Laura caorsi
Lunes, 28 de noviembre 2016, 00:45
De las 118 comunidades extranjeras que hay actualmente en Euskadi, la rumana es una de las más numerosas. Según los datos de Ikuspegi -el Observatorio Vasco de Inmigración-, este grupo cuenta por estas latitudes con algo más de 15.300 integrantes y está cada vez ... más arraigado en la sociedad. La mayor parte reside aquí desde hace años, los suficientes como para echar raíces, hacer amigos, estabilizarse en el trabajo y formar una familia.
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La llamada segunda generación es ya una realidad. En las escuelas y los institutos hay centenares de niños de origen rumano que han venido al País Vasco de pequeños o que, directamente, han nacido aquí. Son vascos. Hablan euskera y castellano pero, sorprendentemente, no siempre controlan el idioma de sus abuelos y sus padres. «A diferencia de otros colectivos, que mantienen la lengua materna en casa, los hogares rumanos tienen la peculiaridad de que no lo hacen. Ya sea porque hay parejas mixtas o porque resulta más sencillo para los niños, suelen hablar en español», dice Liviana Bucuresteanu.
Natural de Piatra Neamt y filóloga de profesión, Liviana es profesora de idiomas. Llegó a España en 2008 para hacer un máster en Cooperación Internacional en Valencia y hace tres años se trasladó al País Vasco, donde no solo enseña su idioma, sino que forma parte de un interesante programa cultural promovido por el Ministerio de Educación de Rumanía y el Instituto de Lengua Rumana de Bucarest, «nuestra versión del Instituto Cervantes», compara. El programa en el que trabaja busca mantener vivo el vínculo del país con sus ciudadanos emigrados, inició en 2007 y está en marcha en varios países europeos.
«Hay toda una generación de rumanos que emigraron abriendo camino. Son los que se sacrificaron, siempre entre dos tierras. Pero hay una segunda hornada, la que conforman sus hijos, que desconocen el idioma y la cultura de sus antepasados. Son niños y jóvenes que, cuando van de vacaciones a Rumanía, no pueden hablar con sus abuelos», describe Liviana, a modo de ejemplo, para ilustrar el alcance íntimo de este problema cultural. «Se dice que tenemos facilidad para los idiomas y que somos políglotas, pero la realidad es que muchos de nuestros jóvenes no saben hablar en su propia lengua», observa.
Iniciativa abierta
«Por eso se ha creado este programa. Es una iniciativa innovadora y sin precedentes que busca preservar el idioma fuera de nuestras fronteras y tender ese puente entre generaciones pero, también, fomentar el conocimiento entre culturas», enfatiza. Porque «las clases de lengua y cultura rumana se imparten en colegios públicos y están abiertas a todos los niños y jóvenes que quieran asistir, sean de donde sean. Hay varios pequeños de aquí y de otras nacionalidades que se apuntan para aprender junto a sus amiguitos».
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La iniciativa está impulsada y financiada por las instituciones de Rumanía. En Euskadi comenzó hace un par de años en Getxo, y Liviana describe la experiencia como un éxito. «Es muy bonito porque también se organiza una semana temática y se hacen talleres que involucran a los padres. La acogida ha sido muy buena en el País Vasco, donde hay mucha sensibilidad ante la importancia y el significado de la lengua. El idioma es algo fundamental, forma parte de tus raíces y tu identidad cultural», indica esta filóloga, que coordina los cursos en la zona norte y disfruta perfeccionando sus conocimientos de castellano.
«Aprendí español en la universidad, en mi país, porque estudié Filología Hispánica. Pero el verdadero aprendizaje empezó hace ocho años, al emigrar. Cuando llegué a Valencia, hablaba un castellano muy formal, súper académico, pero poco a poco me empecé a soltar. Hice las prácticas del máster en cooperación en Colombia y luego me vine para aquí, donde terminé de descubrir que en cada sitio se habla distinto. Cada lugar tiene sus particularidades y eso es maravilloso. El idioma te permite conocer el lugar y su gente».
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Pero, además, el idioma y la cultura pueden ser una excusa estupenda para la diversión y el encuentro. Ayer mismo se celebró el primer concurso regional Conoce Rumanía, en la sede del consulado, en Bilbao. Allí se dieron cita siete equipos de niños, de entre 8 y 14 años, procedentes de Asturias, La Rioja, Cantabria, Navarra que compitieron para pasar a la fase nacional. «Del País Vasco aún no tenemos ningún equipo, pero estoy segura de que el año que viene sí lo habrá».
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