía iraquíes, ha agotado las existencias de fórmula para lactantes, leche y otros alimentos, lo que ha contribuido a la muerte de numerosos bebés y recién nacidos.

  • Según cálculos de Unicef, uno 220.000 menores de edad siguen atrapados en los barrios bajo el control de los terroristas y se encuentran en peligro extremo y sin salida por los enfrentamientos. Al Raui acusó al Estado Islámico y a las fuerzas militares de ser responsables de cometer un «crimen contra la humanidad» y una «gran y grave violación» contra los menores que están atrapados en Mosul, a la vez que advirtió que habrá más víctimas entre los niños debido al «asfixiante asedio» impuesto por las fuerzas gubernamentales.

  • Los responsables de la ONG Four Paws son conscientes de que sus esfuerzos por salvar a Lula y Simba en el zoo de Mosul contrastan con la situación de una ciudad donde los niños mueren por falta de comida y la atención médica a la población es casi inexistente, pero insisten en que alguien debe ocuparse de unos animales que «están cautivos por nuestra culpa y no tienen el lujo de poder huir».

Lula y Simba recibieron a partir de entonces los cuidados de los habitantes de Al Murur, que hicieron causa común para alimentarlos con lo poco que tenían. Un grupo de voluntarios comenzó a trabajar para recuperar el zoo y mantener con vida a la osa y al león, cuya salud se había resentido por tantas privaciones. El parque se llenó otra vez de niños que acudían a visitar a los dos supervivientes. A pesar del sonido no muy lejano de explosiones y disparos, la normalidad parecía llamar a la puerta del barrio.

Amir Khalil regresó a finales de marzo para intentar una vez más el traslado de los dos animales y en esta ocasión lo consiguió. Tras ser anestesiados, la osa y el león iniciaron un viaje de dos semanas hacia un centro de rehabilitación en Jordania, donde llegaron más salvos que sanos. Lula sufría diarrea por desnutrición, problemas en la dentadura y el hocico y lesiones cutáneas. Simba también padecía lesiones cutáneas, además de daños en las articulaciones y una inflamación ocular.

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Cuando se recuperen, los dos compañeros de cautiverio serán trasladados a recintos mucho más grandes que las jaulas donde estuvieron a punto de morir en Mosul. Deberán aprender a vivir una vida totalmente distinta a la que han llevado hasta ahora, a disfrutar de algo parecido a la libertad, aunque solo sea una ilusión. Por lo menos, estarán lejos de las fieras.

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