EFE
Jueves, 16 de junio 2016, 13:52
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR-Euskadi) ha destacado este jueves que el País Vasco oferta un total de 200 plazas de acogida a refugiados, pero ha asegurado que esta cifra es muy baja y que tiene capacidad para recibir «a muchos más». ... La directora de CEAR-Euskadi, Patricia Bárcena, ha comparecido este jueves en conferencia de prensa para difundir el informe sobre las solicitudes de asilo en esta comunidad, referido a 2015 y los primeros meses de 2016. Según sus datos, en 2015 se tramitaron 163 solicitudes en Euskadi (132 en Bizkaia; 17 en Gipuzkoa, y 14 en Álava) frente a las 99 presentadas en 2014.
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Durante el año pasado no se registró ninguna concesión de estatuto de refugiado. La mayoría de estas personas procedían de Ucrania (41), Nigeria (23), China (15) y Venezuela (14). Hasta el 4 de mayo de 2016, se han tramitado un total de 106 solicitudes, procedentes, en su mayoría, de ciudadanos de Venezuela (24); Ucrania (11), Siria (10) y Nigeria (9). Además de estos procesos administrativos, CEAR-Euskadi atendió en 2015 a un total de 1.420 personas, de las cuales 416 (29%) son solicitantes de asilo, al sumar las cifras de 2015 y 2016 con las de años anteriores, que todavía no se han resuelto.
Además de las solicitudes de asilo, Euskadi también ha participado en los programas de la UE de reubicación, dirigido a refugiados que están en Grecia e Italia, y asentamiento, destinado a refugiados que se encuentran en países limítrofes a sus países de origen, como Líbano o Turquía. En el primer caso, Euskadi ha recibido a 21 personas (12 eritreos y 9 sirios), y en el segundo todavía no se ha reasentado a nadie, aunque CEAR-Euskadi tiene reservadas doce plazas para este colectivo.
«Porcentaje ínfimo»
Respecto a las solicitudes de apatridia, en 2015 esta organización no gubernamental acompañó 206 solicitudes (14,5 por ciento del total), todas ellas de personas procedentes del Sahara occidental. En ese mismo año, se registraron 18 concesiones de apatridia. A la vista de todos estos datos, Bárcena ha asegurado que «se recibe a un porcentaje ínfimo de las personas que buscaron protección internacional en Europa, pese a la voluntad y capacidad ciudadana de acoger a más. Lo que no hay es voluntad política», ha criticado.
Ha recordado que la competencia en esta materia le corresponde al Gobierno central, pero ha instado a las instituciones vascas a que «presionen» para agilizar los compromisos que asumieron hace meses tanto Europa como España. También ha reivindicado que se garantice a todos los refugiados que llegan a Euskadi el acceso a todos los servicios y recursos públicos, un proceso administrativo que es "mejorable", según ha destacado.
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En la comparecencia, la directora de CEAR-Euskadi ha estado acompañada de una joven pareja ucraniana, Vasyl Panchenko e Irina Nakonechna, quienes han relatado ante los medios de comunicación que tuvieron que marcharse de su país ante el intento de reclutamiento militar forzoso del hombre debido a la guerra con Rusia. «No quería participar en la guerra. No quiero dar mi vida, ni matar a nadie por nada y menos por una cuestión política", ha relatado el joven, mientras que la mujer ha afirmado que únicamente desean "construir una nueva vida».
Del infierno a Vitoria
En Vitoria, la congoleña Marie Jeanne Lotengo también ha relatado en una conferencia de prensa su dura travesía hasta llegar a España, después de que decidiera huir de su país tras ser violada, tanto ella como su hermana, y sufrir el asesinato de su padre. Hasta llegar a Vitoria pasó por países como la República Centroafricana, Camerún, Nigeria, Níger y Argelia.
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En Argelia, ACNUR le concedió el Estatuto de Refugiada, pero ha contado que fue «víctima de rechazo y discriminación por ser negra». Decidió viajar a Jordania donde se vio envuelta en la prostitución.
Volvió a huir, esta vez a Marruecos, para acabar montándose en una barca de plástico y pudo cruzar el Estrecho porque aunque el bote volcó fue rescatada. Después de pasar por Francia la devolvieron a España, hasta llegar a Vitoria, donde solo pide «una vida mejor» y que se le reconozca el estatuto de refugiada.
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