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laura caorsi
Lunes, 21 de diciembre 2015, 03:30
Llegó a Bilbao hace cuatro años, después de un largo periplo y no pocas anécdotas. Desde que emigró de California hasta que se radicó en Euskadi, Bart Farrell pasó una buena temporada en Egipto, Palestina e Inglaterra. En su país estudió religión, «no como seminarista, ... sino desde la Teología». Y aunque su carrera le hizo aprender sobre todo tipo de religiones, Bart se centró en el islam. «Las creencias religiosas son una de las motivaciones más importantes en el mundo: rigen los comportamientos de mucha gente y son muy poderosas, tanto para construir como para destruir», expone. La actualidad le da la razón.
Sus estudios religiosos en Estados Unidos le impulsaron a viajar y empaparse de otras culturas. «Tenía el ejemplo de un tío mío, que llevaba la mitad de su vida fuera del país trabajando con ONGs, y la verdad es que ese modelo me parecía muy interesante. Además, yo estaba enfocando mis estudios hacia lo que ocurría en Oriente Medio. Todo me empujaba a ir», relata Bart, cuyo destino elegido fue Egipto. «Llegué sin conocer a nadie, pero dispuesto a aprender. Me dediqué a dar clases de inglés a refugiados mientras aprendía árabe, que era uno de mis objetivos», explica.
Todo iba de acuerdo a lo previsto. Estaba aprendiendo mucho y se encontraba a gusto y seguro. «Con frecuencia me preguntan por eso y siempre respondo lo mismo: el sitio más violento y peligroso que conozco es Los Ángeles». Afirma que sólo una vez, cuando le oyeron hablar en inglés, le espetaron un insulto por ser «americano», al que él respondió con un ocurrente «no pasa nada, soy canadiense». Bart tiene sentido del humor, aunque matiza con seriedad que «una cosa es el gobierno y otra, la población, que no tiene por qué estar de acuerdo con la política exterior de su país».
La experiencia en El Cairo se asemejaba a sus planes, hasta que todo cambió. «Allí conocí a mi chica, que es vasca y estaba trabajando en Egipto. Es periodista. Nos casaremos el año que viene», anuncia visiblemente ilusionado. «Después de pasar una temporada en Egipto, estuve tres meses en Palestina, y finalmente nos marchamos a Londres. Ella hizo un máster en periodismo internacional, y yo uno en Oriente Medio. Mi tesis fue sobre la música en las zonas de conflicto», resume. «Cuando acabamos, nos trasladamos aquí. Y fue muy interesante, porque llegué sin saber nada de castellano. Sólo hablaba inglés, árabe y latín». ¿Latín? «Sí... es que soy un poco freak», reconoce divertido.
Bart aprendió hablar español en la cocina de su suegra. «Durante los dos primeros años, vivimos en su casa y yo pasaba mucho tiempo con ella. Es una máquina cocinando, así que aprendí a decir antes almejas y mejillones que árboles y semáforo», cuenta divertido. Pero en el proceso, este estadounidense aprendió algo más: la importancia de la gastronomía para los vascos. «Aquí hay sólo tres conversaciones posibles: qué has comido, que estás comiendo y qué vas a comer», enumera, ensayando una caricatura. «Lo cierto es que se come muy bien, cada vez hay mayor oferta gastronómica en Bilbao. Para ser sincero, sólo echo de menos la comida mexicana», dice, y deja entrever los lazos culturales y de proximidad entre ciertas zonas de Estados Unidos y México.
«Preguntan qué hago aquí»
«Muchas veces me preguntan qué hago aquí, si no extraño mi país, si no preferiría estar allí. Eso me llama la atención. Por un lado, los bilbaínos tienen ese orgullo increíble de su tierra, esta cosa entrañable y divertida de Bilbao es la hostia. Pero, por otro lado, miran mucho hacia Estados Unidos como un lugar interesante, con más crecimiento, riqueza y oportunidades que el suyo. Y algo de cierto hay: en mi país el techo está más alto, sí... No obstante, el suelo está más abajo. No todo el mundo goza de bienestar. Aquí, en cambio, es más moderado. Se vive muy bien, hay calidad de vida para mucha gente. Valoro mucho eso», indica.
Para Bart, que compagina su empleo en una empresa de software con su trabajo como profesor de inglés, Euskadi ha supuesto la posibilidad de experimentar cosas nuevas y reinventarse, incluso en el plano docente. «He creado This Is English, un canal de Youtube para aprender inglés. Cada vez hay más personas interesadas en este idioma, pero los métodos tradicionales, en general, son muy aburridos. Así que desarrollé uno propio, bastante más divertido. Aparezco hasta con pinzas en el pelo y todo», cuenta entre risas. «La verdad es que en Bilbao he podido utilizar toda mi creatividad. Además del canal, colaboro con músicos de aquí, como Patrol Destroyers o Norte Apache, que hacen hip hop en euskera».
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