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Daniel Roldán
Jueves, 7 de abril 2016, 13:46
La pobreza es una carga muy difícil de soltar. Tanto que incluso en algunos casos la que poseen los padres se traslada a los hijos y estos, a su vez, a su descendencia. "No es extraño que en las ONG que actúan en el terreno ... de la acción social se estén atendiendo a los nietos de aquellos que acompañaron hace treinta años", asevera Raúl Flores, coordinador del informe 'La transmisión intergeneracional de la pobreza' que ha presentado hoy la Fundación Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada (Foessa), dependiente de Cáritas.
Esta transmisión intergeneracional de la pobreza (TIP) se refiere a las dificultades que tiene una generación que ha vivido sus primeros años en un hogar con pobreza para generar un cambio ascendente en el estatus socioeconómico. Unas dificultades que, en España, impiden romper de círculo y de paso tener más oportunidades. El informe se centra en tres aspectos que contribuyen a este alargamiento de la pobreza. El primero, la educación. Ocho de cada diez personas cuyos padres no alcanzaron superar los estudios de Primaria, no han conseguido completar los estudios secundarios. "En 2011, los adultos cuyos padres no completaron ninguna etapa educativa registraban una tasa de pobreza del 38% frente al 21% general, multiplicando casi por dos el riesgo de pobreza", ha señalado Flores. "El sistema educativo no ha sido capaz de compensar la desigualdad de estos padres", ha indicado.
Renta y educación
El segundo aspecto es la renta, aunque intrinsecamente relacionada con lo anterior: cuantos menos problemas financieros, más nivel educativo. Por ejemplo, cuatro de cada diez adultos que vivieron una adolescencia con problemas para llegar a final de mes, no consiguieron terminar la Secundaria. En el otro lado de la balanza, solo el 8% de los estudiantes que nunca tuvieron dificultades económicas pasaron problemas con los libros. Estas dificultades económicas en la juventud, se ven en el presente: ocho de cada diez personas que vivieron graves dificultades económicas en su infancia y adolescencia, las están reviviendo en la actualidad como adultos. "La pobreza presente genera pobreza futura", ha remachado el coordinador, quien ha señalado que el tercer aspecto es la situación laboral de los progenitores.
El estudio hace especial hincapié en las pobreza de las familias. "Tener hijos se ha convertido en un factor de la pobreza", ha apuntado Sebastián Mora, secretario general de Cáritas. La tasa de pobreza en los hogares sin menores es del 16%, mientras que asciende al 28% en las casas con niños, al 42% en los hogares monoparentales con hijos y al 44% cuando las familias tienen tres o más hijos. "Es urgente que la política pública actúe ya con las familias con hijos", ha añadido Flores, quien reclama una mayor inversión en educación o una inversión en políticas sociales y políticas redistribuidas que consigan de manera eficaz la reducción de las desigualdades. Programas de inclusión social, un sistema de prestaciones universales destinadas a las familias y a la educación o una política de vivienda y urbanismo que se convierta en una herramienta contra la reproducción y transmisión de situaciones de vulnerabilidad son algunas de las soluciones planteadas en este estudio.
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