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Antonio corbillón
Domingo, 14 de febrero 2016, 02:59
Los que vivís en la jaula sois vosotros, no yo». Así hablaba al resto del mundo el poeta Leopoldo María Panero (1948-2014), que gastó su vida entre los psiquiátricos de Mondragón y Las Palmas, donde falleció. Fue su voluntad refugiarse en este centro como ... quien huye del mundo. Pasó más de 40 años en tratamientos farmacológicos y llegó tarde a la reforma psiquiátrica que ha ido cerrando los manicomios y ha devuelto a la sociedad un problema que es suyo. Porque ella lo genera. Un millón de personas sufre una enfermedad mental grave en España. La mitad ni están diagnosticadas.
«Y el diagnóstico suele ser el pilar sobre el que se apoya el encierro de la persona. Nosotros intentamos sustituir el tratamiento por el trato». Es la filosofía que impulsa la psiquiatra Laura Martín en el Centro de Intervención Comunitaria (CIC) del hospital público Río Hortega de Valladolid. La ciudad fue pionera en esa reforma que vació los manicomios gracias al Colectivo Villacián, unos facultativos que cerraron el psiquiátrico del mismo nombre. Sigue su legado Revolución Delirante, grupo con el que Martín y sus colegas reclama un paso más en esa socialización de los males de la mente. Fundado hace dos años, es pionero en el tratamiento ambulatorio, un espacio en el que las diez mujeres que forman el equipo de esta psiquiatra trabajan para «librar a los pacientes de la psiquiatría, para que no nos necesiten».
Unos 40 enfermos participan en sus actividades. Pero hay un grupo que ha decidido salir definitivamente de las mazmorras. Y transmitirlo por las ondas. El programa Fuera de la Jaula empezó en Onda Verde en 2013 y ahora conquista el éter desde Radio Nacional de España en Castilla y León. Sus primeros balbuceos ante los micrófonos, hace un par de años, eran un grito contra el miedo que persigue a una persona diagnosticada: el silencio de la soledad. Para conjurarla, arrojaban frases a sus oyentes con la contundencia de un puñetazo: «A veces es mucho mejor sentirse perseguido, vigilado, estar paranoico, que estar solo», «es mejor creerse Dios que saberse nadie»...
Son Quique, Guillermo, Josete, Nuria, Carmen, Pedro Pedradas, Ángel Andy, Manu, el Silente, Omar... Locutores de una realidad que no se rige por los principios de la objetividad. «Nosotros también hemos decidido salir del armario. Estar dentro es doloroso. Pero salir no lo es menos», filosofa Omar. En este tiempo no solo han ganado madurez. Ya se atreven a hacer el programa en lugares públicos o congresos de psiquiatría. En el de Valencia levantaron a los médicos de sus asientos. Hasta les han dado el premio regional de periodismo radiofónico de Castilla y León.
Cuando la vida es solo dolor
«Hace un par de años yo estaba atado a una cama y ahora hago un programa de radio». Guillermo Pastor se presentó con estas palabras al recoger el galardón junto a sus compañeros. A sus 27 años, una mente ágil y una palabra fácil le permiten ejercer de moderador. Pero no siempre fue así. A los 18 años, la vida le dolía hasta la parálisis afectiva. «Le contaba al psiquiatra que tenía tanto dolor que no le podía decir te quiero a mi madre». El comienzo en la universidad y algún coqueteo con las drogas lo pusieron todo más cuesta arriba. El diagnóstico de trastorno bipolar le hizo entrar en la rueda de continuos cambios de especialistas, tratamientos e incluso ingresos en unidades de agudos. De las consultas privadas desistió porque «pagabas 60 o 70 euros por consejos que me podía dar mi madre». Y luego los inevitables fármacos. Siempre había alguno nuevo que probar.
Cuando aterrizó hace año y medio en el centro de la doctora Martín se le abrió el mundo. Hasta entonces pensaba que «la medicación es para siempre, aunque vaya cambiando». Pero descubrió que «las pastillas no te mejoran si no lo consigue el trato» que recibes. Y esa relación con los profesionales y estar ocupado hicieron el resto. Asumió que podía a «soñar con hacer vida normal». Ahora sus habilidades sociales le han llevado a finalizar un módulo formativo y a trabajar como agente de apoyo mutuo en Intras, una fundación de lucha contra la discapacidad mental. Guillermo confía en su futuro porque ha sufrido mucho en su pasado. «Es mejor que te ocurra esto con 18 años que con 30. Cuando te asaltan los pensamientos de suicidio sabes que ya no puedes ir más abajo».
Habla con aplomo y alivio. Acaba de superar otra prueba: hacer el programa de radio a la vista del público en un bar. En Fuera de la Jaula, sus redactores eligen cada día un tema de tertulia: «No hacemos un programa de locos, con locos para que nos escuchen locos». Usan la palabra loco con desparpajo, aunque han acuñado su propia definición: malestar psíquico. Hoy toca hablar de cómo les tratan los medios de comunicación. La crítica es dura. «Qué fácil es achacar cualquier crimen a alguien con un supuesto trastorno mental. Cuando lo oigo pienso uno de los nuestros», bromea Quique, el veterano con 59 años.
El titular lo pone Ángel, Andy ante el micro, que es el periodista real del grupo: «Cuanto más truculento, más suculento». Suculento para los periodistas, se entiende. A sus 30 años, es una de las últimas incorporaciones. Lo suyo es un caso de timidez aguda, una falta de destrezas sociales y un sentido del ridículo que le paralizan. Llegó a hacer prácticas en la radio pública que ahora les acoge. «Allí me di cuenta de que puedes llegar lejos echando más voluntad, pero intuyo que tengo un talento que estoy tirando a la basura». Andy es el único del equipo que no tiene diagnóstico clínico, ni medicación alguna. Una persona sin blindaje frente a un mundo frenético. La prueba de que el entorno marca la diferencia entre el ostracismo o el sentirse valorado. La vida para él es muchas veces algo ajeno, como si en realidad estuviera transcurriendo en una pantalla de cine. «Me cuesta asumir que las cosas son transitorias y me suelo quedar en fotos del pasado».
- ¿Se atreve a mirar por el ojo de la cerradura del futuro?
- Mirar al futuro da miedo. Me resulta ajeno visualizarme. Veo una vida vacía y desestructurada.
La psiquiatra Laura Martín trabaja con ellos para «que se liberen de los síntomas, para eliminar la palabra enfermedad y darles libertad. Si os dais siete tortazos es algo normal, que forma parte de vuestra vida. Como nos los damos todos», les insiste.
Es el benjamín de Fuera de la Jaula, pero Pedro Pedradas acumula a sus 22 años bastantes tortazos vitales. Laura Martín acude algunos días a buscarle hasta su casa para personalizar al máximo el trabajo. Pedro apenas se expresaba con monosílabos cuando llegó al grupo. El no o el sí llegaban acompañados de profundos silencios. Ahora, a sus colegas de micro les pide que pinchen su disco, que está «lleno de ternura». Porque Pedradas es su nombre artístico y sus rap la banda sonora de Fuera de la Jaula. El programa siempre finaliza con sus rimas. «Con las letras enfoco el tema del que necesito hablar, porque siempre queda mejor eso a que uno se crea Dios».
Hasta ahora, su alternativa eran días y días sin salir de la cama. Soportando un diagnóstico de psicosis con episodios tan duros que vuelve a sus antiguos silencios para evitar recordarlos. Prefiere darles esquinazo explicando de dónde le llega la inspiración. «Hablo de una chica que fue la llave de mi infancia. También del faro de mi melancolía o de cuando me creo Dios y tengo pensamientos suicidas». Mientras apura una cerveza, con el pelo ensortijado y barba pelusona de varios días, sueña con que la próxima primavera traiga bajo el brazo las copias de su primer disco. Tal vez una actuación en directo ante 300 personas, que sería como una escalada al Everest en su evolución.
Las citas semanales para preparar los textos y la escaleta del programa le alegran el día. «Y eso está muy bien porque nosotros podemos ser un poco cabrones, tenemos mala leche», se sincera. Pedradas, también poeta, habla por todos para resumir el espíritu de esta particular mesa de redacción. «El alma se manifiesta cuando el cuerpo y la mente sufren. Hay que dejar de llamarlas enfermedades mentales». Y también hay que insistir en el lema que les inspira: «Mi psiquiatra está mejor desde que escucha Fuera de la Jaula».
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