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Luis Gómez
Domingo, 24 de abril 2016, 00:53
A raíz del estreno de 'Julieta', el último largometraje de Pedro Almodóvar, Rossy de Palma ha puesto el grito en el cielo por las discriminaciones salariales que sufren las mujeres en el cine. La intérprete mallorquina ha juzgado «tremendo» que los sueldos de las actrices ... sean menores que los de los actores y se ha atrevido incluso a lanzar una fórmula para paliar esta marginación: «Hay que estar unidas y ser solidarias para cambiar las cosas. Lo que tenemos que hacer es escribir más mujeres sobre historias de mujeres». No le falta razón a Rossy. Pocas son las profesiones en las que los hombres no ganen más que las mujeres. Todas, menos una: la moda, donde los modelos mejor pagados están a años luz de ellas. Esta industria es la excepción que confirma la regla en el mercado laboral; ellas ganan mucho más.
La brecha entre las tops y los tops son elocuentes. En 2013 la estrella de las pasarelas más cotizada, Gisele Bündchen, ganaba 30 veces más que el mejor pagado, Sean OPry. Mientras la maniquí brasileña se embolsaba en torno a 42 millones de dólares, el joven OPry no pasaba del millón y medio. Tres años después, la situación sigue en las mismas. O peor para los hombres. Sus tarifas siguen estando muy lejos. Y, sin embargo, jamás se ha oído a Jon Kortajarena y Andrés Velencoso, por ejemplo, quejarse. Nunca han levantado la voz ni dicho ni mu. Al menos públicamente.
Posiblemente, porque interpretan que es lo políticamente correcto y porque seguramente serían muchas las voces que se les echarían encima. Así que mejor estar callados. Al fin y al cabo, los salarios los ajusta la industria y la famosa ley de la oferta y la demanda. Tanto valen, tanto se les ofrece. Se explican las distancias siderales de ingresos, entre otras cosas, porque las revistas de moda siguen dirigiéndose de forma abrumadora al público femenino. Basta echar un repaso a las difusión de las grandes cabeceras del sector. No hay comparación posible, aunque las revistas para hombres recorten diferencias.
Otro tanto pasa con la propia industria del diseño. Todavía hoy son descomunales los volúmenes de negocio que separan las colecciones femeninas de las de hombre, pero hace tiempo que las líneas masculinas dejaron de ser una cenicienta. Compiten en ligas diferentes, pero ya no es la hermana pobre de antaño. Sólo hay que ver el continuo baile de diseñadores que se producen en las divisiones masculinas de las marcas de lujo y el mimo que ponen por conquistar nuevos mercados, Asia preferentemente. Por no hablar de las semanas de la moda, donde la feria Pitti Uomo de Florencia se ha consolidado en el calendario internacional. Así que es sencillo el porqué de sus ganancias.
Harto de volar en turista
Pero hay algunos modelos que sí se han puesto en pie de guerra para intentar corregir las desigualdades salariales. Cuentan que David Gandy, el maniquí de cabecera de Dolce&Gabbana, estaba harto de volar en turista, mientras sus compañeras viajaban en clase 'business', pero sobre todo lamentaba la falta de reconocimiento y de que casi nadie supiera quién es él. Admite que es conocido como «el tipo del 'slip' blanco». Sólo él se ha atrevido a levantar la voz y fue hace tiempo en una entrevista al 'Daily Mail': «¿Por qué las modelos cobran cuatro veces más que los modelos por la misma campaña?», se preguntó sin encontrar respuesta alguna. «Respeto absolutamente cómo se ven ellas. Aparecen con sus managers financieros, sus agentes, trabajan para mantener su marca... Siempre ha sido una industria femenina y muchos modelos masculinos tratan el asunto como una broma, no se lo toman en serio, no ven el negocio del asunto. Yo no soy así», subrayó entonces.
Ahora anda más calmado. Tras exigir un tratamiento similar al de sus compañeras, ya le ponen en 'business'. «He tenido que hacer cientos de trabajos en los que iba directo del avión, sin dormir, a algún rodaje o sesión fotográfica». Si las estrellas difícilmente aguantan cualquier comparativa, peor lo tienen aún los que se están labrando un futuro. Su salario, según fuentes del sector, puede alcanzar únicamente los 100 euros por sesión o incluso unas prendas de ropa por un reportaje en una revista.
La lista Forbes es la que mejor refleja la situación privilegiada de las mujeres en el mundo de la moda. En 2015 la brasileña Gisele Bündchen reafirmó su liderazgo, con 44 millones de dólares de ingresos. Seguramente disparó los contratos al anunciar con toda intencionalidad su retirada de las pasarelas. Veremos si es cierto o no. La influyente Cara Delevingne fue la segunda con mayores ganancias: 9 millones de dólares, pese a que la modelo y actriz confesó que la industria le había hecho odiar su cuerpo. Chanel o Tag Heuer la consuelan de lo lindo extendiéndole cheques de vértigo. Adriana Lima, que es la tercera mejor pagada, se embolsa cada año 8 millones de dólares, tres más que la espectacular Alessandra Ambrosio. 16 de las 21 mujeres más cotizadas son o han sido 'ángeles' de Victorias Secret. Un dato sorprendente es que la considerada top entre las tops, Kate Moss, ocupa una discretísima decimotercera posición. A sus 42 años, es inversamente proporcional su posición en la lista Forbes y su estatus en la industria, con ingresos cercanos a los 4,5 millones de dólares.
Algo que para sí quisieran los modelos masculinos. Sean OPry reafirmó su liderazgo (1,5 millones de ganancias), por delante de David Gandy (1,4), Simon Nessman (1,1), Arthur Kulkov (905.000) y Noah Mills (740.000 dólares). Jon Kortajarena ocupa la novena plaza de este top ten, con 290.000 dólares anuales.
Estas diferencias apuntan a que a corto plazo seguirán acentuándose. Kendall Jenner, la segunda más joven del clan Kardashian y la estrella de los realities televisivos, se llevó a casa 4 millones de dólares. A sus 19 años, accede a la lista más exclusiva del mundo de las pasarelas. Desde su estreno en una campaña de Givenchy, no ha dejado de encadenar contratos con Estée Lauder, Calvin Klein, Fendi, Marc Jacobs y Karl Lagerfeld. «La generación de Kendall está más influenciada por los medios digitales que la televisión, las revistas o cualquier otra forma de publicidad», sostiene Chris Gay, director general de The Society Management, que representa a Jenner, una máquina de hacer dinero. Todo lo contrario de los hombres, que se muerden la lengua viendo lo que les pagan a sus correligionarios y lo que cobran ellos.
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