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Javier Muñoz
Domingo, 12 de marzo 2017, 02:33
'Regresa, regresa donde una vez perteneciste', repiten los Beatles en 'Get Back', la canción que abre y cierra el famoso concierto que dieron el 30 de enero de 1969 en la azotea londinense de la discográfica Apple. La letra de ese legendario tema ha ... suscitado varias interpretaciones; una de ellas, que se trató de un ataque a los pakistaníes; otra, que fue lo contrario, una sátira antirracista. Hay quien vio un mensaje a Yoko Ono, la compañera de Lennon. Todas esas teorías, alimentadas por libros y declaraciones de los propios músicos, tienen el mismo telón de fondo: las tensiones sociales y políticas que había desatado en el Reino Unido un sonado discurso contra la inmigración, un alegato xenófobo pronunciado en abril de 1968 por el parlamentario conservador Enoch Powell que guarda cierta similitud con las ideas de los partidarios del Brexit.
El discurso fue leído en una convención del Partido Conservador en Birmingham y llevaba por título 'Ríos de sangre' por un verso de 'La Eneida' de Virgilio. Powell alertaba contra la llegada a las islas británicas de trabajadores negros, pakistaníes e indios procedentes de la Commonwealth y se oponía a las leyes antidiscriminación. Temía que se formara en su país una sociedad convulsa en la que los blancos autóctonos acabarían arrinconados por forasteros de otras razas y culturas, y en la que estallarían violentos conflictos sociales como en Estados Unidos.
Aquella intervención le costó a Powell la expulsión del gabinete en la sombra de los conservadores, el órgano con el que su partido controlaba al Gobierno desde la oposición. El líder de los tories, Edward Heath, lo defenestró por el racismo que se desprendía de sus palabras, que, ciertamente, eran las de un hombre culto, polifacético y extremadamente controvertido. Un escritor y poeta, doctor en griego antiguo, exagente de inteligencia que ascendió de soldado raso a brigadier durante la Segunda Guerra Mundial y fue exministro de Sanidad entre 1960 y 1963. Tan brillantes credenciales no impidieron que lo despojaran de cualquier responsabilidad en su partido, mientras sus críticas desencadenaban una controversia nacional que acabó con el endurecimiento de la política de inmigración y, a la larga, con su divorcio de los tories.
La ruptura se consumó en 1974, un año después de que el Reino Unido ingresara en el Mercado Común. Powell se marchó con los unionistas del Ulster. Murió en 1998, a la edad de 86 años, cuando los ecos de su 'speech' parecían haberse apagado. Sin embargo, los rescoldos de aquel debate se han avivado cinco décadas más tarde, cuando Londres tiene un alcalde musulmán, su población no autóctona iguala a la nativa y hay un puñado de seguidores chiflados del Estado Islámico emboscados en los suburbios.
«Veo el río Tíber rebosante de sangre», exclamó Powell en la covención de Birmingham, citando 'La Eneida' de Virgilio, el clásico que inspiraba su visión apocalíptica del Reino Unido. El 'sí' al Brexit del pasado año ha hecho inevitables los paralelismos entre sus ideas y las del político que inspiró el referéndum de salida de la UE, Nigel Farage, un profesor de la London School of Economics que abandonó a los conservadores y creó el partido xenófobo UKIP. Estas siglas han inspirado las restricciones a los extranjeros comunitarios que estudia el Gobierno conservador de Theresa May. Si antes la amenaza la representaban los caribeños y asiáticos, hoy ocupan su lugar los trabajadores comunitarios.
Donald Trump, Marine Le Pen, Gert Wilders cabalgan a lomos de esa forma de pensar, que se remonta a 1968 y a los miles y miles de cartas de apoyo que Enoch Powell recibió por su discurso. Los estibadores de Londres se manifestaron a su favor y corearon su nombre porque exigió el fin del flujo de extranjeros y la salida de los que ya estaban en el Reino Unido. «Nosotros debemos estar locos, total y literalmente locos -clamó en su intervención en Birmingham-, al ser una nación que permite la llegada anual de 50.000 inmigrantes, que son en su mayor parte el material constitutivo del futuro crecimiento de la población descendiente de inmigrantes».
Esa y otras frases de Powell retumbaron en el estudio de grabación de los Beatles en un momento especial. Entonces preparaban el que sería su último disco, 'Let it be', que iba a incluir, además de la canción que le daba título, otras gemas como 'Get Back' y su estribillo: 'Get back to where you once belonged'.
Antes de la versión definitiva de ese tema, los Beatles grabaron infinidad de ellas. En una cantaron lindezas como 'No quiero a los negros' y 'No soporto a los pakistaníes apropiándose de los empleos de la gente'. La grabación final de 'Get Back' incluyó a dos personajes, 'Jojo', que fumaba hierba, y a Loretta, medio hombre, medio mujer.
El elepé no se publicó hasta 1970, pero en enero de 1969 el grupo ya adelantó algunas de sus canciones en el histórico concierto de la azotea. Cuando las tocaron, en la calle resonaba el discurso de Enoch Powell.
«La discriminación y la depravación, el sentimiento de alarma y de resentimiento -dijo el político británico- no tienen relación con la población inmigrante establecida, sino con aquellos que han venido y siguen viniendo sin cesar».
El Reino Unido se prepara para salir de la UE y regresar al pasado. 'Get Back'.
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