Ejemplar de clitopilus prunulus.

Molinera, la gran 'chivata'

Con un fuerte olor a harina fresca, la clitopilus prunulus marca donde aparecen hongos. Es un excelente comestible, pero ¡cuidado con las confusiones!

josé luis ondovilla

Jueves, 18 de febrero 2016, 21:50

Molinera, panadera, mojardón, mucerón, moixemó blanc o moixemó de tardor en catalán, errotarri en euskera... La clitopilus prunulus también es conocida como 'chivata', ya que allí donde nace suelen florecer hongos de gran calidad, como los boletus edulis. Hay aficionados que irónicamente denominan 'chivatos' a ... los edulis, ya que consideran que la molinera tiene una calidad gastronómica superior. Su nombre científico viene de que los botánicos que la clasificaron en el siglo XVI la encontraron debajo de un ciruelo, y en latín prunulus significa pequeña ciruela.

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Blanca y muy frágil, la molinera recibe este nombre por el fuerte olor harinoso que desprende. Aparece de forma habitual en hayedos, y todo tipo de bosques, tanto en hojarasca como en hierba, siendo principalmente su periodo de recolección desde finales de agosto hasta incluso el invierno. La molinera es una especie homogénea, es decir, no se puede separar el sombrero del pie.

Es un excelente comestible. Los aficionados que estén comenzando a introducirse en el mundo fungi deben extremar las precauciones, y como he repetido en más de una ocasión, deben verificar que realmente se trata de la clitopilus prunulus a través de un experto o de una asociación micológica. Y es que es una seta con la que hay que tener especial cuidado dada la facilidad de confusión con algunas especies de clitocybes blancos, que sí son muy tóxicos. Estos últimos también tienen las láminas blancas, pero sin los reflejos rosados que presenta la molinera, aunque no siempre es fácil de apreciar dicho color rosado. Este es el motivo por el cual, a pesar de su gran calidad, no es una seta habitualmente recogida.

La molinera tiene un relativo parecido con las temidas clitocybes dealbata, pithyopila o cerussata y rivulosa. Si por una terrible desgracia nos hemos equivocado y hemos ingerido alguna de estas clitocybes, pronto nos daremos cuenta del grave error ya que tienen un breve periodo de incubación (entre 15 minutos y dos horas), iniciándose con una excesiva sudoración y trastornos gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea..), que se acompañan de vértigos, somnolencia y ansiedad. Puede haber otras complicaciones, como convulsiones, visión borrosa... Pero no hay que esperar a que esto suceda. Debe llamarse de inmediato a emergencias y explicar lo ocurrido a los médicos de Urgencias. Intente vomitar las setas si puede. Si se actúa a tiempo, un lavado gástrico permitirá neutralizar los efectos en un periodo relativamente corto.

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Principales características de la clitopilus prunulus

- Sombrero: puede llegar a medir hasta 13 centímetros de diámetro, pero su tamaño habitual oscila entre los 3 y los 10 centímetros. El sombrero evoluciona de convexo a plano e incluso embudado. Su cutícula es seca, ligeramente brillante, separable de la carne y de colores blanquecinos, levemente grisaceos.

- Láminas: apretadas, decurrentes, con lamélulas (pequeñas laminillas que arrancan del borde del sombrero, pero que se acaban lejos del pie). Las láminas -de color blanco, evolucionando a rosado con la madurez-, se separan fácilmente de la carne al pasar el dedo, siendo muy quebradizas.

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- Pie: Cilíndrico, es habitualmente recto y central, pero puede curvarse. Blando y frágil, es de la misma constistencia que el sombrero. De color blanco, mide de 2 a 5 centímetros de altura por 0,5 a 1 centímetro de diámetro. Es frecuente que la base sea ligeramente más gruesa.

Receta de Almejas con molineras (Conchi Zuñiga)

Ingredientes: Setas clitopilus prunulus, almejas, cebolla, ajos, harina, aceite de oliva, vino blanco, sal y perejil.

Elaboración: Lavamos bien las setas, escurrimos y reservamos. Cortamos la cebolla y los ajos muy menudos y lo pochamos todo en una sartén con un poco de aceite de oliva. Dejamos unos minutos y agregamos las setas cortadas en trozos. Poco a poco irán soltando agua. Cuando se haya evaporado, espolvoreamos con un poco de harina, dejamos cocinar ligeramente y añadimos las almejas y el vino blanco. Salamos al gusto. Echamos el perejil picado, cocinamos a fuego lento hasta que las almejas se abran. Servimos bien caliente y con una buena rebanada de pan para mojar en la salsa. On egin!!!

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