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Luis Alfonso Gámez
Sábado, 1 de abril 2017, 01:25
«No hay nada más difícil de emprender, más penoso de conducir o más incierto en su éxito que introducir un nuevo orden de cosas, porque el innovador tiene como enemigos a todos aquellos que han prosperado en la vieja situación y solo como tibios ... defensores a los que pueden beneficiarse de la nueva», escribió Nicolás Maquiavelo en El príncipe (1513).
Quinientos años después, Juan Ignacio Vidarte recuperó ayer la frase del pensador florentino para demostrar lo reticentes que somos los humanos al cambio. «La innovación es un desafío que siempre encuentra resistencia, pero es la llave que abre la puerta del futuro», dijo el director del Guggenheim en la apertura de Innova Bilbao 2017.
La intervención de Vidarte, en la que repasó cómo el museo fue uno de los ejes de la transformación de Bilbao, fue el plato fuerte de la primera jornada del encuentro sobre el mundo digital y la empresa organizado por EL CORREO en colaboración con la Diputación de Bizkaia, el Ayuntamiento de Bilbao, Euskaltel y Laboral Kutxa. Dos décadas después de la inauguración del Guggenheim -sede del encuentro-, echó una fugaz mirada al País Vasco de 1991, cuando comenzaron las negociaciones para la construcción del centro. «El paro en Euskadi era del 25%, más del doble que hoy, y en la Margen Izquierda superaba el 40%», recordó a un auditorio compuesto por emprendedores de toda España algunos de los cuales veían por primera vez el Abandoibarra anterior al edificio de Frank Gehry.
«Bilbao es una ciudad innovadora. Lo ha demostrado en sus más de 700 años de historia», dijo Xabier Ochandiano, concejal de Desarrollo Económico, Comercio y Empleo. La originaria villa comercial sufrió una transformación, «seguramente la más relevante de su historia», con motivo de la Revolución Industrial, hace poco volvió a reinventarse y ya se prepara para otra revolucion. «Bilbao mira al futuro y afrontamos un nuevo momento relevante en el que la innovación va a jugar un papel determinante en el desarrollo de nuestra ciudad».
Apertura al mundo
El DJ Fonsi Nieto reinvindicó en su charla con Xosé Castro, dinamizador de las jornadas, esa necesidad de cambio continuo. «Me gusta hacer cosas. Inventar. Buscar lo último. Meterme en negocios», afirmó el exmotorista. Recordó cómo en 2010, tras sufrir una grave lesión en Indianapolis que acabó apartándole de los circuitos, nació como DJ y cómo ahora su último proyecto es un festival que aunará motor y rock en el Puerto de Santa María el 6 de mayo en coincidencia con el Gran Premio Red Bull de España.
«Innovación es sinónimo de apertura. Apertura a nuevas corrientes, tecnologías, ideas, proyectos, modos de vivir y de estar en el mundo. Por eso, frente al proteccionismo y la construcción de barreras que se extienden por algunos lugares del mundo, la innovación debe convertirse en una tendencia que busque justamente lo contrario», dijo Iñigo Barrenechea. El director general de EL CORREO destacó que esta semana este periódico ha sacado una nueva app y un nuevo suplemento gastronómico, Jantour. «Antes hacíamos un proyecto cada dos años, ahora hacemos dos a la semana».
Ibone Bengoetxea, diputada de Administración Pública y Relaciones Institucionales, recalcó que la institución foral vizcaína «está haciendo un esfuerzo enorme por abrirse y conectar con la gente a la que presta servicio» porque no puede permanecer aislada. En esa misma línea, Koldo Unanue, director de Marketing de Euskaltel, aseguró que hoy «el elemento de transformación más importante» de la telefónica vasca «pasa por la escucha activa de lo que preocupa a sus clientes. Es un arma de construcción masiva». Oscar Muguerza, director de Desarrollo de Negocio Empresas de Laboral Kutxa, se congratuló, por su parte, de la buena salud del sistema innovador vasco, pero advirtió de que, aunque «puede ser envidiado en muchos sitios, no nos podemos relajar».
En un mundo siempre cambiante, Vidarte destacó que «el Guggenheim ha sido un gran beneficiario de la globalización», que lo ha convertido en un referente cultural mundial, y demostró con datos que ha sido uno de los elementos tractores del nuevo Bilbao. «Teníamos un precipicio delante -dijo en alusión a la ciudad de los 80- y para superarlo había que dar un salto grande».
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