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Josu García
Lunes, 6 de marzo 2017, 17:49
Las imágenes fueron tomadas hace 10 días. Un hombre aporrea los pedales por una calle empedrada de Ginebra. Acelera. Huye de la prensa. Su bicicleta rebota y se desliza atropelladamente por el pavés. Es Iñaki Urdangarin. Es su primera aparición pública desde que se hiciera ... pública la sentencia que le condena a seis años y tres meses de cárcel por el 'caso Nóos'. El pasado miércoles, el exduque de Palma volvía a dar esquinazo a la Prensa utilizando otra bicicleta, una distinta, de camino a su visita al juzgado de la ciudad suiza. Está claro que Urdangarin es un gran aficionado al ciclismo.
A lo largo de los años se le ha podido ver manejando un amplio y variado garaje de monturas de dos ruedas. Un magnífico parque móvil, con un coste en el mercado superior a los 20.000 euros. Es un sibarita. Elige primeras marcas. Bicicletas de calidad contrastada, pero tiene un gusto más que dudoso a la hora de seleccionar accesorios, componentes y, sobre todo, talla. «Está claro que la mayoría de las bicicletas le quedan pequeñas. Es un hombre de gran envergadura y, en algunos casos, lleva dos tallas menos de lo que le corresponde», asegura un experto vendedor de artículos de ciclismo consultado por elcorreo.com
El pasado miercoles, el día que acudió a firmar ante el juez de Ginebra, el exdeportista de élite llevaba una montura singular. Un modelo muy poco conocido. Se trataba de una Kona Rove de Titanio. Es una bicicleta del tipo 'gravel', un cruce entre una de carretera y una de montaña. Con las cubiertas más anchas que una de corredor y con frenos de disco, es ideal para ciclar por caminos de grava, de ahí su nombre.
¿Cuánto puede costar ese modelo? La respuesta no es fácil, porque el cliente suele comprar únicamente el cuadro para montarse a su gusto el resto de componentes. El cuadro se vende por algo más de 2.000 euros. «Y lo normal es gastarse otros 2.000 euros en ruedas, sillín, pedales, cambios...». Respecto a la marca, Kona Bikes goza de un gran prestigio. Fue fundada en Canadá en 1988 por los pioneros del mountan bike Dan Gerhard and Jacob Heilbron. La Kona Rove de Urdangarin es probablemente la montura con más personalidad de las que tiene, aunque es una elección un tanto extraña para sortear los adoquines de Ginebra. No debe resultar muy cómoda, la verdad.
Más adecuada resulta la Specialized Tricross que lució el primer día en que se dejó ver tras la sentencia. En aquel momento, el marido de la infanta se decantó por una bicicleta de carretera a la que ha realizado diversas modificaciones (y no todas para bien). En primer lugar, le ha colocado una suspensión. El amortiguador le permite un uso más cómodo por el difícil pavimento por el que suele ciclar en la ciudad helvética. Aquí el problema está en la elección de esa horquilla. Duele a la vista su color blanco, que desentona sobremanera con los tonos negros y rojos del cuadro. «Es un espanto», asegura el vendedor consultado. «Hace mucho tiempo ya que no se lleva la falta de armonía en los colores de una bicicleta, entre el cuadro y la suspensión delantera, me refiero».
Otro de los extraños cambios que parece haber realizado el exduque de Palma a la Specialized Tricross son los frenos. «Le ha puesto unos muy parecidos a los antiquísimos Cantilever, que resultan ser una antigualla. No tienen pinta de ser muy efectivos», explica el experto consultado. El modelo más sencillo de la Specialized Tricross se vende por unos 800 euros. La marca estadounidense es uno de los fabricantes más prestigiosos del mundo, sin duda. Se trata de una empresa que garantiza sus cuadros de por vida, todo una referencia en las últimas dos décadas.
Por Ginebra también se le ha podido ver al condenado por el 'caso Nóos' con una Cannondale Flash de 29 pulgadas, probablemente el modelo de 2014. Una bicicleta absolutamente rompedora en su momento, cuando comenzó a comercializarse, hace ya más de un lustro. De color blanco, es una mountain bike distinta a cualquier cosa que haya actualmente en el mercado. Cannondale siempre ha ido por libre, con diseños revolucionarios y tecnología muy diferente a la convencional. En este caso, llama la atención la horquilla Lefty, una suspensión ya mítica por su historia y, sobre todo, por su peculiar estética: la unión entre el eje de la rueda y el amortiguador se hace a través de una única pata, en el lado izquierdo, de ahí su nombre (zurda, en inglés).
Su coste, para el modelo de aluminio, ronda ahora mismo los 2.300 euros, pero se eleva muy por encima de los 3.000 en su versión de carbono. En las fotografías no se aprecia de qué material podría tratarse el modelo en el que pedalea el marido de la infanta.
Es otra montura de personalidad, pero Urdangarín ha elegido un complemento que arruina y ridiculiza su singuralidad. El exmiembro de la Casa Real le ha montado un guardabarros trasero horrible, que muy probablemente no deje de botar en cada momento por el pavés de Ginebra. Además, «duele ver cómo a ese purasangre de la montaña le han cambiado sus potentes ruedas por slicks (cubiertas finas, propias de una híbrida)», opina el vendedor. La guinda a tanto despropósito la pone lo que parece ser una bomba de hinchar adherida al cuadro mediante unas simples tiras de velcro. Un detalle que le quita todo el glamour al conjunto.
La joya de la corona
No se le ha visto con ella en Ginebra, pero sí en Barcelona. Se trata de la joya de la corona de su garaje: una Pinarello Dogma de color negro y rojo, con algún ribete blanco. Una bicicleta de carretera espectacular. El fabricante italiano es siempre sinónimo de calidad, así como de tradición y artesanía. El modelo básico se vende ahora desde 11.000 euros. De ahí para arriba. Pero, una vez más, Urdangarin vuelve a dar el cante, ya que le ha montado una cabra de triatleta que resulta seguramente excesiva para alguien que no compite asiduamente en esta disciplina.
En resumen, el marido de la infanta acostumbra a lucir buenas monturas, pero poco adaptadas al uso para el que fueron diseñadas. Además, las modificaciones realizadas y la elección de componentes y colores no puede ser más desacertada. «Todo resulta hortera». Por no hablar del tallaje. ¿Puede que algunas de ellas sean prestadas? «Pudiera ser». Lo que sí está claro es que Urdangarin pedalea por Ginebra huyendo de la prensa, a pecho descubierto. Debería llevar un casco para dar ejemplo, al menos en lo que a la seguridad de los ciclistas se refiere.
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